La camisa se me pega a la espalda por el sudor cuando corro a ver al Jefe Fuego. Tengo que contarle lo de Elá y su fragmento de alma reencarnado en mí. Casi hago caer a una chica Vientai de largos cabellos castaño claro.
- ¡Eh, cuidado!
Ni le respondo en mi desenfrenada carrera, atravesando corredores y salas.
Por fin, llego jadeando a la gran puerta anaranjada. La abro de un empujón. Casi me arrepiento de haberlo hecho: una multitud de rostros se giran hacia mí como si de una cucaracha se tratara. La mayoría son hombres de aspecto fiero. Uno de ellos se levanta.
- ¿Qué quieres? -lo dice tan alto que su voz retumba en las paredes de la sala.
- Quiero hablar con el Jefe. Es necesario. -le respondo con frialdad.
El hombre abre la boca para responder, pero la cierra en cuanto el Jefe Fuego se levanta de su mesa.
- ¿Qué pasa, Allison?
Avanzo hacia la mesa ante la mirada estupefacta de ese hombre.
- Tom -le susurro cuando llego hasta él- Esto es algo importante... -lanzo una mirada a la multitud de hombres y mujeres- Pero aquí no.
- ¿Dónde entonces? -me pregunta susurrando.
- En un lugar con mi madr... -corto la frase al pensar que no lo es- con Ruby y contigo. Y con nadie más.
Tom alza la cabeza con gesto dubitativo. Un destello de preocupación y miedo pasar por sus ojos.
"Creo que ya se huele...", la voz no llega a terminar la frase.
"Cállate."
- Está bien... Hermanos -dice dirigiéndose hacia la gente- Me temo que habrá que posponer la reunión para... Más tarde.
Una mujer de cabello castaño recogido en una tirante coleta se levanta.
- ¿Qué ha pasado? ¿No es esto más importante? -pregunta con un deje iracundo en la voz.
- Lo es. Pero esto que acaba de surgir lo es aún más.
Las comisuras de los labios de la mujer se convierten en una fina línea y Tom sale conmigo de la sala con un revoloteo de su larga túnica escarlata.
- Vamos. -me insta el hombre.
Encontramos a Ruby en la biblioteca de la planta baja leyendo un voluminoso libro de cubierta azul. Alza la cabeza al oírnos entrar.
- ¿Tom? ¿Qué pasa? -pregunta con un tinte de preocupación en la voz- ¿No tenías reunión?
- Sí pero... Allison tiene que hablar con nosotros.
Ruby cierra el libro con un golpe sordo y me mira fijamente. Luego dirige a Tom una mirada severa y, a la vez, preocupada.
- Te escuchamos, Allison. -dice Ruby mientras me tiende una silla de madera. Me siento en ella y me froto las manos nerviosamente. Una oleada de ira e indignación me recorre y siento deseo de gritarle a Ruby, pero me contengo.
- ¿Por qué no me lo contaste? -le pregunto con un deje iracundo en la voz.
Ruby me mira con incomprensión.
- ¿A qué te refie...?
- A todo, Ruby. Lo que soy realmente. Que soy hija de Elá.
Tom irrumpe, algo perplejo.
- Todos los Fuego somos hijos de Elá.
- No. -dice Ruby muy seria- Allison es diferente. Una parte del alma de Elá se reencarnó en ella. Por eso era peligroso contarle quién era realmente. Es demasiado poderosa.
La mujer procede a contarle mi historia a Tom, cuyoa ojos se abren como platos a medida que avanza la historia. Al terminar, el hombre tiene que apoyarse en una pared.
- Es su hija... No es posible...
- Lo es. -dice ella- Oyes una voz en tu cabeza, ¿cierto? -me pregunta con suspicacia.
- Sí. Y ya sé qué es: es el alma de Elá.
Ruby asiente.
- Tuviste que haberme contado que no tenía padre. Mi vida entera hasta ahora ha sido una mentira, Ruby De Bock. -le digo cada vez más enfadada- ¿Cuál es mi apellido? El real.
- ¿Contártelo? ¿Qué querías? ¿Crecer con un trauma? La diosa me pidió que cuidara de tí y eso he hecho: te he protegido de Ryliak, de tus poderes, que son demasiado grandes para tí...
- ¡ME DA IGUAL! -chillo- ¡Debías habérmelo dicho! Cuando me preguntaban por mi nombre yo siempre he dicho Allison De Bock. Cuando me han preguntado por mi padre siempre he dicho que es militar y está en una guerra... Pero ahora, a los dieciséis años me entero de que mi padre está muerto, de que mi madre es una diosa y de que no soy una chica normal y corriente. ¿Esperabas que estuviera feliz por descubrirlo? Pues no.
- Escucha, Allison. No podíamos contártelo. ¡No podíamos! -su voz se eleva- Tuvimos que protegerte incluso de laas runas desde que eras peque...
- ¡LLEVO VIÉNDOLAS DESDE NIÑA! -mis manos se crispan en puños- NO ES JUSTO, ¿SABES? MI VIDA ENTERA HA SIDO UNA MENTIRA, RUBY.
Para mi sorpresa, y la de Tom y Ruby, una estantería estalla en llamas. Lenguas de fuego lamen la madera oscura haciendo que la llama se avive más. Como llevada por un impulso, alzo la mano con la palma abierta hacia la estantería ardiendo. La miro fijamente y siento que una sensación de poder me recorre el cuerpo. Cierro la mano en un puño y el fuego comienza a extinguirse. Tom lanza una exclamación ahogada y Ruby da unos pasos hacia atrás.
De repente la puerta de la biblioteca se abre. James entra a trompicones y jadeando. Tiene el rostro muy pálido y sus cabellos parecen más oscuros por la palidez de su rostro.
- ¡Terrai! -exclama Tom- ¿Qué pasa?
El muchacho inspira hondo, mirándome, y musita:
- No he... Podido evitar oírles... Pero tienen que... ayudar... -su voz es algo débil.
- ¿Qué? -interrumpe Ruby- ¿Has estado escuchando todo el rato?
James asiente bajando la mirada. Con una rapidez poco apropiada de ella, Ruby saca se creador y se acerca al chico mientras apunta directamente a su cuello. Él retrocede abriendo mucho los ojos.
- James Heitzen, más vale que nadie, repito, nadie, sepa lo que has oído. Nadie puede saberlo. Nadie debe saberlo. -dice enarcando "debe", dándole importancia a la palabra- ¿Me oyes? Imagínate el problema que tendríamos con la Sede y con la Iglesia de la Luna... -añade dirigiendo una mirada significativa a Tom.
- Ruby... Tampoco hace falta amenazar con el creador. -dice Tom acercándose a ella.
- Déjale en paz. -le espeto acercándome a ella.
Repentinamente, James lanza un sonido, algo entre un jadeo y un gemido y cae de rodillas al suelo.
- ¡James! -avanzo hasta llegar a él- ¡James! ¿Qué te pasa?
El chico menea la cabeza y escupe sangre.
"Pero tienen que... ayudar...", esa frase viene a mi mente y entonces comprendo.
- ¡Vino en busca de ayuda! -digo elevando la voz- Pero se quedó escuchando.
- ¿Ayuda? -dice Ruby.
James inspira, un sonido sibilante, y vuelve a escupir sangre. Tom se dispone a ponerle en pie para llevarle a la enfermería cuando advierto una mancha negra en su espalda.
"No me gusta.", dice el alma en mi cabeza.
El pánico me invade como una ola negra y unas imágenes de el muchacho y yo pasan por mi mente: James y yo merendando de pequeños en mi casa. James y yo jugando al béisbol. James y yo durmiendo en la misma cama después de ver una película de terror. Una sensación de que algo malo va a pasarle se abre paso entre el pánico.
- ¡Vamos! -insto a Tom para que lleve a James a la enfermería.
Salimos al pasillo llevando a mi amigo a rastras. Su rostro está aún más pálido y el sonido de su respiración me inquieta aún más. No hemos avanzado más de medio pasillo cuando James escupe una buena cantidad de sangre, acompañada de el sonido taladrante y sibilante de su respiración, y se desploma en el suelo.
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Las Crónicas de Ryliak
Science FictionCinco elementos. Cinco Dioses. Dos mundos. Un amor peligroso.