ALIMENTACIÓN MILAGROSA

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La comida saludable fortalece los cuerpos sanos: disfrútela.

Supongamos que acaba de comprar el automóvil de sus sueños: un Porsche Panamera, un Mercedes-Benz Clase S, o un Audi A8. ¿Se le ocurriría usar el combustible de menor grado posible, descuidar el cambio de aceite, o ignorar completamente todas las sugerencias de mantenimiento del fabricante? ¡Por supuesto que no! Si hubiera pagado más de 90 mil dólares por un auto de lujo, sería extremadamente cuidadoso en cuanto a mantenerlo en óptimas condiciones.

El cuerpo humano es mucho más hermoso, complejo y finamente ajustado que cualquier automóvil del mundo. Nuestro cuerpo es una maravilla de ingeniería de infinita inteligencia. Piense en lo fabuloso de una única célula, la complejidad del cerebro, los laberintos del corazón, o el milagro divino del nacimiento. Quedamos fascinados por el diseño, creado con tanto cuidado y destreza, del cuerpo humano. Un Creador amante hizo un divino esfuerzo para crearnos, y así como un auto de lujo, nuestro cuerpo también necesita el mejor combustible posible para dar energía a nuestra vida, y ese combustible proviene del alimento que ingerimos. Sin un combustible de primera, el rendimiento de un auto de lujo disminuye, se pierde potencia y el motor no funciona tan suavemente. Y, sin la nutrición correcta, nuestro cuerpo tampoco funciona correctamente.

Una dieta equilibrada de los mejores alimentos escogidos proveerá los nutrientes esenciales necesarios para el crecimiento, el mantenimiento y la energía. Cuando elegimos comida de baja calidad o no comemos suficiente aun de los mejores alimentos, la maquinaria del cuerpo sufre. Y si comemos demasiada cantidad de comidas muy refinadas, podemos fácilmente engordar y sufrir falta de nutrientes vitales. A nuestro Creador le importa nuestra salud, y también debería importarnos a nosotros. El apóstol Juan ciertamente hizo eco del deseo del corazón de Dios cuando oró: "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma" (3 S. Juan 2).

Cuidar de nuestro cuerpo no es algo que hacemos además de ser cristianos. Está en el centro del plan de Dios para nuestra vida. No malentienda. No podemos llegar al cielo por lo que comemos. Somos salvos por gracia y solo por gracia (Efesios 2:8). Sin embargo, podemos dejar de alcanzar el propósito de Dios para nuestra vida si nuestros malos hábitos alimentarios nos traen enfermedades prevenibles y muerte prematura. No se equivoque: lo que comemos es importante.

Comprender la buena nutrición

Alimentamos nuestro cuerpo con los alimentos que elegimos comer. Nos proveen los nutrientes esenciales para una vida productiva y saludable. La digestión es el intrincado proceso de separar el alimento en sus componentes básicos para que el cuerpo pueda asimilarlo y usarlo para sustentar la vida. Este proceso comienza en la boca, se mueve al estómago, luego al intestino delgado y finalmente al colon.

Podemos dividir los nutrientes que necesita nuestro cuerpo en estas categorías importantes:

Carbohidratos: En una dieta tipo "combustible premium". La mayor porción de carbohidratos debería provenir de fuentes ricas y no refinadas, tales como los granos enteros, las legumbres, las frutas y las hortalizas.

Proteínas: Cada célula del cuerpo contiene proteínas. El crecimiento y la reparación de los tejidos las requieren. Aunque casi todos los alimentos tienen algo de proteínas, los productos animales tales como la leche y los huevos también son buenas fuentes, pero no las únicas. Las legumbres (porotos o frijoles) son una excelente fuente de proteínas.

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