Tras salir de la herrería, Mitem no le habló a Jeyne nada sobre lo que ha pasado con Gendry, ignorando los hechos, lo cual preocupó a Jeyne. Pero por otra parte...
Se sentía culpable porque había escapado. Ella recordaba ese día con borrones como si fuera un sueño mal hecho. Él se iba a quedar con la Hermandad sin Estandartes, abandonándola también, como lo había hecho muchos de sus amigos y familiares. También estaba enfadada con la Hermandad, y no recuerda por qué. Qué estúpida fui. Si hubiese tenido mi boca cerrada por una vez, no estaría aquí y estaría en... en... ¿Dónde estaría? No sabe nada sobre la Hermandad ahora, pero algo debe de ir mal como para que a Gendry le vendan como esclavo. No habría venido a tiempo para reunirse con su madre y su hermano Robb igualmente. Quizás tuve que escapar por mi bien, aunque fuera con el Perro. De repente otra cara que estaba olvidando volvió a aparecer. El Perro. Lo dejó moribundo en Poniente, pero ¿habrá muerto realmente? Lo dejó fatalmente herido, y no había nadie por ahí cerca. Por otra parte, no se lo imagina muerto.
—Por la noche iremos de nuevo a la taberna —dijo Mitem enfadado—.
No debería pensar en esto. Esto pertenece al pasado de Arya Stark, y yo no soy Arya. Yo soy nadie. Quizás el hombre bondadoso sí tenía razón.
La taberna era un lugar mágico para los hombres y único para Jeyne; seguía siendo un sitio oscuro y sombrío, pero el encanto de las velas y las personas en la taberna revitalizaba el ambiente que había. Era demasiado alto como para ser una sola habitación, con sus mesas y sellas de madera de ébano, algo que no todos los braavosis se pueden permitir, sin embargo, los muebles eran antiguos y viejos. Estaba sirviendo esta vez en la taberna Syela, la hija del tabernero, un poco más mayor que ella pero que sin embargo se había acostado con un número más grande de hombres que su edad y la de Syela juntas. Era bastante bonita a decir verdad; su sonrisa de niña dulce contrastaba con esos ojos ámbar, siempre mirando por debajo a los demás. Era bien pálida y sus manos parecían de porcelana. Lo único que le arruinaba el aspecto era su enorme nariz, pero eso a lo hombres no parecía importarles.
En la taberna había de todo tipo de hombres; desde los más pobres con dinero que habían robado de alguien desde los más ricos que los habían robado para beber aquí pero sin embargo no les importaba demasiado. Y en esta taberna se olvidaban de quién era quién en la ciudad, todos eran hombres, con un mismo objetivo: beber hasta dormirse. Y por eso ricos y pobres, buenos y malos, jóvenes y viejos, se reunían para beber y reír hasta que su cuerpo no aguantase más. Añoraría este tipo de taberna cuando haya acabado con su misión.
Esta noche Mitem estaba bebiendo más de la cuenta y se estaba emborrachando más que nunca con sus amigos. No había invitado esta vez a Gendry, quien se mantenía en una oscura esquina de la habitación bebiendo de su soledad. Mitem había intentado ignorar lo que había pasado en la herrería a pesar de que no sabía qué era; estará pensando en lo peor, y por eso beberá tanto.
—Jeyne, bella niña, ven conmigo, que me siento muy solo —Mitem cantaba con sus mejillas al igual que el color de su barba—.
Mitem, a pesar de decir que es braavosi, a ella le recuerda a un salvaje que tanto contaba una vieja una vez en su pasado en los cuentos que escuchaba de niña; era alto, más alto que Gendry, musculoso y fornido, con aspecto de bruto, con ese pelo rebelde pelirrojo, pero sus ojos delataban la dulzura que él poseía; no era mala persona, no después de todo.
Pero esta noche algo estaba diferente. Sus ojos marrones la miraban como si fuera un trofeo, algo que ella quería conseguir, pero a la vez está un poco inquieta; él es demasiado bárbaro, y ella todavía era demasiado joven. Debo de confiar en el Dios de Muchos Rostros, él le dará el regalo cuanto antes.
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Años Perdidos
FanfictionElla intenta adaptarse a su nueva vida en Braavos tras incidencias que pasaron recientemente, pero un fantasma en su pasado ha vuelto y revolucionará sus sentimientos como un huracán, sin saber cómo meterlo en su nueva vida. Un shortfic de Gendrya...