Lo que paso después

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Evanswood había crecido mucho con el paso del tiempo. Había quedado muy poco del antiguo pueblo. Ahora se erguía una gran ciudad. Nada comparado con aquel pueblo del pasado.

Como en toda ciudad hay quienes se aferran al pasado y dedican toda su vida a excavar en los grandes secretos que se ocultan. Los museos son claro ejemplo de estas situaciones. Y precisamente en Evanswood se estaba desarrollando el proyecto de un museo.

La maestra Helen después de varios años de haber descubierto aquella nota de su alumno, se había interesado mucho en la historia de Evanswood; tanto que se casó con un historiador, y era gracias al que tenía un total acceso a la obra. Hasta ese momento se habían descubierto muy pocas cosas, la antigua casa de la familia Brown se comenzaba a caer a pedazos. De igual modo la hacienda Pendergast y sus cultivos de algodón ahora eran solo una parcela vacía, ya nada crecía en ese lugar.

Los Brown continuaban siendo ricos, pero ya no tenían tanto poder como en aquellos tiempos. Aún seguían dando unas maravillosas fiestas de noche de brujas. Se decía que trabajaban en el gobierno.

La maestra Helen había recorrido ambas propiedades por ella misma por mucho tiempo, pero en ese tiempo no encontró ningún indicio de que la historia fuera o no ficción.

-Helen ¿Qué haces aquí amor? –pregunto el historiador.

-Vine a ver qué hay de nuevo por aquí –respondió la educadora, mientras inspeccionaba algunos objetos de plata que se hallaban en una mesa.

-Bueno, no vas a creer esto, según lo que cuenta la gente es que aquella noche del homicidio en la torre de la antigua iglesia, la peineta de Eleonor Pendergast quedo en el suelo; y según el diario de Madame Brown, ella misma la recogió de entre los escombros de la iglesia después del temblor –dijo el historiador.

-Y eso que tiene de raro, esa peineta fue un obsequio de su hijo para Eleonor, era obvio que lo quería para recordarlo, tal vez la perdida le afecto demasiado –contesto Helen.

-Pero si la quería para recordarlo ¿Por qué la peineta no está entre sus cosas? –Dijo el marido muy seguro –la peineta está desaparecida, es uno de los objetos que no se han hallado, y los Brown aseguran que no está entre sus pertenencias.

-Vaya eso sí que es nuevo –contesto la educadora – ¿y la daga?

-La daga tampoco está, no hay ninguna prueba de que haya daga alguna –dijo el historiador, hubo un silencio y luego añadió –me ha dado hambre, creo que debemos irnos.

La maestra tomo su bolsa y camino con su amado esposo del brazo bajando por la larga escalinata del museo aún en construcción.

Subieron al coche y se dirigieron a la ciudad a buscar un buen restaurante. Helen prendió el estéreo del auto y puso su disco favorito. Durante todo el camino estuvo muy callada, pensando en todo eso que su esposo le había contado. Cuando pasaron por el centro de la ciudad, la educadora se percató de algo. Un edificio nuevo se acaba de construir frente a la plaza de los fundadores. Había varios edificios muy altos ya en esa plaza, pero este era diferente, este era cilíndrico, y en lo alto estaba solo una letra "P". ¿Qué significaba esa P? y ¿Qué función tendría ese edificio?

-Amor, estas muy callada, ¿Qué piensas? –hablo tratando de llamar la atención de su ya distante esposa.

-Ese edificio es nuevo ¿cierto? Jamás lo había visto –contesto ella.

-Sí, parece ser que es una nueva marca de ropa, de vestidos, playeras, sudaderas y esas cosas, como una casa de modas –dijo él.

La maestra volvió a mirar y se quedó observando hasta que otro edificio bloqueo su vista.

Por fin dieron vuelta en una calle, y hallaron un restaurante italiano. Estacionaron el auto y entraron. Había poca gente y en seguida fueron atendidos.

Pronto llegaron sus platillos.

-Moría de hambre, por fin –exclamó el marido, haciendo que su esposa soltara una risita.

Comieron tranquilamente y cuando terminaron tomaron sus cosas, pagaron y se dirigieron a casa.

Volvieron a pasar por el edificio, pero esta vez el cansancio de la educadora hizo que prestara poca atención. El largo día ya provocaba bostezos en ella y solo pensaba en llegar, ducharse y meterse en la cama, tal vez tener algo de intimidad con su marido, si es que no se quedaba dormida.

Y justamente, llego, se descalzo, desvistió, se ducho y se arregló para dormir. Cuando se acostó el subconsciente no dejaba de trabajar y el sueño parecía irse, así que fue por el plan B, tener intimidad.

Cuando su esposo se durmió por fin, ella seguía sin poder dormir, algo le ahuyentaba el sueño.

Tratando de hace memoria, recordó aquel edificio nuevo, si eso era. Sin hacer ruido bajo a buscar un vaso de leche, para descansar. Pero la curiosidad mato al gato.

En vez de dirigirse a la cocina, se dirigió a la sala y saco su computadora portátil, empezó a investigar e investigo, hasta que por fin dio con el archivo adecuado.

Había una nota, de un periódico local, con la fecha de ese mismo día, no había imágenes ni nombres, solo estaba la nota.

En la nota explicaba que la nueva marca de ropa "P" se estaba estableciendo en Evanswood, propiedad de una familia adinerada que venía de lejos, decía también que tenía diseños únicos y cosas sin importancia. Se invitaba al público a la apertura de la casa de modas.

Pero algo sobresalto a la maestra, algo más en la nota la dejo boquiabierta.

La familia acababa de comprar la propiedad Pendergast y había pagado para su remodelación. Parecía que la familia pensaba instalarse en Evanswood, la pregunta era ¿Por qué una familia adinerada querría instalarse en Evanswood? Y ¿Por qué querían comprar la antigua residencia Pendergast?

Helen tenía demasiadas preguntas para muy pocas respuestas. Tendría que ir a la apertura de la casa de modas, tenía que saber que estaba pasando.

Recuerda lo que dicen Helen "la curiosidad no es un pecado, pero a veces hay que ser cauteloso"

Cuando el pasado llama...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora