Había llegado el momento de hablar frente a un puñado de personas que lloraban o simplemente cumplían con el régimen social de acompañar a seres queridos durante su perdida. Ella era buena hablando en público, Andy era el primero en recordárselo y felicitarla por eso. Ahora no sería el primero en hacerlo, pero sí el motivo de que ella lo hiciera.
Cuando hablaban, ella no podía con su genio y enviaba notas de voz. Andy, por su parte, escribía. El chico se expresaba mejor en palabras. Era una lástima que no se hubiera expresado una última vez. No dejó ninguna carta de despedida.
—Hola —comenzó a hablar, luego de sorber su nariz en una actitud para nada femenina—. No sé qué hay que decir en estas circunstancias —admitió. La sinceridad era una de sus cualidades y las de todos sus amigos, que podían ser llamados así—. Lo más preciado que perdí en mi vida fue un perro y agradezco ser tan afortunada de poder decir eso... Aunque no agradezco que mi primera gran pérdida me esté matando lentamente. —Sonrió de lado, con tristeza.
>> Si conocieron a Andy, seguramente saben que fue un tipo especial. Que se reía aunque doliera, que se aferraba a las cosas pequeñas porque la vida duele. —No podía evitar pensar que todo tenía demasiado sentido—. Y si lo conocían un poquito más, también sabían que su amistad era un privilegio. Que su presencia, en tu vida, podía ser el premio a esta existencia turbia que denominamos vida. Y sí —Levantó la mirada para observar a los presentes—, era el maldito mejor amigo que pude tener. —Volvió a sonreír con melancolía—. Y se lo agradezco, porque a pesar de que sienta que se llevó una parte de mí con él, valió la pena conocerlo... —Las lágrimas desbordaban sus ojos negros.
>> Y esa es la cosa con las personas como Andy: cuando aparecen, dan vuelta tu mundo. Pero cuando se van, arrancan una parte y se la llevan, porque deben cobrar sus servicios. —Otra vez su sonrisa.
>> Por cierto, no lo culpen por esto. —Arqueó las cejas, con una mueca que trataba de transmitir comprensión—. Sé que es doloroso que nos abandonara; sé mejor que nadie que se comportó de manera egoísta por salir de nuestras vidas, así como así. ¡Pero vamos! Toda una vida libre de egoísmo debía desbordarse en algún momento. —Se encogió de hombros—. Andy nos dio todo, se merecía escapar cuando él lo necesitara... Y nos va a dejar con muchas dudas, porque no nos advirtió o nos dejó alguna explicación, pero si lo piensan, fue muy él ¿no creen? —Rió, enjuagando sus lágrimas—. Siempre admiró los misterios de la vida, siempre se planteó preguntas sin respuestas y fue feliz con la incertidumbre... Hasta en eso pensó en nosotros, nos dejó un último regalo: una gran incertidumbre.
>> Y Andy. —Giró a su izquierda, para quedar de frente al ataúd—, prometiste que moriríamos en un viaje en globo... fue la única promesa que no cumpliste y espero que sea la última, porque aún nos tenemos que ver en la otra vida, cuando ambos seamos gatos.
>> No les diré que no lloren —les advirtió, luego de girar de nuevo hacia el público—, porque el tipo que nos reunió hoy aquí. —Señaló con el pulgar al ataúd—, lo consideraba la expresión más pura del ser humano. Démosle ese último regalo: nuestra expresión más pura de humanidad.
>> Disculpen si no es lo que se espera oír en un último adiós, pero esto es por Andy, y al igual que él: no es como se suponía que debía ser.
Silencio.
Un aplauso lento.
La madre de Andy poniéndose de pie para acercarse a Sophia, en el estrado, sin dejar de aplaudir.
El aplauso se hizo eco entre los demás.—Hermosas palabras —susurró en su oído, cuando la estrechaba entre sus brazos—. Andy estaría orgulloso.
Y ella sabía que era verdad.
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Goodbye
Historia CortaNada le había hecho pensar que el día sería memorable. Hermosa portada, realizada por MayraEstuvoAqui