Capítulo 3: El inicio del fin, 26-Noviembre-1941, Océano Pacífico

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El mismo 26 de noviembre la Flota Combinada japonesa partió de las con destino a Pearl Harbor, con la finalidad de destruir a la flota estadounidense del Pacífico. Se realizó el primer ataque con más de 180 aviones, el 7 de diciembre a las 7:55 horas, la flota japonesa consiguió hundir seis acorazados, tres cruceros y otros cuatro navíos, además de destruir 188 aviones en tierra. El ataque además dejó 2.403 bajas.

A las 8:45 horas tuvo lugar un último ataque que finalizó a las 10:00, pero para este asalto las defensas ya estaban mejor preparadas, por lo que Nagumo canceló un tercer ataque que estaba programado. Al día siguiente, el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt se dirigió al Congreso solicitando que se le declarara la guerra a Japón.

Recuerdo perfectamente ese día, estuvimos en un acorazado unos treinta pelotones, al menos eso era lo que se decía, pero parecían muchos más los que hubiera, desde lejos se veía la batalla que se estaba e iba a desarrollar. Tomoyo y yo estuvimos algo nervioso ya que había demasiadas bajas tanto enemigas, como amigas. Los pilotos se estaban preparando era impresionante la función que desempeñaban, pero no podíamos tomar el control de la isla debido a los antiaéreos, ya que nuestro gran recurso, eran los cazas, para poder avanzar.

Nuestra misión era esa, destruir esos malditos antiaéreos. Pasado unos kilómetros, sonó la sirena para que empezáramos a embarcar me tocó con el mismo pelotón, mi amigo, estaba feliz por ir los dos juntos y no por separado, todos los soldados estaban aterrados, lo único que oíamos era sonar esa sirena de color roja, estábamos dentro de nuestro barco, transportador de oficiales hacia la guerra,

Todos estábamos allí dentro, nerviosos, sudando de pánico, y como no, aterrados. Se estaba oscuro en la cabina de desembarque, la única luz visible era la de la parpadeante sirena de color roja. Delante de nosotros se empezó a abrir la puerta poco a poco, al principio la imagen era impactante, cómo si hubiera un exceso de brillo, y poco nítida. El transporte empezó a moverse poco a poco cuando salimos del acorazado, al estar en el mar fuimos dirigiéndonos hacía la isla, poco a poco empezamos a ver nítido, éramos muchísimos barcos, muchos acorazados , cazas... y, muchas vidas en peligro a medida de que nos acercábamos era más fácil que nos aniquilasen con los morteros, estaba rodeados de aliados, pero conforme estábamos acercándonos, veía todo lo malo que iba a pasar, desde la isla disparaban morteros hacia el mar para poder destruir nuestros barcos, varios misiles destruyeron algunos barcos aliados, un misil se dirigió hacia nosotros, pero se desvió de su ruta y destruyó el barco que se encontraba al lado nuestra, no nos dio, pero hizo, que el barco se desestabilizara, pude ver como ardía el barco junto con la tripulación hasta que se hundieron, les seria una muerte muy dolorosa...

A unos dos kilómetros, aproximadamente, nuestro teniente, ordenó a los dos marines encargados de controlar las dos torretas frontales que comenzaran a disparar, todos sabíamos que era para nada, solo un mal gasto de munición pero... quizás se matase algo.

Cuando faltó un kilometro nuestro teniente dijo: ¨ ¡marines recarguen las armas!¨, la recargamos todos impacientes, con nuestras manos muy temblorosas, estábamos mirando para el suelo ya que éramos incapaces de ver lo que estaba pasando en esa isla.

Al ver a nuestros cazas dirigiéndose hacia la isla, se escuchaba tanto el motor que pensé que me iban a matar ya que pasaban por encima nuestra, al acercarse a la isla, la mayor parte de los cazas fueron destruidos por los antiaéreos, otros simplemente, les pasaba algo parecido, las ametralladoras, fallaban y destruían las alas, lo que provocaba, que se estrellasen en tierra. Cuando nos acercamos fue impresionante a unos 500 metros, cuando estábamos a punto de desembarcar, otro mortero vino hacia nuestra posición, nos derribó, el barco se rompió, en varios trozos, y todo salió ardiendo, por lo que me tiré al agua, el barco encalló y todos nos hundimos, mientras me ahogaba pude ver, con bastante nitidez, todos los cuerpos inertes hundiéndose en el agua, pero fuimos ayudados y rescatados por los aliados de otros barcos. Yo estaba atrapado, ya que una parte del barco descendía hasta el fondo, pero conmigo también, uno de los nuestros, se arrojó al agua, y cuando me vio, me pudo salvar. En el momento en el que estuvimos fuera del agua nos mandaron a combatir era muy peligroso estar levantados ya que era muy fácil que me mataran, así que nos agachamos como el resto. Todos estábamos en el suelo tumbados, agachados, intentando que no nos asesinaran, caminando agachados temerosos, había una gran cantidad de cadáveres en la costa de la playa, cuerpos sin cabeza, cuerpos atravesados por balas y una montaña de cadáveres enfrente nuestra me quedé sin saber que hacer, como un barco sin rumbo... otro mortero se acercó hacia mí, casi me mató, ya que explotó cerca mía, la explosión me dejó ¨sordo¨ durante unos segundos sin poder reaccionar, mientras que yo seguía ahí, tumbado encima de la áspera arena.

Las dos caras de la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora