Felicidad. ¿Qué es eso?

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Capítulo 1. Felicidad ¿Qué es eso?
Alex.
4:14 am. Y mi hermana gritaba como de costumbre, a todo pulmón y sin aires de quererse detener. Cada día era lo mismo, aunque no todos los días gritase lo mismo. Esa noche en especial eran los llamados a mamá que Jane hacía los que resonaban por las paredes haciendo eco en la casa. Aunque mi padre fuese Jane se atenía a seguir lo que él decía, ella solo quería a mamá; y era en estos momentos en los que más la extrañaba. Ella siempre sabía que hacer. 

-¡Mamá! -aullaba ella.

-January, comprende, tu madre no está -intentaba Jhonatan explicarle algo que ella ya sabía de sobra.

-¡No me llames January!

Solté un suspiro.

"Parece que tendré que calmarla yo" pensé. "Como siempre".

Tomando la que un momento fue la caja musical de mi madre, entré en su habitación y me senté en su cama tranquilamente, sin decir ninguna palabra, hasta que me notase; cuando finalmente se relajó un poco, habló:

-¿Alex?

-¿Si?

-Mamá no está, ¿verdad? Ya no tiene caso que la llame a ella...

Negué lentamente -Pero tengo algo aquí que le pertenecía, sé que esto te ayuda. ¿Te parece si te recuestas y nos dedicamos a escuchar su dulce melodía?

Dudó un poco de mi propuesta pero al cabo de unos minutos se recostó en su cama, sentándome a su lado dejando la pequeña caja en la mesita de noche le di cuerda, arropé a Jane con las cálidas sábanas y la melodía comenzó. Tras pasar unos cuantos minutos entre el espeso silencio que únicamente era roto por la dulce y serena melodía que emanaba de la pequeña y delicada cajita, Jane habló:

-Estoy feliz, Alex.

-Me alegro -hablé sincero con tono calmado.

-¿Y tú?

No sabía con exactitud qué decirle en esos momentos, lo que sentía no era en sí lo que una persona promedio podría denominar como felicidad. Simplemente me sentía calmado, levemente aliviado de tener aunque sea unos cuantos minutos de serenidad en una vida tan compleja de sobre llevar. Levantándome de la cama besé su frente y le di las buenas noches, para luego salir de su habitación y dirigirme a la mía.

Al llegar me lancé en mi acogedora cama y me dormí al instante.

~•~

6:30 am. ¡Ya era tarde! Me preparé rápidamente, tomé una tostada y salí de casa tomando el rumbo mas corto hacia el instituto.

El cielo opaco, gris y nublado como de costumbre.

Entré al salón justo a tiempo, al toque del timbre. Con la respiración agitada por la carrera me senté en mi pupitre correspondiente, el tercero de la fila a un lado de los ventanales.

A primera hora tenía Ciencias, con uno de los profesores más extraños que podrían existir, tenía esa típica pinta de científico loco que daban en las caricaturas o películas.
La aburrida y  para nada interesante clase pasó tras largos minutos que se sintieron, sin duda alguna, más de una simple hora.

Tras tener que aguantar un par de clases más sonó el timbre que anunciaba el almuerzo y yo básicamente salí disparado hacia la cafetería, muerto de hambre por no haber comido como debería.

Hallando únicamente a Cris sentado en una de las mesas me senté a su lado y completamente extrañado por la falta de la melliza menor, pregunté:

-¿Y Bri?

-¿Recuerdas que te dijimos que vendría una nueva estudiante? -respondió con otra pregunta.

Asentí mientras le daba un gran bocado a mi comida.

-Pues está en ello -continuó-, está ayudando a los profesores con los papeles de la nueva y todo eso. Pero no tarda en regresar.

-Ok -dije y me abstuve de hacer cualquier otra pregunta.

Briana era la presidenta del concejo estudiantil, y como era de esperarse, Cristopher el vice-presidente. Ambos en su momento me habían invitado a ser parte también del concejo pero me negué rotundamente. Los chicos que a él pertenecían no salían del instituto hasta pasadas las 5:30 de la tarde, y dejar tanto tiempo sola a Jane podría resultar muy mal; aunque no fuesen todos los días.

-¡Hey, Alex! -llamó mi antención una voz femenina.

-Tierra llamando a Alex, ¿me escuchas? -preguntó Cris-. Por dios, viejo. Te quedaste perdido en la nada...

-De nuevo -agregó la melliza-, No te diste siquiera cuenta cuando llegué -me regañó con un leve puchero.

Yo solo atiné a reír levemente.

-Ya, si, perdón; chicos. Estaba pensando -dije haciendo un ademán con la cabeza restándole importancia.

Ambos se miraron y luego a mí con incredulidad, como si el hecho de que pensase fuese una novedad. Los tres reímos de inmediato sin ninguna explicación, como si hubiésemos pensado lo mismo.

El timbré tocó y tuvimos que regresar.

De camino a casa pasé a la heladería comprando un bote de helado para mí y otro para January, de galleta y menta respectivamente.
Quizás no pudiese recordar cómo se sentía realmente la felicidad, pero esos reconfortantes momentos de paz y serenidad sin duda que los disfrutaba.

Y el cielo seguía gris.

Without Colors. [EDITANDO-HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora