Capítulo 13

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Había muchos colores alrededor de mí. Sentía que yo no era yo, era otra persona, no era Citlally Domínguez, era... Una mariposa. Me gustan las mariposas, me gustan. También me gustaba Héctor, él era como yo, decía que quería un helado de melón, y ya era la quinta vez que me tocaba los senos y los masajea, no quería que lo dejara de hacer, por eso no le dije nada. Había más gente con nosotros pero no recuerdo sus nombres. La mayoría reía, me daba gusto que estuvieran felices. Una mujer entró al bar y nos miró con asco. Yo estaba toda sudada y un amigo de Héctor comenzó a besarme el cuello, yo lo tomé de la cabeza y lo dejé, quería que lo hiciera todo el día, me excitaba muchísimo. Quería acostarme con alguien a pesar de que nunca lo había hecho.

"Qué vergüenza... nunca me he acostado con alguien" pensé.

Quería besar a Héctor pero él estaba totalmente perdido, yo había tomado sólo una tacha y él tres, me asustaba que realmente no estuviera dormido.

Quité al chico que me besaba y me subí a la mesa, sentía la música dentro de mí, yo era la música, ella no me movía a mí, yo la movía a ella. Levanté los brazos y los agité en el aire, grité, pero sentía que mis gritos no se oían, de pronto sentí aquel aroma, la loción de Rodrigo, un chico de los que pasó a un lado de mi mesa y no dejaban de reírse de mí llevaba puesta una loción igual, pero ese chico no se parecía a Rodrigo, ese chico era feo.

—¡Estás ojete, güey! —grité y seguí bailando mientras los colores rodeaban el bar.

"Quiero ver a Rodrigo, lo quiero abrazar, y me quiero ir de aquí...".

Moví un poco a Héctor y estaba totalmente inconsciente, le pedí a los que estaban a un lado de mí que me ayudaran a moverlo pero tal parecía que hablaba en otro idioma porque ellos no me hicieron caso. Todos siguieron bailando.

Me tomé un litro y medio de vodka, tenía muchas ganas de ir al baño y también de vomitar. No sabía cuál haría primero... Corrí al baño y oriné finalmente. Me subí los pantalones, me puse en posición para vomitar y lo saqué todo. Me entró un sabor horrible en la boca y eso hizo que me dieran más ganas de vomitar. Oí que alguien tocó la puerta, era un hombre que me dijo que ya iban a cerrar el lugar. No tenía idea de qué hora era, así que le pregunté y él me contestó que eran las tres de la mañana. Me levanté con mis pocas fuerzas y me puse de espaldas a la puerta y a pasos pequeños salí del baño. Me lavé la cara, no me importó que se me cayera todo el maquillaje. Me sentía asquerosa.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me había tomado la tacha, pero estaba segura que me la había tomado a las doce y ya me sentía horrible. Ya no me sentía una mariposa, me sentía una basura. Me miré al espejo y puedo ver detrás de mí todas las cosas que hasta ese momento había alejado por mi forma de ser. Pude ver a mi mamá, a mi papá, a Rodrigo, a la chica que es vecina de Héctor, a "La perra" y a Patricio... Todos me estaban diciendo lo asquerosa que era, todos me gritaban, todos estaban atrás de mí gritándome en la oreja y yo también comencé a gritar, me tiré al suelo y me arrastré, pensé que con eso sería suficiente y que se irían, pero cuando volteé para el techo, ahí seguían. Estaban todos ahí. Todo el maldito tiempo. No tenía escapatoria, se veían tan reales. Rodrigo tenía un arma, parecía una pistola pero no sé qué tipo, no conozco de armas. Él me gritó y me dijo que desapareciera de su vida o me mataría, me tapé los ojos, lloré y me quedé acostada en el suelo.

—Yo soy buena, yo soy buena —grité a Rodrigo.

Él no decía nada y seguía apuntándome con su pistola.

—Te amo, te amo, te amo... —dije mientras lloraba.

"La perra" le dijo que no me escuchara, que disparara.

Cosas que no duran (Cosas que no duran #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora