Parte III.

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Adonai recuerda, que después del beso Valerie se sonrojó y Adonai sonrió. Ella era bellísima.

Ya era el inicio de la primavera, y Adonai preparaba todo para pedirle a Valerie ser su novia. Se sentía nervioso. Había suplicado al director reservar el auditorio sólo por ese día y el director cedió.

El joven estaba vestido con un traje y un ramo de rosas rojas. Se encontraba detrás del telón y Adonai sabía que Valerie ya se encontraba sentada en la primera fila.

Era la hora.

El telón se abrió y Adonai silenciosamente se paró frente al micrófono. Una luz iluminaba la figura masculina, tragó saliva y comenzó a hablar.


—Tal vez, no sea de los que dicen mucho con las palabras. Más bien con las acciones —comenzó —. Y aquí estoy, de pie frente a ti, declarándote mi amor. Recuerdo el primer día que te conocí, estabas sentada mirando por la ventanilla del autobús con un audífono puesto y mirabas la nada. Me senté a tu lado y pensé: "Es hermosa". No dudé en presentarme. Parecía que te molestaba mi presencia, o desconfiabas de mí pero a mí no me importó. Ser testarudo a veces es mi mejor aliado —sonrió y logró ver como la chica sonreía desde su lugar —. Recuerdo que dijiste que tú y yo no éramos amigos, pero vaya, tú si eras la mía. Con el paso del tiempo, te abriste a mí, pude ver tu verdadero yo. Recuerdo cuando fuimos a ver las estrellas y dijiste: "Las estrellas pequeñas son las que más brillan, no por su tamaño, sino por tener una grandeza en su interior". Me sentía confundido, pero luego esa oración comenzó a tener sentido con el paso del tiempo. Me daba cuenta que yo no te quería como una amiga, yo te quería para siempre, para reír, para llorar, para besarnos, para abrazarnos, para dormir, para comer, para leer, para protegerte.

»Te quería para los pequeños momentos. Te quería para que fueras el significado de mi vida. Y me di cuenta de algo, Valerie Sinclair, tú eres una pequeña estrella con una grandeza en tu interior. Mi estrella, en específico. Te vería a ti, no porque eres la que más brilla entre todas las demás, porque en mi cielo no hay "todas las demás"; sólo estás tú. Recuerdo nuestro primer beso. En año nuevo. Sabías a uvas —Adonai miró a la nada recordando el beso y luego vio los ojos de Valerie, estaban acuosos —. Y ese sabor se quedó impregnado en mí. Y tus ojos, ¡Dios, tus ojos! Parecen unas enormes galaxias que es fácil perderme en ellos.

»Tu risa me enloquece, al igual que todo de ti. Me enloqueces, Valerie. Y estás aquí, porque te pediré algo muy importante.


Adonai, bajó del escenario y se dirigió hasta el asiento de Valerie.


—Valerie, ¿quieres ser mi novia? —soltó la pregunta y Adonai se aferraba al ramo de rosas esperando la respuesta de la chica.

—Sí —aceptó y se lanzó a los brazos de Adonai.


Se sintió feliz. Se sintió emocionado. Se sintió de una forma inexplicable, como si le acabasen de dar un regalo por sacar una buena nota pero aún mejor.

Adonai sintió un movimiento por su hombro, se separó extrañado y Valerie le regaló una sonrisa culpable-inocente.


—Mi brazo a veces se sacude de repente, al igual que mi pierna izquierda —confesó con vergüenza.


Adonai lo supo.

Adonai supo que había comenzado.

Adonai supo que su significado moriría pronto.

El significado del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora