Prólogo.

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Tres años.
Tres años han pasado desde que tuve que dejar toda mi vida atrás.
Vivía con mi madre, mi padre y mi hermano Christopher en Westminster, una ciudad de Inglaterra. Mis padres eran dos importantes abogados, y vivíamos bastante bien.
Hasta que mis padres empezaron con el caso de un mafioso ingles, Albert, acusado de múltiples crímenes pero la mayoría de las pruebas habían desaparecido.Tenían que conseguir que ese hombre pagará por lo que había hecho.
Pero, no acabo del todo bien. Mis padres estaban apunto de ganar el caso, cuando Albert, huyo. Estuvieron meses buscándole, hasta que un día un hombre se presentó en nuestra casa. Cuando les dijo a mis padres que trabajaba para Albert, mi hermano y yo nos escondimos en el jardín, y llamamos a la policía. El hombre ataco a nuestros padres. Yo, estaba asustada y Christopher intentaba tranquilizarme.
Un policía nos encontró, y nos llevo con nuestros padres. Y entonces fue, cuando nos explicaron que tendríamos que irnos, porque nosotros seríamos los siguientes a por los que Albert iría.
Nosotros nos negamos e hicimos lo posible para no tener que marcharnos, pero, dos días después ya estábamos con el agente Harris dirigiéndonos a Crawford, Pennsylvania.
Nos dejaron conservar nuestro nombre, pero nuestro apellido fue cambiado por "Evans". Y por supuesto, no podríamos mencionar esto a nadie.
Al principio, nos costo adaptarnos. A mi mas que a Chris, pero al final hemos hecho grandes amistades.
Vivimos en una pequeña casa junto al señor Harris. Nuestros padres siguen en Inglaterra, buscando a Albert. Y aunque no hablamos mucho, sabemos que lo hace para protegernos.

-Hey, te estoy hablando, Katherine.-dice Chris, moviendo su mano delante de mi cara para que le escuche.
-Vale, pesado, estaba pensando.-y aparto su mano de mi cara.
-Hoy hacen dos años, verdad.-dice mirándome fijamente, y yo asiento mirando a la ventana, dándole a entender que no quiero seguir hablando.
El resto del viaje a Crawford me lo paso dormida.
Volvemos de pasar el verano en Virginia y de visitar a unos "familiares", o al menos eso es lo que le he dicho a mis amigos.
Chris y yo salimos corriendo hacia la casa de la vecina. Chris me agarra de la camiseta para pasar el primero, y yo le empujo haciendo que se caiga sobre unas flores.
-Eso es jugar sucio, Kat.-dice tirado en el suelo, y escucho como el señor Harris, se ríe de el.
Llamo a la puerta, y antes de que abran, Chris se coloca a mi lado y me mira mal.
La señora Gonzalez, nos abre la puerta la puerta con una gran sonrisa. Y por detrás de ella oímos correr a Darwin. Cuando le vemos por el pasillo los dos nos agachamos a saludarle. Comienza a darnos besos y salta contento. Los dos acabamos en el suelo jugando con él.
-¿Se ha portado bien mi bebé? -dice Chris poniendo la voz aguda que ponemos cuando vemos a un bebé de verdad.
-Es un perro, Christopher, no te va a responder.-dice el señor Harris, burlándose de el.
Sí, Darwin es nuestro perro. Es  un golden retriever blanco. Lo compramos cuando llegamos al pueblo, y lo queremos muchísimo.
Para cuando terminamos de jugar, de darle las gracias a la señora González, nuestras maletas ya están dentro de casa.
Subo a mi habitación para colocarlo todo, y Darwin se tumba en mi cama con un hueso.
Mi teléfono comienza a sonar, es Abby.
-Dime por favor, que has llegado ya.-grita como una histérica.
-Sí, ya estoy aquí.-la escucho gritar en la otra línea.- En la cafetería dentro de media hora, ¿okay?
-Perfecto, yo aviso a Matt.
Abby y Matt, son mis mejores amigos, y aunque Abby es una histérica y Matt un mujeriego, les amo.
Me pongo un mono de flores que me compre este verano y mis converse blancas. Termino de recoger todo, bajo con Darwin al salón.
-Señor Harris, voy a ir un rato con mis amigos.
-Katherine, ¿me llamaras por mi nombre algún día-?niego con la cabeza, mientras busco mis llaves.-Es que me hace sentir mayor.
-Yo no te voy a llevar.-dice Chris con la boca llena, ya esta comiendo el muy gordo. En realidad, esta muy delgado y come muchísimo, por eso le odio.
Antes de que empiece a decirme que siempre me tiene que llevar él, salgo por la puerta.
Tras unos 10 minutos, llego a la cafetería. Llego un poco tarde, pero es normal en mi.
Nada mas entro por la puerta, Abby viene corriendo y gritando hacia mi. Mientras Matt, niega con la cabeza avergonzado. Nos abrazamos como si no nos hubiéramos visto en años e incluso siento que me levanta un poco del suelo.
-¿No hay abrazo para mi?-dice Matt, detrás de Abby con un puchero en la cara.
Me separo de ella, y el me rodea con sus brazos trabajados.
Tras varios abrazos mas nos sentamos en la mesa en la que nos solemos sentar. Al fondo de la cafetería.
Un camarero guapísimo nos atiende, e intenta ligar con Abby. Pero, eso era normal. Abby es un pívon. Tiene una melena rubia larguísima, unos ojos azules preciosos, y un cuerpo de envidia.
Matt nos cuenta que este año será el capitán del equipo de baloncesto. Y el camarero guapo vuelve con nuestros cafés y su numero apuntado en un papel para Abby
-¿Era guapísimo, verdad?-dice entusiasmada y yo asiento concentrado da en mi café.- Dios Kat, te he echado mucho de menos. El idiota de Matt da unos consejos terribles.
-Claro, como si yo supiera que chico es el mas guapo o que vestido te tienes que poner para cada ocasión.
Me río ante su comentario, y así pasamos la tarde. Les cuento todo lo que he visitado por Virginia y ellos me cuentan todo lo que ha pasado por aquí. Al parecer, nada nuevo. Varias historias embarazosas de algunos de mi instituto en las fiestas y todos sus ligues de verano.
-Me extraña que mi morenaza Kat, no hay tenido miles de chicos tras ella.- dice Matt, haciéndome sonrojar.
-Ya ligara mañana en la fiesta de los ingleses.
-¿Qué ingleses?-de eso no me habían hablado.
-Al parecer el colegio ha traído a un montón de chicos y chicas de Inglaterra, a estudiar su último año aquí. Pero, la mayoría se quedan también para la universidad.-me explica Matt.
-Van a hacer una fiesta de bienvenida, y por lo que parece vienen con ganas de pasarlo bien.-dice Abby.
-No creo que sea buen idea, acabo de llegar y sabéis que lo mío no son las fiestas.
-Vas a venir.-dicen los dos al unísono.
Genial, y yo que quería evitar cualquier recuerdo de Inglatterra.

Katherine en galería.

RUN AWAY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora