Hoy mi padre nos dejó ir con mis amigos al bosque a jugar con la nieve mientras la cena se preparaba. Salí a buscar a Dylan, Jason y Adam, mis mejores amigos de toda la manada.
Después pasar a buscar a cada uno a su casa, nos dirigimos al bosque. Una vez adentrados en el frondoso bosque, Adam comenzó a lanzarnos bolas de nieve a nosotros.
– ¡Esto es la guerra! – gritó Dylan.
– ¡Todos contra todos! – exclamé.
Corríamos, nos escondíamos y esquivamos las bolas de nieve, lo mejor que pudimos, pero ya al rato de jugar, cuando ya estábamos cubiertos por todos lados de la fría nieve, escuchamos un llanto.
Nos quedamos escuchando en silencio. Luego de un rato, Dylan rompió el silencio.
– ¿Será de una niña perdida? Suena como mi prima cuando llora. – preguntó un poco preocupado.
– No creo, ¿qué haría una niña tan pequeña sola en un bosque? – le respondió Alex con sarcasmo.
– ¿Y si la buscamos? Digo, para corroborar que no le haya pasado nada. – propuso Adam.
– Preguntemos a nuestro futuro alfa. – dijo Jason antes de mirarme.
Me demoré en pensar, pero los llantos me desesperaban como si me sintiera obligado a calmarlos, por lo que al final decidí.
– Busquémosla. – dije con fuerza.
Comenzamos a caminar, en dirección al origen de los llantos, siendo este el único guía de nuestra búsqueda. Después de caminar un par de minutos, la encontramos.
Justo en la frontera divisora entre nuestra manada y la manada Lágrimas de Sangre, se encontraba una niña de tez morena y pelo castaño, no se lograba ver su rostro ya que estaba acurrucada en un árbol escondiendo su cara entre sus piernas mientras las abrazaba, no había duda de que está asustada.
No sabíamos qué hacer, la niña no se había percatado de nuestra presencia, así que me devolví hacia mis amigos.
– ¿Ideas? – pregunté.
– No podemos dejarla aquí. - replicó Dylan - Está sola y está oscureciendo, creo que debemos llevarla a casa y esperar a que sus padres aparezcan. – propuso.
– ¿Y qué pasa si nos la llevamos, los padres aparecen y no la ven aquí? Si son de la manada vecina, podría haber problemas y nosotros seremos los culpables. – comentó Jason.
– ¿Y qué pasa si no llegan? ¿La dejamos sola aquí? Yo estoy de acuerdo con Dylan. – dijo Adam con firmeza.
Me quedaba a mí decidir qué hacer, ambas posiciones son razonables, pero hay una vida de por medio y, además, por alguna razón, una parte de mí quería que esa niña se viniera conmigo.
– Hola, niña. – dije con mucha suavidad en su dirección.
Ella se sobresaltó y nos miró con claro temor en sus ojos.
Al ver por fin su rostro, calculé que rondaba entre los 3 años y 5 años, también pude ver sus bellísimos ojos verdes, tan pero tan verdes que parecían que llevaba la selva del Amazonas en su mirada.
Adam, al igual que todos, notó su nerviosismo, por lo que se le acercó y se sentó a su lado.
– Tranquila, chiquita somos como tú, pero más grandes. –
Sabíamos que era una mujer lobo, se logra sentir nuestro aroma característico, pero no sé por qué además podía olfatear un exquisito aroma de rosas y almendras emanado de su cuerpo.
Como ella tiritaba le pedí a Jason que me pasara su abrigo porque de todos los presentes, él era el más abrigado. Suavemente me acerqué a la pequeña y la envolví con el abrigo. Antes de cerrar el abrigo, ella sin previo aviso me rodea el cuello con sus pequeños brazos y no me suelta. La tomo en brazos.
– Para ser 5 años menor que nosotros es liviana. – comenté.
Los chicos me miraron con fastidio por mi estúpido comentario.
– Volvamos, necesita más calor que eso, quizás cuánto rato lleva aquí. – dijo Jason.
Nuevamente emprendimos marcha hacia la manada.
Al llegar ahí, inmediatamente me fui a mi casa a buscar a mis padres y contarles lo que pasó que en el bosque.
Llegué a la casa con la niña en brazos, justo al mismo tiempo que mi madre sale, supongo yo para llamarme a que vuelva a casa, al verme una sonrisa nace de sus labios que duró solo unos segundos al verme con la niña en brazos. De inmediato escuche a mi madre llamar a mi padre a que viese a ver lo que ocurría.
Cuando mi papá salió, miro a mi mamá expectante y ésta apuntó en mi dirección.
– Hijo, ¿qué estás haciendo? – preguntó papá lo más calmado que pudo.
Le expliqué lo sucedido a mis padres y les pregunté si podíamos tenerla hasta que sus padres vengan por ella.
– Dices que estaba en la frontera sur, le enviaré una carta a la manada, puede que se haya perdido, hasta entonces, puede quedarse. – aceptó mi padre.
Sonreí muy contento, al menos tendré a alguien con quien jugar por mientras.
Los 4 entramos en la casa, le quité el abrigo y la acomodé en uno de los sillones del salón junto a la chimenea para que entre en calor.
Mi padre se encerró en su oficina y mi madre fue a preparar unos bocadillos para nosotros. A los minutos llegó con unas galletas y leche tibia.
– Ten corazón. – dijo mi madre a la niña – Te quitará el frío y el hambre. – le entregó su vaso de leche - Te quedarás con nosotros mientras contactamos a tus padres, ¿sí? -
Ella tímidamente asintió.
– Corazón, no nos has dicho tu nombre, ¿cómo te llamas? – preguntó.
La niña miró el vaso de leche por un rato, antes de contestar y casi como un susurro dijo
– Esmeralda. –
– Esmeralda, bienvenida.
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ayer hermanastros, hoy mates
Werewolfdespués de escuchar su llanto corro con mis amigos,cuando encontramos a la causante de estos llantos le hablo con dulzura -Hola, chiquita, ven yo te cuidare - Ella corre y viene a mis brazos ,aun asustada, me da un tierno abrazo y yo me la llevo a...