I

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«Karla Cabello.

18 años.

Busca trabajo.

Jardín y cuidados menores.»

Camila felizmente salía del lugar dónde hacían el periódico luego de asegurarse de que pusieran su oferta como trabajadora.

Más dinero, más rápido se marcharía de ese lugar.

Ella sólo nació en el lugar incorrecto. Padres prejuiciosos y hechos a la antigua.

Ella era un alma libre encerrada en su propio misterio.

Podrían pagarle para que deje de ser así pero el orgullo que sentía por sí misma y cada pieza de ella no lo aceptaría.

Su único empleo por ahora sería cantar con su guitarra en la calle. Viendo como nadie la apreciaba pero, si fuera famosa lo harían.

Nadie se percataba que ella aún empapada seguía cantando.

─Hola, perdón por molestarte. ─se acerca un chico.

─No hay problema.

─Te quiero decir que te acabo de ver y me pareces muy guapa.

─Vale... ¿Sabes? Ahora me estás molestando. ─Camila intenta irse pero el chico le ofrece su mano.

─Soy Austin.

─Bien, Austin. Yo no funciono de esa manera. No llegas, me sonríes y me dejas loca.

─ ¿Te veré de nuevo?

─Espero... ─él sonreía─ Que no.

─Soy Mahone.

Camila en lugar de esperar a que el se fuera agarró nuevamente en su guitarra y comenzó a cantar. Unos segundos después él se fue.

«And if you never shoot you'll never know»

(Y si nunca disparas nunca sabrás)

Así se sentía. Sino se iba en ese momento nunca sabría que es sentirse cómoda.

─Cantas muy bonito. ─se acercó una chica desconocida a Camila─ Me encanta The 1975.

─Son asombrosos. ─Camilas seguía con la mirada cada paso que la chica daba. Esta le dio dos billetes que sumaban más de lo que Camila recibía en dos días completos─ ¡Eh-Eh! ¿Por qué me das tanto?

─Porque vales ese tanto.

La amante de la artista callejera no se dejó ver, sólo se fue.

Camila decidió que no cantaría más ese día, pero no le diría a nadie sobre la misteriosa chica.

Un secreto inofensivo que te hace sentir mejor.

Al mismo tiempo que Camila guardaba su guitara y su dinero, una Lauren revisaba el periódico.

«Mucha gente sin casa, sin comida, sin familia» pensaba. Un tanto aburrida de lo mismo apretujó el papel gris y lo tiró en el basurero más cercano.

No es que ella ignorara todo eso, y odiara que eso pasara, pero deberían dejar de pedir lo mismo siempre porque serán ignorados. Incluso políticos pedían dinero al banco como si sus millones fueran suficientes. Los musicos pedían privacidad cuando ellos mismos se tiraron al estrellato.

Tirar la roca y esconder la mano, hija.

Camila iba caminando hacia el lugar dónde decidió comería un trozo de pastel. Entró y se percató de una chica que llevaba el mismo abrigo de su admiradora.

Felicidad | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora