Cap. 4

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Leo detuvo el autobus y apresuró a su hermana para que bajasen antes que el "grupo de idiotas" (como el les llamaba) bajasen junto con ellos.

Apenas dieron unos pasos Leo sintió que alguien le miraba, pero no era el grupo de grandulones, el dueño de esa miraba estaba en el autobus.

El autobus partió... sin darle una oportunidad a Leo de encotrar a aquella persona. Se volteó al frente descepcionado y notó que Martina todavía estaba paralizada mirando al autobus que se iba. Ella logró reconocer que Dylan era quien miraba a su hermano. Leo le tironeó de la mano para hacerla reaccionar, pero solo logró que en su rostro se esbozara una dulce sonrisa.

-  D: Tu sonrisa me da escalosfríos - dijo Leo abrazándose a si mismo. Martina le pegó en la frente.

- Despierta hermanito, o nunca te darás cuenta de que tienes un admirador ojojojó.

- ¡¿De que hablas chica loca?! - le discutió, Martina solo continuaba riéndose finjiendo la risa de una cortesana y con las quejas de Leo continuaron su camino al colegio.

El resto del día para estos dos hermanos fue como siempre. Clases, más clases, y finalmente Leo regresaba antes que Martina acompañado de su grupo de amigos.

....... Los días seguían pasando y Leo seguía añorando al menos poder encontrarse una vez mas con el castaño dueño del gorro. Si al menos lo conociese pondría la devolución de su gorro como una escusa para volverle a ver, pero como no sabía nada de el al menos se tranquilizaba con la idea de que vivían en la misma ciudad.....

....o eso creería.....

El viernes de la semana que le siguió a la convención... Martina, se dirijió a la clase de su hermano para pedirle un favor, este se apresuró ya que ella no solía ir a buscarlo después de clases.

- ¡Leo necesito que compres algo por mi, te lo ruego! - Martina juntó ambas manos y se inclinó ante el - ¡POR FAVOOOOOOR!

Leo ya se imaginaba de qué se trataba, su estómago comenzó a revolverse y su piel se tornaba de un color verdoso....

- No me digas que.... quieres que te vaya a comprar un video juego recién lanzado todo porque te castigaron los profesores - soltó sus sospechas el mediano.

- ¡Por favor! Tengo que jugar ese juego hoy mismo

- Definitivamente no alimentaré tu viscio.

- ¡Te lo ruego hermanitoooooo! - Martina se tumbó a los pies de Leo implorando con lágrimas en los ojos.

- ¡He dicho que no!

- Te lo imploro Leo bello, mi vida, corazón.

- ¡QUE NO, LOCA! - Leo liberó un pié del agarre de su hermana, ella se aferró al otro y leo comenzó a arrastrarlo para librarse también pero en lo que iba haciéndolo Martina no lo soltaba, la gente a su alrededor se mataban de la risa.... llegaron hasta el final del corredor y las risas iban disminuyendo.... Leo bajaba torpemente las escaleras con Martina todavía abrazada a su pié.... y todos quedaron mudos.

- ¡LEOOOOO! - continuaba implorando su hermana.

- ¡ESTA BIEN! - gritó.

- ¡Sabía que acabarías aceptando! - saltó como coneja soltando el pie de su hermano y le abrazó asfixiandolo con su cara entre las gemelas de su pecho.

Leo pasó de estar verde a un lila intenso....

Después de soltarle, Martina le entregó dinero suficiente para que le comprara el videojuego y algo que se le antojase como recompensa. Leo se encaminó a su destino cabizbajo como todas las veces que había tenido que complacer los caprichos de su hermana. Si no fuese porque Martina se quedaba hasta tarde jugando sería más cumplida en el colegio y no tendrían que castigarla tan a menudo, y no tendría que ponerlo en aquella posición a su hermano.

Leo caminó y sintió como se le abalanzaban por la espalda sus amigos. Se le reían porque otra vez tendría que cumplir los caprichos de su hermana, sus orejas se volvían rojas de la rabia y no les decía nada porque ya no quería humillarse más.

Leo y su grupo de amigos tomaron el autobus como siempre y al cabo de una media hora tuvo que despedirse de sus amigos y verlos irse tristemente cuando el tambien podría ir con ellos a casa... pero claro, no podía porque debía cumplir el encargo de Martina.

Leo suspiró, y pronto una mujer embarazada subió y no se hizo lio en ofrecerle su asiento, el autobus iba demasiado lleno, más que de costumbre. Sintió una mano gruesa deslizarse por sus caderas hacia sus muslos, quiso enojarse y pegar al que le estaba manoseando pero escuchó un grave quejido y al darse la vuelta se encontró con unos marrones ojos que reflejaban preocupación en la cara de su dueño. Se trataba de Dylan, había visto a Leo desde que subió al autobus, de hecho todos esos días, pero jamás se había atrevido a hacer nada... no hasta que vió cómo un hombre robusto le ponía las manos ensima a Leo. Dylan empujó al hombre aprovechando que el autobus se balanceba, pero no calculó que Leo se percataría que una vez más volvía a rescatarlo.

Dylan notó que las mejillas de Leo se teñían de rojo, y este rojo carmesí pronto se expandía por todo su rostro.

- ¡¿Que te pasa maldito mocoso?! - le gritó el hombre a Dylan agarrandolo del cuello de su camisa. Dylan en cambio le dirijió una filuda mirada, aprovechó para insultarle y con un ágil movimiento se liberó del agarre del hombre y tomó la muñeca de Leo.

Dylan presionó el botón para que el autobus se detuviese en seco, el conductor le trató pero al ver que se armaba un alboroto entre los pasajeros abrió la puerta y el par salió corriendo.

Sus corazones latían aceleradamente, no sabían si el hombre les perseguía, no sabían ni a dónde se dirigían.... no sabían si solo corrían porque una desconosida felicidad se adueñaba de sus piernas y les dejaba perderse en ese momento de reencuentro.

Al cabo de unos cuantos minutos desaceleraron y se detuvieron. Ambos respiraban pesadamente, pero Dylan no soltaba la muñeca de Leo, y Leo en cambio miraba aquel agarre deseando que no le soltase.

Leo era tan feliz, su corazón le palpitaba más aceleradamente que cuando corrían... no podía creer que se volvía a encontrar con el castaño.

¡Noob a la vista! - Yaoi [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora