Capítulo 3: Verla otra vez.
Alex.
Domingo, 6:45 am.Me desperté gracias a la luz que molestaba mis ojos, se me había olvidado cerrar las cortinas.
Cuando me disponía a cerrarlas recordé a aquella chica tan peculiar que no me quiso decir su nombre, siendo ese recuerdo seguido por uno del paradero de Jane.
Me di una ducha rápida, me arreglé, peiné y me dispuse a salir de casa camino al hospital para ver a mi hermana.
Aquello era lo que siempre hacía cuando a mi progenitor se le ocurría ingresarla sin mi permiso.***
En el hospital, subí al cuarto de Jane y me dediqué a verla desde fuera, todavía estaba atada con cintos a la cama.
"Hermanita..." fue lo único que pude pensar mientras mi corazón dolía ante la impotencia.
Entré a la habitación sin hacer ruido, no quería que se despertara, se exasperara y comenzara gritar.
Me quedé con ella bastante tiempo, sentía que en momentos como aquellos era cuando menos debía dejarla sola, ella necesita de mí y más aún... yo necesitaba de ella.
Sin ella estaría real y completamente solo en aquel mundo tan cruel y descolorido -metafóricamente- ante mis ojos.Al rato, una enfermera llegó a pedir amablemente que me fuera.
Estando por fin fuera, me dio por mirar hacia el cielo. Las nubes llenaban éste opacándolo.
No terminaba de entender por qué siempre que se me daba por mirar, el cielo se pintaba de un color grisáseo imposobilitándome hallar "el lado colorido de la vida".Apartando ese deprimente pensamiento comencé a caminar sin rumbo alguno, tan sólo era yo y esa vocecilla en mi cabeza, misma vocecilla que se empeñaba en decir millares de cosas hirirentes. Muy hirientes, que a veces me hacía preguntarme qué clase de pecado hubiese cometido en una vida anterior para pagar mi condena de tal manera en ésta.
Luego de haber caminado por lo que me parecieron horas, miré a mi alrededor dándome cuenta que no sabía donde estaba.
Estaba perdido, era lo único que sabía, y que la lluvia se aproximaba. Seguí caminando un poco más en busca de llegar a algún sitio familiar para poder ubicarme y correr hacia mi casa.
Los pensamientos atacaron de nueva cuenta mi mente, pero esa vez ya no eran pensamientos torturadores ni vocecillas hirientes; era la chica. Su rostro, su voz, su risa. Ella. Ante aquellos pensamientos simplemente se alojó en mi corazón el deseo de verla otra vez.
Realmente quería verla otra vez.
Seguí caminando con esa chica invadiendo mi cabeza cuando la lluvia comenzó, corrí hasta una floristería que estaba cerca y entré allí para refugiarme. Cuando una de las chicas que allí trabajaban me habló.
—¿Alguna flor en especial que le interese, joven?
Volví a ver rápidamente, reconociéndola en el momento; era ella, la chica de tan dulce risa, alegre mirada y bella sonrisa. Únicamente que en aquel momento iba vestida con una camisa polo verde, pantalones beige, su chocolate cabello amarrado una coleta alta y un delantal amarillo en el que tenía pegado bordado un nombre: Jessica.
—Jessica... –murmuré– ¿Así que así es como te llamas, no? ¿Por qué no quisiste decírmelo ayer?
—¿Qué? –preguntó con expresión confundida, luego miró su delantal– Oh, no, no. Éste delantal no es mío, es de una de mis compañeras. Mi nombre no es Jessica –sonrió.
—Si, claro –dije con escepticismo.
—No me creas si tú no quieres, Alex –comentó restándole importancia–. Como sea, ¿qué se te ofrece?
Pensé un poco antes de responder a su pregunta, realmente no había llegado ahí por mi propio deseo de comprar algún tipo de flor, pero ya que veía la inmensa cantidad y variedad que ellas tenían me parecía un desperdicio no comprar algún ramo.
—Un ramo de orquídeas –pedí.
—Excelente elección –respondió ella sonriente–, espérame aquí, no me tardo.
La chica cuyo nombre no sabía aún se fue por una puerta hasta donde asumía que sería donde guardaban la mayor cantidad de flores para poder preparar mi pedido.
Miré por la ventana, la lluvia no mostraba señales de querer detenerse, sino todo lo contrario.
"A este paso no podré regresar a mi casa pronto" pensé.
Tras lo que pudieron haber sido fácilmente quince minutos regresó la sonriente chica de cabellos chocolate, junto al ramo de orquídeas que le había pedido.
—Muchas gracias –agradecí tomándolo–, ¿cuánto es?
—No te preocupes por eso –sonrió por enésima vez aquella tarde–, tómalo como un regalo de mi parte por haberme dejado sentar contigo ayer en la cafetería.
—Entonces, gracias –miré hacia la ventana tras escuchar un sonoro trueno–. No tiene pinta de que la lluvia vaya a parar pronto.
—No, realmente que no –concordó ella conmigo mirando también por el ventanal–. ¿Te parece si te vienes conmigo? Tengo auto, y si me das la dirección podría pasarte dejando a tu casa. Sería realmente una pena que tan bellas flores se arruinasen en tan poco tiempo.
Asentí. —Pero... ¿no sería mucha molestia? –cuestioné.
—Claro que no, ven, sígueme.
Luego de que ella colocara el cartel de "cerrado" en la puerta principal de la floristería, la seguí por la puerta trasera hacia el parqueo de empleados. Ahí había únicamente un auto marca BMW color negro.
—Lindo auto –halagué.
—Gracias –respondió–. Fue regalo por parte de mis tíos en cuanto cumplí los dieciseís, y gracias a ellos también obtuve mi licencia.
—Que lindo detalle por su parte.
—Linda sonrisa –comentó ella de repente.
—¿Qué? –pregunté.
—Estabas sonriendo... bueno, ya vámonos.
Subió a su auto, yo hice lo mismo desde la parte del copiloto, y arrancando emprendió camino.
Lo que me había dejado levemente sorprendido era el hecho de aquella sonrisa involuntaria...
—¡Alex! –gritó ella para llamar mi atención.
—¿Eh? –mascullé algo incomprensible ante la sorpresa.
—¿Dónde es? Yo solo me aventuré por la zona urbana –rió un poco.
Negué levemente con la cabeza y le di mi dirección. Me dio cierta ternura el hecho de que ella se hubiese creído capaz de adivinar así por así la zona en la que vivía.
Una vez frente a mi casa, me despedí de ella cordialmente y entré.Adentro, me dispuse a colocar las flores en un florero para colocarlo en el cuarto de Jane. En un movimiento algo brusco cayó un trozo de papel del ramo de flores, lo recogí y me fijé en lo que tenía escrito: "Escríbeme. De: quien-tú-sabes" eso más un número de teléfono.
Si realmente era una acosadora, sabía perfectamente cómo ser una agradable acosadora.
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Without Colors. [EDITANDO-HIATUS]
RomanceAlexander Rybkay, dieciseís años. Tras la muerte de su madre, y en vista del poco compromiso de su padre, Alexander se ha visto casi obligado a cuidar de su hermana mayor, January, quien posee un severo caso de esquizofrenia. Al ver él que su vida...