Katniss
Agosto. El sol había madrugado aquella cálida mañana y envolvía todo de un brillo de ensueño. Los pájaros creaban hermosas melodías y la brisa les acompañaba, siguiendo el compás.
Me hallaba tumbada en el jardín trasero, observando como los niños corrían de un lado a otro riéndose juntos, ajenos a todo lo que había ocurrido hacía no demasiados años atrás.
Peeta estaba preparando la comida, como hacía cada día (lo cuál agradecía bastante, ya que yo y la cocina no nos llevábamos demasiado bien). El olor a fritura que se desprendía de la cocina era innegable. Cerré los ojos e inspiré profundo.
¿Cómo podían ser las cosas tan perfectas después de todo el sufrimiento que habíamos vivido?
Yo era feliz, no podía negarlo, pero en mi interior había algo... que faltaba. Un vacío que impedía que las cosas cuadrasen. Tantos seres queridos perdidos, tantas vidas destruidas... Habían pasado 11 años, pero el dolor que titilaba en mi corazón seguía siendo tan fuerte como el primer día.Tan absorta estaba en mis pensamientos que no me percaté de la presencia de Peeta a mi lado.
-¿En qué piensas, Katniss?
Cuando abrí los ojos, él me observaba con cierta curiosidad en sus profundos ojos verdes. No contesté de inmediato, por lo que a èl no le resultó difícil adivinarlo.
-A mi también me duele, no sabes cuanto. Sé que tú sufriste más que nadie en la guerra, pero todos perdimos gente a la que queríamos...
Pensé en la familia de Peeta. Todos ellos habían muerto en el bombardeo al distrito 12. Yo había conservado a mi madre y a mi hermana... por un tiempo. Al ver que yo seguía sin decir una sola palabra continuó:
-...pero ahora os tengo a vosotros. Sois lo que más amo en esta vida, lo único que me queda, lo único que me importa.
Una lágrima resbaló por su mejilla y toda mi fortaleza se vino abajo. Abracé a mi marido y le besé en los labios. Fue un beso de apenas un instante, pero estuvo cargado de un remolino de sentimientos y de un mensaje muy claro: demostrarle cuanto le quería.
-Te amo tanto...-me susurró mientras nos separábamos. Sonreí y le tomé de la mano. Juntos, observamos como nuestros dos hijos disfrutaban del buen tiempo, rodando por el prado, bailando y cogiendo flores. Todo era simplemente... perfecto.
Y entonces un ruido atroz, similar al de trueno resonó e interrumpió la escena.Miré al cielo, ansiosa por identificar la procedencia del sonido, pero éste seguía despejado. Entonces oí los gritos. La pequeña Prim miraba aterrorizada algo que estaba situado en el suelo frente a ella. No había rastro de su hermano.
-¡¡MAMÁ!! ¡¡PAPÁ!!
Peeta y yo nos levantamos lo más rápido posible y corrimos junto a Prim. Y entonces lo vimos. Una especie de agujero negro había aparecido en la superficie de la hierba y parecía extenderse infinitamente hacia el subsuelo.
-¡Cariño, ¿dónde está tu hermano?!-pregunté aterrorizada por conocer la más posible respuesta.
-S... se ha... caído dentro. Yo... no pude cogerle a tiempo.
No podía estar ocurriendo aquello. No otra vez. No más dolor. No más pérdidas. No. No. No.
Peeta parecía estar más centrado que yo, así que sin pensárselo dos veces nos apartó de aquel fenómeno astronómico propio de una novela fantástica.
-¡Voy a saltar!- gritó, para hacerse oír por encima de aquel inquientantemente aterrador sonido que emitía el agujero. ¡Traeré a Gale de vuelta! ¡Vosotras huid de aquí, corred todo lo que podaís y no paréis hasta estar a muchos kilómetros de este lugar, ¿vale?!
Asentí, pero no podía dejarlo ir. No otra vez. Peeta se acercó a nostras y nos abrazó lo más fuerte que pudo. Se agachó junto a Prim y le susurró algo inaudible al oído. A continuación, se levantó y sin miramientos me besó apasionadamente. Era una despedida.
-Os quiero. Por favor, manteneos a salvo.
Y sin perder más tiempo saltó en el agujero. No pude reprimir un grito de espanto. Prim lloraba, pero se mantenía erguida. Sabía que no se rendiría al dolor tan fácilmente. Y entonces lo tuve claro.
-Voy a ir con ellos, Prim. No puedo abandonarles, no quiero volver a perderlos.
Para mi sorpresa, asintió, segura con respecto a mi decisión.
-Iré contigo, mamá. Juntas seremos más fuertes. -dijo con valentía.
Dios mío, era clavadita a mí.-Antes deberíamos coger provisiones, no sabemos dónde acabaremos...
Antes de que pudiera acabar la frase ya era demasiado tarde. El agujero se alzó por los aires y nos engulló al instante.
Solo recuerdo que me encontraba rodeada de oscuridad. Oscuridad absoluta. Pensé en Peeta. En mis hijos. En mi hermana. En Gale. En mi madre. En Finnick. En Cinna. En Rue. En cómo era mi vida y lo que sería de ella. Y entonces dejé de pensar y caí en un sueño profundo.
Cuando desperté, yacía sobre un colchón mullido en una habitación completamente blanca. No tenía ni idea de dónde estaba, o cuánto tiempo había pasado desde que había sido deborada por aquel agujero. Ni donde estaba Peeta, Prim y Gale...
Mi familia.¿Dónde estaban? ¿En otra habitación como aquella? ¿Habrían vuelto a casa? ¿Habrían...?Unos golpes en la puerta interrumpieron mi sucesión de preguntas. ¿Serían ellos? ¿Me habrían encontrado?
La desilusión me inundó cuando una muchacha vestida de blanco (que lugar más extraño, vaya obsesión con el blanco) entró con un carrito con un montón de máquinas que no identifiqué. Sonreía de oreja a oreja.
-¡Hola! Por fin te has despertado... Bien, porque tienes visita. ¿Katniss Everdeen verdad?
Asentí aunque no entendía nada de lo que estaba ocurriendo.
-Muy bien. ¡Señorita Reynolds! Su prima ya se ha despertado.
¿Mi... prima?
Una chica, de apenas 20 años apareció en la puerta.
-¡Oh Katniss! ¡Que susto me has dado! -gritó con cierto aire dramático. Se acercó a donde me hallaba tumbada y me abrazó. ¿Quién narices era aquella tía?
-Monica, ¿podrías dejarnos solas? Tenemos que hablar. En privado.
La muchacha de blanco salió con sus cachibaches por la puerta y nos dejó solas. Entonces la cara de la chica cambió. Ya no sentía preocupación por mí, sino asombro.
-OH MADRE MÍA, ESTOY ANTE LA MISMÍSIMA KATNISS. NO ME LO PUEDO CREER. O SEA, ERES TÚ.
Ahora sí que no entendía nada.
-Hola...
-Marina. Me llamo Marina. Claro tú no me conoces. Que cabeza la mía.
-Sí... ¿Dónde estoy? ¿Y mi familia? ¿Cómo sabes quién soy?
-Muchas preguntas. Tranquila te lo explicaré todo. Tan solo puedo decirte que te encuentras en Blueriver, y que he sido yo quién te ha sacado del libro.
¿Qué?
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Remember
Fanfiction¿Que pasaría si todos los personajes de nuestras novelas favoritas fueran expulsados del libro y enviados a nuestra realidad, donde tendrían que convivir juntos para siempre? ¿Y si no recordasen absolutamente nada de su historia? Marina se siente s...