El dolor del olvido

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Katniss

-¿Katniss? ¿Estás lista?

La voz de Marina me sacó de mis ensoñaciones al instante. Me pasé el cepillo por el pelo por última vez y abrí la puerta del cuarto de baño.

-Sí, eso creo...

Marina abrió los ojos exageradamente y articuló un "Ala" para sí.

-Estás... -titubeó. -Estás muy cambiada.

Y así era. Me había lavado el pelo con un champú de no-se-que componente afrodisiaco y a continuación, siguiendo las indicaciones de Marina, había utilizado un "acondicionador" que había dejado mi pelo mucho más liso y sedoso que como de costumbre. Además, la joven muchacha también me había prestado algo de ropa, según ella para "no desentonar" en este mundo. 

Unos vaqueros se ceñían a mis piernas, remarcando mis pronunciadas curvas. Una camiseta negra de tirantes y unas sandalias completaban mi look 100% mundano, por designarlo de alguna manera.  Había decidido llevar el pelo suelto, algo poco frecuente en mí y me había perfilado ligeramente los ojos.

-Gracias.-respondí finalemente.

-Bien... Pongámonos en marcha. Tenemos mucho que hacer.

Asentí y seguí a Marina fuera del apartamento. El bullicio de la ciudad me resultaba bastante molesto, ya que me había acostumbrado a la tranquilidad del distrito 12, aunque decidí obviar el creciente dolor de cabeza y centrarme en la misión. Cuanto antes consiguieramos arreglar aquello, antes podría regresar a casa con mi familia.

Caminamos durante un buen rato sin lo que parecía una dirección fija. No obstante, Marina se mostraba decidida en su búsqueda. Al cabo de unos minutos, mi curiosidad me superó y rompí el reinante silencio.

-¿Qué estamos buscando exactamente?

-A alguien con magia.

Me frené en seco.

-¿Perdón? ¿Has dicho a alguien con magia?

Marina también se paró y me miró con cierta resignación.

-Katniss, ya te lo he explicado. Hay muchos libros que tratan cosas fantásticas, y entre ellas está la magia. La necesitamos si queremos sobrevivir aquí.

-Sigue sonando absurdo.

Marina puso los ojos en blanco y siguió caminando. Tras un debate interno, me decidí a seguirla. No volvimos a hablar hasta que por fin nos encontramos con la magia.

-¡Allí está! -gritó Marina, señalando a un joven con gafas que se encontraba sentado en un banco .

Corrimos en su dirección hasta que estuvimos a tan solo unos metros y él pareció percibir nuestra presencia.

-¡Harry! ¡Hola!

El muchacho miró aterrorizado a Marina, como si ante él acabese de aparecer un fantasama. Hizo ademán de levantarse, pero Marina se lo impidió.

-¡NO! No te vayas. No vamos a hacerte nada, solo queremos tu ayuda.

-¿Mi ayuda? ¡Soy yo quien necesito ayuda! Estaba durmiendo en casa de mis tíos y de repente me despierto aquí, en medio de un parque en una ciudad en la que jamás he estado, totalmente desorientado. Y a continuación una LOCA que parece conocerme llega y me pide ayuda.

Me cae bien este chico.

-Mira Harry, no tengo mucho tiempo para explicarte que está ocurriendo aquí. Me llamo Marina y yo te traído aquí desde tu "mundo"...

-¿Mi mundo? ¿Qué mundo?

-¡DÉJAME ACABAR! No tengo tiempo para contártelo todo. Te haré un resumen breve: eres Harry, Harry Potter. Tus padres fueron asesinados por tu peor enemigo, al cual por cierto venciste, aunque no lo recuerdes. Estudiaste en Hogwarts y te covertiste en un gran mago. De momento confórmate con esto. Sé que no me crees, pero es así. Y ahora mueve el culo y síguenos.

Que directa, sí señor.

Harry vaciló un momento, pero finalmente se levantó. Marina echó a andar rápidamente en dirección a la playa de la ciudad y yo aproveché la ocasión para presentarme al muchacho mientras la seguíamos.

-Hola Harry. Yo soy Katniss, y también vengo de un libro.

-¿Un libro?

Mierda.

-Sí... Sé que es difícil de asimilar pero es así. Marina nos sacó de ellos y nos trajo aquí, al mundo real. Después de que se nos borrase la memoria. Bueno a todos menos a mí. Sé que tienes muchas preguntas, pero cuanto antes la ayudemos, antes acabará todo esto y todo volverá a ser como antes. Así que haz lo que te diga, y pronto lo recordarás todo.

Harry asintió, aunque sus ojos desvelaban cierto temor. Iba a continuar animándolo cuando Marina comenzó a gritar, al igual que el resto de la gente de la zona y entonces vi una criatura inmensa surgir del fondo del mar que se extendía ante nosotros.

-¡Corred chicos!

Atendiendo a las palabras de Marina, Harry y yo la seguimos los más velozmente que podíamos entre el pánico que se había instaurado entre la población. Gritos, sollozos, terror en estado puro. Al parecer no era frecuente que un calamar gigante se alzara desde el fondo marino para hacer una visita a la ciudad.

Cuando llegamos a un callejón sin salida, paramos a recuperar fuerzas. Marina se sentó en el suelo, temblorosa y Harry y yo la imitamos.

-¿Qué era eso? -pregunté nerviosa.

-El Kraken.-respondió Marina en un suspiro.

-¡He leído sobre ello! -añadió Harry con falso entusiasmo , camuflando el terror se sus palabras. -Es una criatura mitológica que devoraba a los marineros que avistaba.

-Pues creo que si no la detenemos no se comerá solo marineros.

Marina se tapó los ojos os la manos y se inclinó hacia delante, gesto que yo ya había presenciado y que era señal de que estaba pensando en algún plan. Mientras, yo decidí levantarme y observar el panorama fuera del callejón. Y fue entonces cuando le vi corriendo entre la multitud. Era él. Era Peeta.

-¡Peeta! ¡Peeta!

Sin pensarlo, salí tras él, pero una mano agarró mi camiseta y me impidió  seguir mi camino. Marina me tapó la boca y me arrastró de nuevo a nuestro escondite.

-¡Katniss! ¿Que narices haces?

-¡Era Peeta! ¡Le he visto!

-¿Y que ibas a hacer cuando él te viera? ¿Besarle?

-Yo...

-No Katniss. Sería demasiado doloroso para ti. Recuerda que solo se acuerda  del episodio del pan. Para él, nada más ha ocurrido entre vosotros. No tiene mas recuerdos sobre ti, ni tampoco de vuestros hijos, ni tan solo de vuestro amor.

Comencé a llorar sin poder evitarlo. Todo aquello ya lo sabía, pero seguía resultando muy doloroso.

-Tss, no llores. -me consoló Marina, mientras me abrazaba. Harry nos observaba desde su posición, compadecido. -Te entiendo, ¿sabes? No te puedes imaginar cuanto.

Seguramente, sería así. Pero yo solo podía pensar en Peeta. Ni si quiera recordaba que nos encontrabamos en pleno ataque del Kraken.

Él no me recordaba.

Y es que dolor del olvido era el más profundo de todos, y yo lo sentía en el lugar donde hacía tan solo unas horas, residía mi corazón.






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