(Aileen, 15 años)
El despertador sonó rompiendo violentamente el silencio, me levanté con parsimonia y abrí la ventana, un aire frío se coló en la habitación. Me vestí rápidamente con la ropa que había preparado cuidadosamente el día anterior, saqué un trébol de cuatro hojas del bote vintage que había en el escritorio y me lo metí en el bolsillo de los vaqueros. Después bajé corriendo las escaleras, en la cocina mi padre tomaba café y escuchaba las noticias. Disimuladamente cogí una tostada, le unté mantequilla y mermelada y salí al recibidor, llegaba extremadamente tarde, así que me tocaría desayunar en el autobús; me puse los zapatos, cogí las cosas y con la tostada de mermelada en la mano me despedí de mi padre y me encaminé hacia la parada del autobús. La calle estaba desierta y el sol empezaba a despuntar en el horizonte, mientras yo mordía la tostada complacida, puede que fuera un poco complicado comer mientras andaba pero yo ya estaba acostumbrada, solía salir tarde y ya era una costumbre. Cuando llegué a la parada, el autobús asomaba al inicio de la calle; esperé a que parara, subí y me senté hacia la mitad del autobús, saqué mi MP3, como siempre dejé que eligiera aleatoriamente las canciones.
Quince minutos después llegaba a mi taquilla; los pasillos siempre eran bulliciosos entre las clases, pero hoy parecía que toda la humanidad se había congregado allí. A diferencia de las otras taquillas, que tenían fotos, purpurina, dibujos y demás, exteriormente en la mía solo había una fina capa de pintura azul pero todo cambiaba al introducir la combinación y abrirla, tenía de todo, empezando desde los libros hasta las fotografías estilo Polaroid, pasando por collages, portadas de vinilos y otras cosas por el estilo. Adoraba mi taquilla, era mi pequeño rincón donde tenía la oportunidad de resguardarme de todo, pero no podía mostrar mucho de ella, sería un blanco fácil para las críticas.
Cogí el libro de historia y cerré la taquilla, pero al girar hacia el pasillo que me llevaría al aula correspondiente, alguien me puso la zancadilla haciéndome caer estrepitosamente en mitad del pasillo. Recogí mis cosas rápidamente mientras un grupo cercano a mí reía descaradamente, me escabullí entre el barullo y conseguí llegar a la clase justo con el tiempo suficiente para sacar mis cosas y acomodarme en un sitio apartado antes de que llegara la profesora.
La clase pasó lentamente mientras tomaba apuntes y observaba el paisaje a través de la ventana, siempre pensé que si no me molestaba en mirar el reloj el tiempo pasaría más rápido, y a pesar de descubrir que solo es un tema de percepción sigo sin mirarlo excesivamente. El resto del día transcurrió con tranquilidad hasta la hora de educación física, aborrecía esa asignatura más que cualquier otra. Dejando aparte que era bastante patosa causa por la cual nunca destacaba en ningún deporte, aquella clase me acomplejaba más que nada porque si juntabas mi deficiencia para los deportes con lo mal que me quedaba el uniforme obtenías siempre el mismo resultado: un sinfín de comentarios desagradables.
Cuando por fin terminó la jornada volví en autobús con agradecida tranquilidad y las canciones del MP3 como banda sonora, al llegar a mi parada me levanté disimuladamente y fue entonces cuando vi a un chico mirándome, no sabría decir si tenía la mirada perdida o si realmente me estaba observando; pero de cualquier manera no me podía quedar a preguntárselo, así que bajé y anduve de vuelta hacia mi casa con los últimos rayos de un sol casi invernal acariciando mi cara.
Cuando finalmente paré en el número 24, Lacewing en la pequeña ciudad de Mayfield, observé detalladamente la casa en la que vivía; el buzón con el correo, el césped que mi padre corto hace unas semanas pero que seguía creciendo constantemente, el tejado azul, el porche con un par de sillas de mimbre y una mesa, la fachada beige... todo parecía en calma.
Entré en la casa. Tras dejar mis cosas en la entrada fui a la cocina, donde encontré una nota:
Aileen, te he dejado la comida en el horno, llegaré sobre las ocho; tengo que ir al centro a por unas cosas. No hace falta que me dejes lo que quede de la comida.
Tu Padre
-Perfecto -pensé.
Mi padre llegaría tarde hoy, y además mi madre estaba de viaje en Australia. Eso significaba que tendría la tarde libre hasta las ocho o puede que un poco más.
Abrí el horno y saqué una bandeja con lasaña. Cuando terminé de comer subí a mi habitación con la mochila y me dispuse a hacer los deberes. Encendí el MP3 y elegí mi banda sonora.
[Cool Kids -Echosmith]
Abrí el libro.
*Flashback *
Estoy subiendo las escaleras, en la puerta principal del instituto un grupo de animadoras hablan, ríen y juegan con el pelo.
(She sees them walking in a straight line, that's not really her style )
Cruzo la puerta y oigo a lo lejos un canto alocado del equipo de fútbol.
(And they all got the same heartbeat, but hers is falling behind )
Abro la taquilla, cojo el libro de historia y al girar hacia el pasillo alguien me pone la zancadilla.
(Nothing in this world could ever bring them down)
Levanto la mirada y veo a un grupo riéndose.
(Yeah, they're invincible, and she's just in the background)
Yo corriendo a la siguiente clase intentando que nadie percibiese mi existencia.
(And she says,
"I wish that I could be like the cool kids,
'Cause all the cool kids, they seem to fit in.
I wish that I could be like the cool kids, like the cool kids" )
*Flashback End *
Una hora más tarde ya había acabado todo. Me tendí en la cama, tan solo eran las cinco. Me asomé a la ventana, el aire frío de esta mañana seguía predominando el resto del día. Observé la calle vacía y el viento mecer los árboles. De repente me fijé en la bicicleta de la entrada. Me la habían comprado hace tres años pero todavía podría montar en ella. Bajé las escaleras, me puse las deportivas y una chaqueta de piel y salí al porche. Una brisa fría meció mi pelo haciendo que mis músculos se tensasen. Me acerqué a la bicicleta y tanteé un poco las ruedas, todavía tenían aire.
-¡Bien!-pensé.
Me subí en la bici y comencé a pedalear por la calle, no tenía ni idea de hacia donde quería ir o a donde quería llegar, ni cual era la diferencia pero aún así seguí pedaleando.
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El Camino del Bosque
Teen FictionAileen Walcott no tiene una vida fácil, en el instituto ella es solo una más y no recibe demasiada atención. Pero tras encontrar algo en lo que finalmente parece sobresalir, un increíble suceso la golpea. Tras él, Aileen tiene que volver a rehacer s...