ya tienes mi corazón

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Esmeralda ya lleva con nosotros meses, durante este tiempo con mis amigos nos asegurábamos de que se adaptase de la mejor manera a su nuevo hogar.

Hoy salí con Esmeralda tomada de mi mano a jugar al parque. En el trayecto me encontré con unos amigos que me ofrecieron jugar, sin pensar en mi hermanita me fui a jugar.

Supongo que pasó un tiempo antes de que me percatara de que Esmeralda no estaba entre nosotros jugando, inmediatamente la busqué con la mirada hasta que la encuentro sentada en unos de los bancos del parque, observándonos. Me acerco a ella deteniendo el juego por unos segundos, para ofrecerle venir a jugar. Ella se une a nosotros con emoción y alegría.

Se supone que debíamos ser justos con ella, por ser la más pequeña, la verdad es que no sucedió, pero a Esmeralda no le afectó en lo más mínimo, mantuvo sus ganas de juagar hasta que más o menos a la hora de la merienda, me pidió que nos devolviéramos a casa.

Me despido de mis amigos al igual que ella y comenzamos la caminata hasta la casa.

Entramos a la casa, la llevo al living y le prendo el televisor.

– Hermanita. – comienzo a decir – Voy a preparar nuestra merienda, no te muevas de aquí. –

– Sí, hermano. – responde con una sonrisa, para después posar su vista en el televisor.

Entro a la cocina, saco del microondas los sándwiches que mi madre nos dejó preparados y lleno dos vasos con jugo de frutillas. Todo esto lo dejo sobre una bandeja y con mucho cuidado lo llevo hasta el living, dejo la bandeja en la mesa y le entrego su jugo a mi hermanita, tomo el mío y dejo los sándwiches al medio de los dos.

Mientras comíamos y mirábamos el programa que estaban dando en el minuto, Esmeralda rompe nuestro silencio.

– Voy a estar de cumpleaños. – dijo con emoción.

– ¿Cuándo, hermanita? – pregunto.

– El 29 de agosto. – responde al fin.

Le sonrío y le doy un beso en su mejilla.

– Mira es bueno saberlo, es posible que para esa fecha te llegue una sorpresita. –

Con una sonrisa, toma el plato que estaba entre nosotros, lo deja en la mesa de centro y se acurruca en mí "ya tienes mi corazón, hermanita", pensé. Seguimos viendo la televisión, hasta que los dos caímos dormidos.

Antes de caer profundamente dormido pensé en su cumpleaños y cómo se lo celebraremos con la manada y me quedo dormido.

ayer hermanastros, hoy matesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora