Capítulo 6: La canción.

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Violetta y Francesca pasaron una tarde increíble. Cantaron, bailaron recordaron viejos tiempos, jugaron, e incluso formaron una aunténtica pelea de almohadas que dejó el cuarto de Vilu hecho un desastre.

-¡Pará, Fran! -Consiguió decir violetta entre carcajadas.- Ya basta con las cosquillas, me duele la tripa de tanto reír.
Francesca se separó de ella.
- Vilu... -Dijo, recorriendo la habitación con la mirada.- ¡Olga nos va a matar!
Violetta no pudo reprimir una risita. El cuarto estaba patas arriba.
- ¡Fue tu culpa por empezar la pelea de almohadas! -la acusó.-
- ¿Qué? ¡Pero si fuiste vos! -Replicó la Italiana, haciéndose la enojada.-
- Pues yo no pienso recoger si no me ayudás. -Sentenció violetta cruzándose de brazos.-
- Está bien, está bien... -accedió francesca.-

Violetta y Francesca recogían el cuarto mientras cantaban, felices de estar juntas de nuevo, de que todo volviese a ser como un año atrás. Apenas unas horas antes ni se podían hablar, pero aquello se les antojaba ya muy lejano, y la brecha que las había separado parecía haberse esfumado para siempre.

Parecía.

Porque la tierra podía abrirse de nuevo entre las dos. En cualquier momento.
Y cuando Francesca escuchó a Violetta tatarear aquella canción, horrorizada, sintió como la profunda grieta que las había distanciado volvía a separarlas de nuevo.

***
*Varias horas antes*

Ahora puedo ver lo que vale
Ser sincero al hablarte de amor
Ir liviano y sin equipaje
Tú inspiración
Yo, mi canción

Ser valiente y tener coraje
No temer ser quien ahora soy
En la ruta cambia el paisaje
Comienzo a ver el sol...

Tras un último acorde, Diego levantó la mirada de su guitarra. Había aguien más en aquella sala de ensayo del Studio On Beat.
Una chica morena, con un vestido azul de lunares blancos y chaqueta amarilla, le aplaudía alegremente.
- Suena genial -Dijo, sentándose a su lado.-
Diego se apartó, algo incómodo por su repentina presencia.
- ¿Es nueva? -Siguió indagando la italiana.-
- Pues... Sí. -respondió Diego, tras un instante de vacilación.-
- Es hermosa.
Él le dedicó una sonrisa algo forzada.
- Diego yo... -Comenzó Francesca, mientras se acomodaba el cabello.- Me preguntaba... Me gustaría saber si... Querrías salir conmigo esta tarde. -Consiguió decir, pronunciando las últimas palabras rápidamente, sin pararse a respirar.-
Diego tardó unos segundos en responder. No le apetecía quedar con Francesca, pero tampoco quería lastimarla. Al fin y al cabo, era su amiga y le tenía cariño. Tendría que mentir. Ahora necesitaba una excusa más o menos creíble.
- Yo... Me encantaría, pero hoy... Hoy viene el hermano de mi madre desde España. -concluyó, feliz de haber tenido aquella idea.
Francesca asintió, aunque no parecía muy convencida.
Entonces, Diego se levantó, y con una breve despedida y la guitarra colgada a la espalda, desapareció por la puerta.

***
Francesca se separó de Violetta bruscamente. Estaba tensa.

- ¿Fran, pasó algo? -preguntó entonces ella, extrañada por el comportamiento de su amiga.-
- ¿Donde escuchaste esa canción?
Violetta pareció dudar un instante. - Pues la verdad... No lo sé.

-No me mientas. -Contestó Francesca, que empezaba a atar cabos.-
- Es la verdad...
- He dicho que no me mientas -su voz estaba cargada de odio, celos y decepción, todo a la vez.-
- Pero... Fran... No estoy mintiendo...
- ¡QUE NO ME MIENTAS, JODER! -Gritó.- ¡ES LA CANCIÓN DE DIEGO! ¡LA ESCUCHÉ!
- ¿Cómo? Fran, cálmate por favor...
- Estuviste con él hoy, ¿Verdad? -Preguntó, con los ojos llenos de lágrimas.- Por eso... Por eso me puso una excusa cuando lo invité a salir... Pero era mentira. Porque había quedado contigo, ¿me equivoco?
Violetta la miró, extrañada. -¿Vos le pediste salir a Diego? ¿Te gusta?
- ¡¡¡RESPONDEME DE UNA VEZ, VIOLETTA!!! -Chilló, ignorando la pregunta.- ¿¡ESTUVISTE CON DIEGO!?
- No. No estuve con él en ningún momento. Cálmate, por favor.
- ¡¡¡NO PIENSO CALMARME!!! ¡¡¡SOS UNA P*** MENTIROSA!!! -Gritó, llorando.-
Violetta no supo qué decir. Estaba confusa, no entendía nada, ni aquella extraña reacción de su amiga, ni cómo podía estar cantando una canción de Diego, sin ni siquiera haberlo visto. Le partía el alma verla así, discutiendo de nuevo, echando a perder la amistad que habían conseguido reconstruir. A si que se quedó mirando, quieta y con los ojos llenos de lágrimas, como su amiga se marchaba por la puerta, y como, momentos después, aparecía otra persona tras ella: Diego.

***
Diego salió a toda prisa del Studio on Beat. No quería cruzarse con Fran en lo que quedaba de día, sería demasiado incómodo, y además tenía miedo de que descubriese la verdad, que no estaba con ningún tío suyo, y que aquello había sido una hábil excusa para librarse de ella.
Por lo tanto, cuando llegó a su cuarto y se tumbó en la cama, no supo que hacer. Pensó en seguir con la canción que estaba componiendo, pero lo descartó rápidamente. No estaba muy animado, y en aquellos momentos, su inspiración era escasa.
Se quedó varios minutos con la mirada fija en el techo, pensando. Otra vez con el mismo tema. Y es que desde aquel beso, no había ni un sólo segundo en el que Diego no pensase en ella. En Violetta. En sus ojos, en su sonrisa, en sus labios...
Y cada vez que lo hacía, se sentía peor. Se odiaba a sí mismo por haberle hecho daño, por haber mentido, por haber dejado ir al amor de su vida.
Necesitaba habar con ella. Explicarle todo. Y esta vez, le iba a dar igual lo que dijese Francesca. Le iba a dar igual que Violetta no lo quisiese ver ni en pintura. Le iba dar igual lo que pensase cualquier otra persona, porque ya la había perdido una vez.
Y no pensaba hacerlo de nuevo.
***

Diego llegó a casa de Violetta en apenas cinco minutos. Por suerte, la puerta de la cocina estaba abierta. No tenía ganas de enfrentarse con Olga o con Ramallo, y mucho menos, con Germán. Lo mejor era que nadie se enterase de que había estado allí.
Se asomó al salón, procurando no ser descubierto. Al comprobar que no había nadie, lo cruzó sigilosamente. Y fue entonces cuando escuchó unos gritos provenientes de la habitación de Violetta.
Su corazón dejó de latir por un instante.
Pero, segundos depués, identificó la voz: Francesca. Suspiró, aliviado. No había peligro...
¿O sí?
Una idea llevaba dando vueltas en la cabeza de Diego varios días. Él no había querido creerla. Había intentado ignorarla, pero en el fondo, aunque no lo admitiese, sabía que era cierta. Violetta no podía haberse caído por las escaleras sola.

Alguien la había empujado.

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⏰ Última actualización: Aug 20, 2015 ⏰

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