CAPÍTULO 1

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Piper Hale

Mis manos agarran con firmeza el volante de cuero de mi BMW, obsequio de papá por mis notas del curso pasado, y abro la capota para sentir el aire dándome de lleno en la cara.

De nuevo, mi libertad se coarta y debo ingresar en la Facultad, donde residiré todo el año.
La sensación de volver es agridulce, extraña, como si fuera una convicta que se presta voluntaria para pagar un año más de condena. Sin embargo, West Midlands es mi segundo hogar y parte de mi vida y algunos buenos amigos, se encuentran entre esas cuatro paredes.

Subo el volumen de la radio tras reconocer una de mis canciones favoritas y mi pie hace contacto directo con el acelerador. La adrenalina me recorre el cuerpo y mi corto cabello negro se remueve con intensidad.

Manejo el volante mientras canto Shine y, cuando creo que he llegado a mi momento de máximo hype, diviso en medio de la carretera que alguien me hace señas.

Meto el freno, me quito las gafas de sol y reconozco a un chaval de mi edad, cuyo coche parece haberse estropeado.

Éste, de buena percha, ojos claros y pelo castaño, relaja su expresión al ver que he parado justo a su lado y se acerca hasta la puerta del copiloto.

—¿Qué coño te ha pasado, Chuckman? —inquiero, enarcando una ceja y apoyando el brazo derecho en el sillón de mi vehículo.

Oliver Chuckman, de la fraternidad de los Alpha, estudia conmigo en la Facultad y es del grupo de los chicos, aunque también se codea con nosotras en las fiestas y reuniones que organizamos. Es un tío enrollado. Y está muy bueno, por qué no decirlo.

—Me alegra verte, Piper —y sonríe de lado, cautivador, aunque su respiración está un poco entrecortada— Mi coche se ha jodido. El embrague no va y me he quedado tirado desde hace media hora.

Me río tras imaginarle haciendo autostop cual señorita de compañía y me muerdo el labio inferior.

—La grúa tardará un rato más en venir, pero llego tarde y no puedo esperar por los del seguro.
El moreno, de cuerpo fibrado, llama por teléfono.

—Si quieres te puedo llevar —me ofrezco. Sería divertido que todos me viesen llegar con Chuckman el primer día de Universidad.

El de orbes grisáceos se gira.

—Te lo agradecería muchísimo, estoy tratando de llamar al chófer de mi madre, a ver si se puede hacer cargo de este embrollo.

Estaciono mi coche para no formar cola y tras unos minutos, Oliver parece haber arreglado el asunto y se sube en el asiento contiguo al mío. Me sonríe de oreja a oreja y yo levanto ambas cejas.

—Estás más guapa desde la última vez que te vi, Hale —musita él.

Noto como mi ego recibe una buena dosis y hago rugir los caballos de mi motor a modo de respuesta.

Suspiro y pongo en marcha a mi pequeña Lucy.

Este año tenía toda la pinta de ser muy interesante.




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