eleven

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Luke's POV

El señor Martínez estaba fumando un porro de marihuana, o eso parecía. Sentando en una gran silla con un forro de terciopelo rojo, se dio la vuelta, como en las películas de jefes malos sentados en su despacho. 

-Buenos días, como ya os dijo mi compañero, soy Martínez, Maximiliano Martínez. -dijo con una mirada malvada. Este hombre me daba miedo, mucho. -Irwin... Nos volvemos a ver.

-¿Os conocéis? -pregunté inocentemente.

-Claro, tu hermano lleva trabajando para mí durante 2 años. -miré a mi hermano furioso, porque él nunca me contó nada de un trabajo.

-Bueno, ¿me vais a decir de que consiste este trabajo de una vez o qué?

-Hey, tranquilito irwin, todo a su tiempo ¿sí?

-Está bien. -escupí malhumorado.

-Siganme por aquí. -se levantó de su sillón y salió de la enorme sala. Nos dirigimos al ascensor y bajamos a la planta número 4. Fuimos caminando por un pasillo donde había varias oficinas cada una con un nombre y entramos a la última oficina, en la que ponía "Irwin". -Bien, cojan asientos por favor. Ashton, tú tendras que ocuparte de todos los papeles para firmar al compromiso de este trabajo y demás ¿okay?

-Hmm, sí señor.

-Bien niño, ahora te explicaré de que va esto, es muy fácil. Yo te doy toda la droga que haga falta y tú la vendes, punto. -dijo dirigiéndose a mí.

-Espera, ¿TODO ESTO VA DE DROGAS? ¿ASHTON ESTÁS LOCO? CREES QUE PUEDES METERME EN ESTO ASÍ SIN MÁS, ¿POR QUÉ ME LO OCULTASTE? NO VOY A ACEPTAR ESTE TRABAJO. TENGO MIS 18 AÑOS Y PUEDO HACER LO QUE QUIERA, NO VOY A METERME EN ESTA MIERDA ¿ENTIENDES? ¿Es por mamá verdad? -solté una risa carente de humor. -Vete a la mierda.

Me levanté de la silla con brusquedad y iba a salir corriendo de este lugar pero, noté como una rígida mano agarró mi brazo. Heché el brazo atrás con fuerza y le dí a alguien en la cara, no sé a quien fue de los dos, pero tampoco me importaba.

-Auch. -gruñó Ashton. -¡LUKE NO PUEDES IRTE, VAS A PAGAR LAS CONSECUENCIAS COMO TE VAYAS! ¡TE VAS A ENTERAR CUANDO VUELVA A CASA HIJO DE PUTA!

Y esa tres palabras marcaron mi corazón. Mi hermano podía ser mi hermano, agresivo, malvado, y más pero nunca me habría insultado de tal manera. Salí corriendo de allí con lágrimas en los ojos, el nudo en la garganta dolía hasta la muerte pero no me iba derrumbar, al menos ahí dentro no. Salí de aquella bodega corriendo por las calles de Sydney sin ningún rumbo y acabé llegando al banco donde Michael se solía sentar. Me senté y me pusé a llorar allí, descontroladamente. Miré la hora de mi reloj, eran las 7, por esta hora solía llegar Michael de sus clases de piano. Sin embargo, yo seguía llorando, mi vida era un terrible desastre desde que se fue mi madre. Me fui quedando dormido en aquel viejo banco recordando todos los bonitos momentos vividos con mi madre.

Me desperté por el sonido de un cristal quebrarse y lo primero que vi al abrir los ojos fue muchos trozos de cristal esparcidos por el suelo de un vaso roto.

-¡Mierda! Todo me tiene que salir mal. -susurró alguien por lo bajo. De inmediato reconocí la voz y subí mi mirada hasta su hermosa cara. Era Michael. -B-buenos días Luke. -intentó hacer una sonrisa pero fue un fracaso y salió una mueca.

-Buenos días. -dije riéndome. Michael me tiró un cojín a la cara.

-¡No te rías de mí hago lo que puedo!

-¡No me tires un cojín hago lo que puedo! -le imité lanzándole de nuevo el cojín, por accidente cayó encima de la bandeja que traía con comida, y se cayó todo al suelo. También manché la ropa de Michael -Dios, lo siento ya lo recojo yo, como puedo ser tan torpe dios mío, siempre patoso.

-No importa Luke lo recogeré yo, tu descansa, este es mi castigo por despertarte.

-Recogemos los dos, ¿está bien?

-...Vale. -dijo dudoso.

-Mmm... Michael... ¿no es mejor que te cambies de camiseta? Te manché un poco, lo siento de nuevo.

-Ya está, ya pasó Luke, no importa. -respondió abriendo abriendo su armario y cogiendo una camisa limpia. Se quitó la sucia y la hechó al suelo quedándose con el torso al aire. Me fijé en sus cuadriceps marcados y dios, era tan sexy.

-¿Qué miras? -bufó Michael divertido.

-Em... Y-yo... em... nada. -me ruboricé, cogí el cojín y me lo puse en la cara para tapar mi vergüenza. Escuché como Michael se reía y quería estamparlo contra la pared pero en vez de eso le tiré de nuevo el cojín.

-¡Hey! ¡Basta! -gritó lanzándome de nuevo el cojín. Él cogió otro y empezamos una "guerra de cojines". Paré la "guerra" preguntándole algo.

-Oye Michael, una pregunta que todavía no he hecho, ¿qué hago aquí?

-Recojamos lo del suelo y ya te lo explico todo, ¿sí?

-Okay.

***

-Entonces tu estabas dormido en el banco y hacía un frío increíble, te cogí y mi chófer nos llevó a mi casa. Se lo tuve que contar todo a mi madre, casi me cae una bronca enorme, pero ella estaba casi dormida y estaba de buen humor entonces, te llevé a mi cuarto y te acosté en la cama y pues fin de la historia del príncipe que rescata a la princesa. -dijo riéndose por lo último que nombró.

-Michael, ¿he dormido contigo?

-Mmm no, yo dormí en el suelo. -dijo y lo miré sorprendido pero a la vez me dio ternura por hacer eso por mi.

-¿Es en serio?

-No. -rió por lo bajo pero le vi.

-Te odio.

-No te importa que hubiera dormido contigo, ¿verdad?

-Bueno... pues... me da igual. -dudé, entonces Michael me miró a los ojos y me dedicó una sonrisa a lo que yo le respondí con otra. Sonrisas sinceras.

-Ah, tengo algo para ti.

-¿Algo para mí? -dije entusiasmado.

-Sí, ya verás, ahora vuelvo.

Sin avisarle ni nada, me metí en la ducha porque la necesitaba.


EM, SEÑORAS Y SEÑORES, SEGUIMOS VIVAS. Vale.

No. Hemos. Subido. Por ochenta años. Y lo sabemos. Pero yo me fui de viaje. Y nada más, yo me fui de viaje. Y pues creiamos que en las vacaciones íbamos a escribir más pero no jeje. Lo sentimos mucho e intentaremos subir más frecuentemente.

-aaaaana

sunflower | mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora