Goodbye

7. Goodbye

Sophia se puso de pie sobre el bordillo que rodeaba la costanera. Medía apenas medio metro, lo suficiente para que pueda sobresalir entre la pequeña convocatoria.

Llevaba una urna café en una mano y una botella de vodka en la otra. Dio un sorbo largo que quemó su garganta.

—¡Bienvenidos a la despedida de nuestro Andy! —elevó la voz, para que todos pudieran oírla—. ¡El bastardo que nos dejó con un hueco en el pecho!... Nuestro bastardo —aclaró, recibiendo una breve celebración en apoyo a sus palabras.

>> Todos nos cansamos de soltar mocos por él, así que no voy a extenderme demasiado. —Se agachó para dejar la botella junto a sus pies—. Todos lo quisimos. No cabe duda de ello. Y todos lo recordaremos como el tipo que odiaba sus sensuales brackets y amaba el cine como pocos drogadictos lo hicieron... —Se oyeron las risitas nostálgicas—. Recuérdenlo cada vez que vean un gato o una planta de marihuana, porque puede ser su nueva reencarnación.... Y quizás puedan fumar de la mejor hierva que pueda existir. —Un breve aplauso recorrió a los presentes.

>> Digamos adiós. —Quitó la tapa de la urna, dejándola en el suelo y tomando otra vez la botella, para elevarla en el aire, sobre su cabeza—. Por Andy, el mejor maldito suicida que apareció en nuestras vidas.

Los presentes levantaban sus pipas, latas de cerveza, y botellas de vodka, en un brindis desparejo que hubiera hecho sonreír de lado a su amigo caído.

Sophia dio un sorbo profundo, dejó la botella junto a sus pies y giró sobre su eje, para quedar enfrentada al mar. Tras una exhalación profunda, dejó volar los restos de su mejor amigo.

"Nos veremos en la próxima vida, cuando ambos seamos gatos" —pensó, dejándose llorar.

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