2.

508 29 1
                                    

Se comió el último pedazo de medialuna que le quedaba y se reacomodó en la silla. Agarró el celular y se puso a boludear con eso. La pequeña campanita de la puerta sonó, indicando que alguien entró a la confitería de la cancha. Era Francisco, que al divisar a Agustina, fué directo hacia ella. Se sentó en su mesa y quedó frente a frente. Agus levantó la vista del celular y al notar de quién era la presencia, bloqueó el celular y lo apoyó en la mesa.

-¿Cómo vá todo en tu primer día de trabajo?- preguntó con una sonrisa. A veces podía ser tan buena onda, como también podía ser un forro y un cínico.

-Hasta ahora no hice nada.- contestó Agustina alzando los hombros. Francisco soltó una risa.

-Ahora cuando termine el primer turno los jugadores te van a dar la ropa para que la laves.- le informó juntando sus manos. Agustina asintió insatisfecha. No le gustaba hacer de "mucama". Pero, estaba acá por la plata, para poder pagarse la facultad, y poder cumplir ese sueño vigente. -Ah, mirá.- habló Francisco mirando hacia la puerta.

-¿Qué?- preguntó Agustina dirijiendo la mirada hacia donde la tenía él.

-El plantel terminó de entrenar. Ya podes ir debutando en tu trabajo.- le dijo con ese tono cínico que había vuelto en él. Agustina asintió y se quedó clavada en la silla sin moverse. Francisco se quedó viendola como esperando que ella haga algo. Agustina lo notó.

-¿Qué pasa?- preguntó exasperada.

-Movete nena, ya tenés que empezar.- ordenó. Agustina abrió los ojos como platos.

-Pero

-¿Pero qué?

-Pero, no tengo que esperar a que salgan del vestuario? Están en pelotas ahora.- explicó asustada.

-No importa, no te van a violar, son jugadores profesionales Amalia.

-Agustina me llamo.- corrigió con bronca.

-Bueno, Agustina. No te van a hacer nada, quedate traquila. Ahora, andá a hacer tu trabajo antes de que me arrepienta.- dijo en tono amenazador. Rápidamente Agustina se paró de la silla y se fué literalmente disparada hacia el vestuario. Tocó la puerta un par de veces hasta que Vangioni abrió. Agustina sintió los nervios apoderarse de ella al notar que el Piri no tenía camiseta puesta.

-Hola....em...¿Agustina?- preguntó rogando haberle acertado al nombre.

-Sí, Agustina.- contestó con una risita. Vangioni suspiró aliviado.

-Pasá.- le dijo y se hizo a un lado para que ella pase. Agus se adentró al vestuario y vió a casi todo el plantel, practicamente en pelotas frente a ella. Aunque no le disgutaba la idea, se sentía algo incómoda al ser la única mujer ahí adentro.

-Vengo a lavarles la ropa- dijo gritando ya que todos estaban hablando.

-¿Dónde te la ponemos?- preguntó Matias Kranevitter.

-Eeeeeeeeee sarpado.- le dijo Funes Mori divertido. Matias rodó los ojos y Agustina sólo rió.

-No le hagas caso, es un pelotudo.- le dijo Mati.

-No te preocupes, estoy acostumbrada.- le dijo dándole su mejor sonrisa. -Bueno denme las camisetas...- dijo y fué interrumpida por una camiseta que vino volando y le cayó directamente en la cara. Agustina con la camiseta en manos se quedó estática. -¿Quién fué?- preguntó tan rapido que casi ni se le entendió. Los jugadores quedaron en total silencio mirándola.

-Agus...- intentó decir Mora.

-¿Quién fué?- preguntó nuevamente en el mismo tono de antes.

-Fuí yo.- confesó un chico riendose. Agustina dirijió la mirada hacia donde provino esa voz. Y fué ahí cuando supo que era Lucas Boyé.

-Eeee...mirá flaco.- dijo haciendo gestos con las manos. -¿Qué es eso de tirarme la camiseta? ¿En la jeta?- increpó. -Un poco más y nosé, quien te pensas que soy, integrante de Los Borrachos del Tablón?- preguntó con voz que para los jugadores fué graciosa, ya que todos lanzaron una pequeña carcajada.

-Bué tampoco fué para tanto piba, no exageres.- le dijo riendose.

-No, Luquitas, las cosas me las das en la mano, nisiquiera en la mano, me las pones en este coso.- le dijo mostrándole una canasta para la ropa sucia. Boyé solo rodó los ojos y le tiró el short de la misma forma en que le tiró la camiseta. -¡nooooooo!- gritó ella algo triste ya que no le dió ni cinco de bola a lo que le acababa de decir, suplicando que no lo haga más. Los jugadores rieron enternecidos con aquella reacción de niña pequeña y salieron del vestuario para irse a la ducha. Ella sola quedó ahí adentro y Boyé. Quien al salir por la puerta, en vez de pedir permiso, la empujó con el hombro, y sin siquiera mirarla, se dirijió a la ducha. Agustina lo miró sorprendida. Este no era el Boyé que ella pensaba que existía.

Quiero intoxicarme en vos. - Lucas Boyé (cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora