Capítulo 4

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Al otro día toda la mañana estuve en las clases de manejo, el hombre de las clases de manejo resultó ser un tal Erick, un poco impaciente, pero era buen maestro en fin. Aprendí desde cero, porque no sabía nada de nada, me enseñó en estándar y era un poco más difícil de lo que pensaba, pero la primera clase estuvo bien. Fue algo estresante al principio, pero al final, cuando las horas de clases acabaron, fue un alivio. Mi papá me había dejado ahí solita en las clases y mi maestro Erick me regresó a mi casa, y prometió que en poco tiempo yo podría manejar el carro hasta ella, yo estaba ilusionada por eso, pero ahora pensándolo mejor, ésa no era tan buena señal.

Me hice de comer un bistec y espagueti, algo tranquilo. Mientras me sentaba en la mesa para comer, me llegó una notificación a mi celular. "Rodrigo Castillo quiere ser tu amigo" decía, sonreí y lo acepté, terminé de comer y me llegó un mensaje por Facebook.

"Hola vecina ¿tienes WhatsApp?"

Me emocioné y sonreí.

"Sí, es éste..."escribí mi número, dejé el celular en la mesa y lavé los platos esperando ansiosamente que me contestara algo.

*Riiiing* hizo mi celular, significaba un mensaje de WhatsApp.

"¿Qué onda? ¿Qué plan tienes hoy?"

Wow, estaba sorprendidísima de él, lo había subestimado, era un chico más energético de lo que pensaba que era, un lunes cualquiera de vacaciones y él ya quería salir a disfrutar de la vida.

"Vamos a donde quieras, Rodrigo" contesté.

"Iré a la plaza comercial de aquí cerquita en un rato a comprarle un regalo a mi mamá, ya que falta muy poco para su cumpleaños. El punto es que no quiero ir solo... ¿Sí me acompañas?" propuso.

"Sí, Rodrigo. ¿A qué hora nos vemos?"

"¡Paso por ti en quince minutos!"

"¡Hecho!"

Subí como loca a arreglarme lo más rápido que pude, hasta que el sonido de la bocina de la camioneta del señor Carlos me avisó que Rodrigo estaba ahí, excepto que el señor Carlos no iba manejando, era Rodrigo.

Subí a la camioneta y lo miré, iba guapísimo con una camisa blanca, un pantalón de mezclilla, unos tenis marca puma y una pulsera que claramente decía: "I kicked cancer's ass" ésta se la dieron en el hospital donde llevaba su tratamiento, después de, como decía su pulsera haber golpeado —no literalmente— el trasero del cáncer.

—Gracias por acompañarme, Cit. Patricio no quería hacerlo, últimamente ha andado triste, creo que es por el cambio de casa...

—¿Entonces él no siempre es así de serio? —pregunté un poco confundida.

—Sí, es serio, es el más serio de la casa, pero una cosa es ser serio y otra es estar triste.

Afirmé con la cabeza y me quedé callada, Rodrigo encendió la camioneta y nos dirigimos hacia la plaza comercial, la cual estaba a unos cinco minutos en auto de mi casa. Durante el camino no hablamos de nada, escuchamos música y me pregunté: ¿Por qué querría él ser mi amigo o salir conmigo? ¿Qué vio en mí que no vio en los demás? Pensaba que sólo era para ser amable, porque mi papá y yo lo habíamos ido a ayudar a su casa y se sentía en deuda conmigo. Le quería decir que no era así, que no estaba en deuda y que no tenía que ser amable conmigo por eso, que dejara de fingir y que fuera sincero, si no quería ser mi amigo, que no lo fuera y ya. Yo detestaba a la gente falsa, pero él no se veía así, tal vez era su estrategia, sacarme todo el jugo posible viéndose "no falso" y en el fondo lo era. Era demasiada amabilidad y nobleza para ser verdad.

Cosas que no duran (Cosas que no duran #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora