Me desperté sintiendo algo muy raro, como si luego del accidente mi mente se hubiera adormecido y a hora, hubiese despertado rotundamente. Es cierto que cuando la mente es ágil, el cuerpo también lo es y el animo se torna estable, por lo que no me costó esta vez pasar de mi cama a la silla e ir a la cocina a desayunar. Mi hermana recién se levantaba por lo que esa mañana no se sentía en la casa el olor a tostadas y café. Lo que sigue es desastroso. Nunca fui aliado de la cocina, ¡JAMÁS! Pero ese día me sentía lo suficientemente valiente como para llevar adelante una hazaña culinaria: Tostadas y café. En mi vida había prendido una cafetera, las tostadas no fueron un problema. Digamos que de diez tostadas solo pudimos comer cuatro. No fue mi culpa, claro está, el tostador me odia profundamente. Aunque ese odio es mutuo.
Había pasado la mitad de la noche pensando. El día anterior había sido un antes y un después por varias razones. Una importante razón era que de a poco iba despejando mi mente y pensando con mas claridad, ya no tanto en mi, sino en los demás. Otra importante razón era que ese día fue especial para mi y para cynthia. Las promesas siempre fueron una prioridad en mi vida, al menos las que yo hacia. El día anterior, antes de despedirnos, prometí confiar en ella así como ella había confiado en mi para contarme su situación. Ella solo respondió diciendo "es un hecho", y por alguna razón solo con esas tres palabras, yo entendía todo. Es como uno de esos casos en los que un gesto, una mirada o una acción simple dicen mucho mas que mil palabras, ella solo dijo eso, pero yo entendí que dijo "te creo, confío, te veo luego, es... un hecho".
A pesar de mis intentos de hacer el desayuno (intentos que por supuesto fueron fallidos) aún seguía con buen humor. Abigail, luego de reírse un largo rato de mi intento de desayuno, nos invitó a mamá y a mi a desayunar a una cafetería. Me gustaba mucho salir con ellas dos. Al ir y al volver elegíamos caminos diferentes, es hermoso caminar por Manhattan, o bueno, andar. A ellas les gustaba mirar vidrieras, y la verdad eso nunca me molestó. Podían estar treinta minutos mirando zapatos y yo las acompañaba, recuerdo que no se resistían al pasar por alguna chocolateria. En fin, ese día mamá no fue con nosotros, creo que no se sentía bien, de hecho tampoco había ido a trabajar ese día. Entonces fuimos con Abigail.
Al llegar a la cafetería nos sentamos cerca de una ventana. A mi hermana y a mi nos encantaba mirar al exterior cuando desayunábamos. Era como anticiparnos al día.
-¿y? ¿que me cuentas? Al parecer te está haciendo muy bien ir al centro de rehabilitación, pero últimamente no me cuentas nada- Dijo Abigail, rompiendo el silencio y obligándome a quitar la vista de la ventana.
-Está... bien. El lugar es bastante grande. Y siempre es lo mismo, tu sabes... Llegar, ejercitar, entrenar... Rehabilitarme y volver- Le respondí, como intentando evadir cualquier otra pregunta, aunque en la mirada de mi hermana desbordaba en interrogantes.
-¿y? ¿que mas?- preguntó nuevamente acomodando sus brazos. Por cierto, nunca le había contado a ella sobre Cynthia.
-Conocí a alguien- Le dije rápidamente.
-Oh! galán! cuéntame más, ¿es una rehabilitada? Ya tienes a alguien que tire de tu silla.
-De hecho es como....
-no me digas! le falta una pierna
-Las dos. Es como yo- Podría jurar que en ese momento la cara de mi hermana se tornó pálida.
-Perdón... no... no quise decir nada de eso. De verdad me parece genial que hayas conocido a alguien. cuéntame.
Pasamos unas dos horas desayunando y hablando. El camino de vuelta fue un tanto especial, fuimos a un parque cerca de la cafetería. Mi hermana corría por los caminitos y yo la seguía a gran velocidad. Jugamos en la fuente salpicándonos agua, tal como lo hacíamos de pequeños cuando vivíamos en Buenos Aires. Unos metros antes de llegar a casa, se sentó en mis rodillas y la llevé en mi silla hasta casa. Al llegar me dijo "-Después de todo, esto no es tan malo, aun podemos jugar como niños-". Sonreí por un momento, nos abrazamos, y entramos a casa. Mamá no estaba, lo cual nos pareció raro. Tomé mi celular y noté que tenia unos mensajes de Cynthia.
-17 días para fin de año y sigo pensando si irás a soltarme luego... si tu fin era ocupar mi mente pensando todo el día, aplausos! lo lograste. Cuando veas estos mensajes contéstame, besos <3 EUH
La vería esa misma tarde, por lo que decidí no contestarle. Por el momento nunca se me había cruzado la idea de soltar su mano. En fin, pensando un poco me di cuenta que solo faltaban 17 días para Fin de año y 11 días para Navidad, en todo ese tiempo debería demostrarle a Cynthia que no soltaría su mano, también tendría que demostrarle a Abigail y a mamá que podría afrontar esto con la misma fortaleza que tenia al jugar basketball. Pero principalmente debería demostrarme a mi mismo que era posible vivir así, aunque tuviera que aprender desde cero. No podía rendirme, con tantas manos a mi favor, tendría que empezar a ver la luz luego de tanta oscuridad en mi.
¿cuanto esfuerzo se necesita para salir de un pozo? ¿realmente depende de la profundidad? ¿o mas que nada depende de la fuerza de voluntad? De a poco comenzaba a cuestionarme en cuanto a este asunto, Y se puede decir que ya no veía el pozo, sino mas bien, veía la salida. Estaba en mi el poner la fuerza necesaria para salir.
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Por Otra Vida
Fiksi RemajaLucas es un joven muy activo, atlético e inteligente, con una vida muy exitosa. Hasta que pronto se ve afectado por una de las mas grandes pruebas de su vida y una decisión crucial... Lucas se enfrentará a el mismo, a sus miedos mas profundos, pondr...