Vacío

218 14 3
                                    

Patch

Me desperté sobresaltado. Un sudor frío descendía por mi frente y un temblor incesante se extendía por todo mi cuerpo. Intenté incorporarme sin éxito, por lo que mantuve la vista fija en el techo de mi habitación.

La pesadilla había sido tan vívida que creí que era real en todo momento. Nunca había sentido nada más aterrador en mi vida.

No puedo describir el dolor que se instauró en mi pecho cuando se llevaban a aquella chica. Ella gritaba mi nombre pero yo no podía moverme. Necesitaba llegar a ella. Necesitaba salvarla.

Una vez despierto, el dolor se había disipado en su mayoría. Aunque lo cierto es que seguía sintiendo una pequeña punzada en el corazón. No tenía ni idea de quien era la chica de mi pesadilla, ni por qué sentía tal necesidad de protegerla.

Decidí ignorar los pensamientos que se arremolinaban en mi mente y de nuevo intenté levantarme. Para mi sorpresa, lo conseguí. Los temblores ya habían cesado por lo que no me resultó difícil llegar hasta baño para darme una ducha y despejarme.

Bajo el agua caliente, intenté poner en orden mis verdaderas preocupaciones. Necesitaba conseguir un cuerpo humano antes del Jeshván. Uno que fuese mío para toda la eternidad.

Como ángel caído, la única forma que tenía de "sentir" en el significado biológico de la palabra, era poseyendo el estúpido cuerpo de mi Nefilim vasallo durante las dos semanas de Jeshván.

Pero para conseguir deshacerme de él, debía acabar con la vida de la muchacha de la que me habló el Libro. Y lo haría, pasase lo que pasase.

Una vez fuera de la ducha, dispuse la toalla en torno a mis caderas, me miré en el espejo un instante y salí del cuarto de baño.

Y entonces, en mi camino hacia la cómoda donde guardaba la ropa, pisé algo que me hizo un daño atroz en la planta del pie.

-¡Joder!

Me dolía, mucho. Me dolía...

Mierda.

Aquello era imposible. Yo no podía sentir físicamente. Nada, absolutamente nada. Pero la sensación de dolor era real, estaba seguro de ello.

Me senté sobre la cama y examiné la herida. Una chincheta se hallaba clavada profundamente en mi piel. Me la saqué con cuidado, sin poder evitar que una mueca de dolor me cruzara el rostro. Había olvidado lo que suponía herirse cuando eres humano, pero tan solo era una de las pocas desventajas de sentir.

La cuestión era que yo seguía siendo un ángel caído, la atracción a la maldad era palpante dentro de mí, por lo que no entendía por qué mi sentido del tacto había despertado.

Tras unos minutos procesando la situación, decidí que no encontraría respuestas si me quedaba en casa. Debía dar con alguien que me explicara que estaba sucediendo, porque sinceramente yo no tenía ni la más remota idea.

Me vestí rápidamente, cogí las llaves de mi moto y salí por la puerta que daba al parque de atracciones Delphic, bajo el cuál se encontraba mi hogar. Bueno, o eso pensaba antes de salir.

La gente que paseaba por la acera frente a "mi casa" me observaba como si de un fantasama me tratase. Y es que la palidez habitual de mi rostro se había visto incrementada por el estado de shock en el que me encontraba. Hasta que transcurridos unos segundos que me parecieron eternos, el estruendoso ruido del tráfico me sacó de mi ensoñaciones y finalmente fui consciente de lo que tenía ante mí.

No había rastro de las atracciones destartaladas que solía encontrarme cada mañana al cruzar la puerta, sino que habían sido reemplazadas por un montón de tiendas diversas que se extendían a lo largo de toda la calle. El pánico se apoderó de mí por segunda vez consecutiva aquella mañana. Primero sentía el dolor, y ahora aparezco en una ciudad en la que jamás había estado.

RememberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora