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Se bajó del colectivo en la parada y desde ahí podía ver asomarse el Monumental. Ese templo, esa cosa hermosa que la hace olvidar de todos sus problemas. Caminó esas dos cuadras mientras veía la cancha hacerse más grande. El día estaba nublado y fresco. Parecía que una tormenta se venía ya que el gris comenzaba a apoderarse del cielo. Por fin llegó al precioso estadio. Se dirijió a la puerta donde le habían indicado y tocó timbre una vez. Los nervios comenzaban a apoderarse de ella. No había un alma en la calle, a pesar de que sean las diez de la mañana. Hoy, ella había conseguido un trabajo en el Monumental. ¿Qué mejor lugar para trabajar, que tu propia cancha? Aunque, sólo venía por la plata. Necesitaba esa plata para poder pagarse la facultad y comenzar a estudiar periodismo deportivo. Soñaba con eso, con 17 años. Pero, no tenía plata suficiente. Y mediante el padre de un amigo que conoce a uno de los utileros de River, le consiguió trabajo a ella, por suerte. No podía desperdiciar esa oportunidad por nada del mundo, porque tenía un sólo objetivo: ser periodista deportiva. Luego de un rato, la puerta se abrió, dejando ver a un muchacho mucho mayor que ella, con ropa deportiva de River. La miró y sonrió.

-¿Agustina Sicoli? ¿Puede ser?- preguntó el hombre.

-Sí, soy yo.- le contestó ella asintiendo con la cabeza. El hombre sonrió como si todo le cerrara.

-Pasé, venga por acá.- le dijo abriendole la puerta de par en par, dejandola pasar. Ella se adentró y una vez dentro, se quedó parada esperando indicaciones. -Sígame señorita.- le dijo el hombre comenzando a caminar delante de ella y Agustina lo siguió. Caminaron por un largo pasillo pintado de blanco con franjas rojas. Hermoso para ella. -¿Usted es hincha de River?- preguntó el hombre sin dejar de caminar.

-Sí, enferma de River.- le contestó ella orgullosa. El hombre rió.

-Entonces debe estar contenta de trabajar en su club.

-Sí, demasiado contenta, no se como agradecerle.- le dijo ella.

-Es un placer ayudarte. Mi nombre es Francisco.- le informó a lo que ella asintió. Llegaron a una puerta negra que decía "vestuario". Agustina casi se desmaya. Francisco abrió la puerta y ambos entraron al tan anhelado vestuario. Que, a decir verdad, estaba bastante desordenado. -Acá vas a trabajar.- dijo mirándola. Agustina frunció el ceño.

-¿Acá? ¿Y qué voy a hacer acá?- preguntó confundida.

-Vas a lavar la ropa de los jugadores.- contestó con una sonrísa victoriosa. Agustina abrió los ojos como platos.

-¿Perdón?- preguntó asombrada.

-Que vas a lavar la ropa de los jugadores. Las camisetas transpiradas, los shorts sucios, los botines sucios, las medias, la ropa de entrenamiento...- explicó enumerando con los dedos.

-Pero..- quiso decir mientras observaba cada rincón del vestuario asustada.

-¿Pero qué?

-No es lo que yo pensaba...

-¿Y qué es lo que pensabas?

-Nosé, que iba a alcanzarles las pelotas, acomodar los conitos que se yo.

-Jajajaja- rió sarcasticamente. -No. Nada que ver. Acá vas a limpiar la ropa y atender todas las necesidades de los jugadores.- le dijo algo sínico.

-Pero...

-Pero nada, Amalia.

-Agustina me llamo.

-Disculpá, Agustina.

-Pero Francisco a mi me dijeron que...

-Señorita Agustina usted necesita el trabajo? Necesita la plata? porque si no está de acuerdo puede retirarse, no hay problema.- le dijo y Agustina apretó los labios fuertemente.

-Sí, necesito la plata.- dijo en voz baja y mirando al suelo.

-Bueno. ¿Aceptas o no aceptas?- presionó. Agustina dió un suspiro.

-Sí.- dijo mientras asentía con la cabeza.

-Muy bien, me parece perfecto.- dijo aplaudiendo. Vení, vamos a mi escritorio asi firmas los papeles y te explico todo.- ordenó mientras se dirijían a dicho lugar.

-Muchachos les tengo que decir algo muy importante porfavor- informó Francisco llamando la atención de todos los jugadores en el vestuario, que acababan de terminar de entrenar. Todos hicieron silencio y miraron hacia el frente. Agustina sintió más de veinte miradas masculinas sobre ella, cosa que la hizo poner un poco nerviosa. -Ella es Agustina Sicoli, la nueva encargada de lavarles las camisetas, los pantalones y eso. Tambien encargada de sus necesidades. Si necesitan algo, ya saben a quien recurrir.- dijo Fran mientras ponía las manos en los hombros de Agus.

-Hola Agus- saludó Cavenaghi.

-Ay Cave te amo.- no pudo evitar decir ella. Como todo hincha de River, es imposible no decirle te amo a Cavenaghi. No se resistió y corrió a abrazarlo.

-Me alegra tener una fan.- dijo él tierno. Ella se sacó fotos con todo el plantel porque no pudo evitarlo. Repito, era enferma de River.

-Bueno, mañana comienza a trabajar. Mañana va a ser su primer día de trabajo asi que porfavor tratenla bien, no sean brutos.- avisó Francisco riendo.

Quiero intoxicarme en vos. - Lucas Boyé (cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora