III

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─ ¿Dónde vas tan guapa, Karla? ¿Te gusta un chico?

Camila gruñó en voz baja. Odiaba que la llamaran por su primer nombre. Ah, y su feminismo odió completamente el comentario.

Una mujer puede vivir sin un hombre bien, dos mujeres viven perfectamente sin cuatro

─No necesito un chico para intentar verme bien, que de por sí lo hago. Además, sabes que los chicos no son mis favoritos.

De hecho, nunca le había atraído una chica. Pero al igual que Lauren, su gran hobbie era molestar a su madre.

─Tengo trabajo. ─respondió finalmente.

─ ¿Haciendo qué?

─Haciéndola feliz. ─no quizo decir su nombre─ Hago feliz a una chica y ella me paga.

─Sabe derrochar el dinero, eh.

La madre de Camila cada día perdía más de su respeto, autoridad y amor. ¿Por qué simplemente no la apoya?

─No lo derrocha si me da de comer.

─ ¡Basta, Karla! ─gritó. La menor pegó un saltó─ Yo te mantengo. Trabajo todo el día, al igual que tu padre. No seas malagradecida porque te hemos dado todo lo que querías y necesitabas desde pequeña.

Ugh.

Camila suspiró con sus ojos cerrados intentando calmarse a sí misma.

─Repites eso una vez más y me olvidaré de tus sentimientos, soltaré todo lo que he callado. ─amenazó.

─Deja de decir, nunca lo sueltas. Ójala Sofía no aprenda de ti. Ella debería aprender de alguien quién decida estudiar en una universidad y no─

─Cállate. ─le dijo. Puso su mano en el hombro de su madre, deteniéndola─ Son las ocho y diez de la mañana y no pienso volver a hablar contigo, al menos no por días.

Ah, Camila iba tarde. Mordió la tostada de su madre y se fue. A su suerte, la casa que alquilaban estaba cerca de la esquina en la que quedó con Lauren.

Caminó hasta allí pensando una excusa. Diría que no pago la factura del agua y no pudo ducharse hasta más tarde.

Funcionaba para ella.

Y al llegar, para su sorpresa, Lauren no estaba. Volteó sobre sí misma para ver si se encontraba en sus alrededores, cuándo llegó.

─Hey, aquí estoy. ─estaba un poco sudada y acelerada.

─ ¿Qué pasó?

─Sólo me retrase y luego mi hermano escondió mi ropa y me encerró en el baño, también. Da igual, aquí estoy. ─soltó una pequeña carcajada.

─Oh, él sabe hacer su trabajo. Como hermana mayor debo hacer sufrir a mi hermanita, es como una necesidad. Está en mis venas.

─Yo soy la hermana mayor, y no está en mis venas.

─Si que lo está, lo estás haciendo mal, Lauren. ─ambas rieron levemente.

─Te haré una pregunta... ─dice Lauren cuándo terminan de reír.

─Dispara, Bellota.

─ ¿Eres latina? Por tu acento, yo─

─Si, soy cubana.

─Eso está muy bien, yo soy mitad cubana. ─dijo Lauren en español.

─Noté tu descendencia apenas pronunciaste bien mi nombre. Pero no tienes acento.

Felicidad | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora