Andén 9 y 3/4.

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Narrado por JANE.


Cuando llegamos a la estación de King's Cross, el reloj marcaba las nueve menos cuatro minutos de la mañana.

Hermione corría, agarrando a duras penas el carro que cargaba con todas sus pertenencias, pero este parecía dispuesto a resistirse a su control, tambaleandose a cada zancada que la chica se esforzaba en dar.
Ron por su parte no parecía tener ningún problema con su tartana, y sus largas piernas lo posicionaban justo detrás de Granger, que se negaba a abandonar el primer puesto.
La señora Weasley y Ginny aparentaban discutir en tercera fila, mientras caminaban a paso rápido y la desesperación se apoderaba de los ojos de Molly.

Harry, que caminaba con diligencia a mi paso detrás de las pelirrojas, quedando los más rezagados de todo el grupo, observó de reojo el maletín que portaba a peso en mi mano derecha, con Salem en su interior, y la pequeña bolsita de terciopelo burdeos que colgaba de mi otro brazo, y vaciló unos segundos antes de preguntar:

- ¿En serio llevas... - hizo una pausa para recuperar aliento - ...todas tus cosas ahí dentro? - le sonreí con dulzura, viendo en sus palabras la inocencia de un crío.

- Un regalo práctico ¿eh? - arqueé mi ceja derecha, sugerente.

- Bastante - sonrió también el joven.

- Fue un regalo de cumpleaños de mi... - detuve mis palabras cuando recordé que la verdad de mi historia era muy diferente a la versión oficial de los hechos, y me entristecí al comprender que, una vez más, debía mentir. - ...de una vieja amiga de la infancia.

Mantuve la sonrisa forzadamente, suplicando que Harry no se percatara. El chico frunció por unos segundos su entrecejo, pero cuando pareció que iba a decir algo, un fuerte estruendo rompió el silencio y el momento se perdió en el tiempo.

Cuando ambos miramos al horizonte, nos encontramos una Hermione esparcida junto a todas sus cosas sobre el frío suelo de la estación.

- ¡Hermione! - Ron fue el primero en gritar, corriendo al lado de la chica. Tomó ágilmente su brazo en un movimiento casi involuntario, y aunque durante unos segundos no dijo nada, en su cara estaba escrita la preocupación implicita.

- ¡Por las barbas de Merlín, chiquilla! - se le sumó la señora Weasley, que comenzó a recoger las pertenencias de Granger, desparramadas por medio andén.

- ¿Estás bien? - Ginny también se agazapó para terminar a su altura.

- ¿Te has hecho daño? - Harry se unió a la escena.

Entonces escuché el alarido de dolor de Granger en mi cabeza, y supe que aunque en su cara hubiese una sonrisa despreocupada, tratando de restar importancia al acontecimiento, se había hecho daño.

Cuando Ron la alzó sobre su propio peso y los demás perdieron la atención en colocar todo de nuevo apiñado sobre el carrito, me acerqué a ella y tomé en silencio su muñeca.

"Tu tobillo" mis palabras retumbaron en su mente. Ella me miró, al principio confusa, pero cuando mis ojos la guiaron hacia su tobillo malherido y terminó por comprender la situación, se limitó a esbozar de nuevo aquella sonrisa tranquilizadora.

- Jane - luego volvió su vista y miró a Ron, que aún la sostenía entre sus brazos, temeroso de que soltarla pudiera significar su caida - chicos, de verdad, ¡estoy bien! - insistió, y el instante de silencio que se había creado tras sus palabras desapareció en cuanto el campaneo del reloj central de la estación nos sacudió a todos, devolviendonos a la realidad de las nueve en punto.

- ¡Maldita sea, no llegaremos a tiempo! - siseó Ginny entre dientes, volviendo a por sus cosas.

Cuando alcé la vista comprobé que aún nos encontrabamos en el andén 6. Eso significaba correr a través de tres andenes más antes de poder siquiera atravesar el muro.

Sombras oscuras, amor eterno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora