Parte II.

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Ya había pasado una semana desde su encuentro con Valerie y ella se había ido a Minnesota a visitar a sus abuelos.

Faltaban dos días para año nuevo, y Adonai de alguna manera se sentía... solo. Valerie era su amiga. Adonai al verla sentía un cosquilleo en el estómago, le alegraba la idea de estar a su lado y hacerla reír a pesar de la situación.


— ¡Nai! —exclamó su pequeña hermana que entraba en su habitación y el muchacho la cargó entre sus brazos.


La hermana de Adonai, con ya cuatro años, tenía un enorme parecido con él que a veces daba miedo. Pero los ojos, ella tenía los ojos de su padre.


—Alaia, ¿cuándo llegaste? —preguntó su hermano curioso.

—Hoy —respondió con una sonrisa plasmada en el rostro —. Mamá dijo que te dijera que te quiere.

—Cuando vuelvas con ella dile que yo también la quiero —dijo Adonai mientras bajaba a su hermana de sus brazos y la tomaba de su pequeña mano —. Ven, vamos con papá.


Lo que pasaba con los padres de Adonai, es que estaban divorciados. Así que por eso Adonai casi no veía a su pequeña hermana. Sus padres decidieron que Adonai pasaría las navidades con su madre junto con Alaia y el año nuevo junto a su padre. En las vacaciones de verano, Adonai con su madre y Alaia con su padre y luego al revés, también ambos hijos con su padre y después con su madre.

Fue lo que acordaron delante del juez.

Adonai vivía con su padre y Alaia con su madre. Cuando nació Alaia fue cuando se divorciaron; el joven no sabía el porqué de su divorcio y tampoco quería saberlo, no aún.


—Es hermoso ver a mis dos hijos juntos —dijo el padre del chico viendo a sus dos hijos entrando en la cocina.

— ¿Qué es lo que cenaremos hoy? —preguntó Adonai a su padre. Alaia se fue a jugar un rato con sus muñecas.

—Puré de patatas con un poco de filete y verduras —respondió su padre y se quitó el delantal de flores que tenía puesto. Se acercó a su hijo y lo abrazó por los hombros, guiándolo hacia la sala de estar.


Adonai se sentía confundido ante la actitud de su padre. Pero no preguntó nada. Se sentó en un sillón para tres, su padre en a la derecha y Adonai a la izquierda. Dustin miraba a su hija a jugar y comenzó a hablar.


—Conocía al padre de tu amiga —dijo su progenitor de repente y el chico se quedó perplejo por unos momentos.

— ¿Al padre de Valerie? —Preguntó atónito — ¿Cómo lo conocías?

—Nos conocimos en un bar —rio ante lo último —. Él era alguien relajado, parecía otro adolescente a pesar de estar en sus treintas. Recuerdo que llegó y se sentó a mi lado para pedir un vaso de ginebra. Por accidente, derramé mi bebida en su camiseta y creí que me golpearía pero en realidad me sonrió y dijo: "Soy Malcom. Odio esta camisa, gracias por arruinarla". Desde ese momento, fuimos amigos. Salíamos todos los viernes a ese bar. Conocí a la madre de Valerie, Grace. Fuimos grandes amigos —un brillo de añoranza apareció en los ojos de su padre, y con una sonrisa triste en el rostro —. Perdimos contacto. Después de un tiempo, logré contactar a Grace, le pregunté sobre Malcom y ella rompió a llorar. Le pregunté varias veces que fue lo que sucedió y me dijo que Malcom había intentado saltar de la ventana porque él quería volar. Ya había pasado tiempo después de eso, pero Malcom seguía con comportamientos extraños, a veces, sus brazos o piernas se movían de forma extraña. Grace me llamó diciendo que Malcom olvidó el cumpleaños de su propia hija y que tampoco dormía y tenía cambios bruscos de actitud.

El significado del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora