El avión desciende, no puede evitar agarrar con fuerza el sujeta brazos. La mujer a su derecha se abanica agitada y le sonríe tímidamente, seguramente pensaba lo mismo que él :<<Jamás volveré a subir a un avión>>
Quince minutos después, el botón iluminado se apagó. Mateu casi arranca el cinturón que atrapaba su cintura. Necesitaba aire.
Se levantó ignorando los consejos de las azafatas, una de ellas intentó ayudarlo a sacar su maleta, pero este le lanzó una mirada asesina y la azafata se retiró sonriente.
Bajó su maleta negra y brillante, dejándola en el estrecho pasillo. El avión se despertaba con rapidez, los pasajeros se levantaban apresurados, daban codazos inconscientes y clavaban sus miradas cansadas entre las maletas y la salida.
Después de unos diez tortuosos minutos, la fila de gente extasiada comenzó a moverse. Y al poco, Mateu pudo ver el cielo de nuevo. O bueno, un cielo grisáceo levemente iluminado por la luz del sol mañanero. Al Este las nubes se acercaban peligrosamente.
-Tal vez llueva- se dijo y eso lo desanimó, hoy tendría que ser un maravilloso día soleado.
-Menuda bienvenida de mierda me estás dando- expuso sus quejas acerca del nuevo país. Su acompañante de vuelo, que bajaba las escaleras a trompicones, lo miró furtivamente.
-¿Qué?- espetó de mala gana -¿No puedo hablar conmigo mismo? ¿Está prohibido en este país de mierda? Mucho sol, mucho sol. ¡Pues el puto sol no aparece!- sin darse cuenta un agente de seguridad había apoyado su gran mano en su hombro.
-Por favor, Haga un esfuerzo por calmarse, todos están cansados y exhaustos por el vuelo- exclamó el agente con una sonrisa ladina, pero sus ojos eran amenazantes.
Mateu se mordió la lengua y caminó a zancadas hasta la puerta de embarque.
<<Bien, ahora solo tengo que encontrar a los tios estos>> muchas personas se amontonaban tras un cordón a la salida, buscaban a algún conocido, con sonrisas o miradas nerviosas. Busqué un cartel con mi nombre o apellido.
[Mateu Flament :D] una mujer cargaba con una sencilla pancarta blanca.
Se acerco hasta ella y se dio cuenta de que a su lado había un hombre con bigote y gafas redondas, debía ser su marido.
-Hola ¿Eres Mateu?- la mujer señaló el cartel. El nombrado asintió -¡Oh que bien! Yo soy Linda y él es Tom- se señaló a si misma y a su marido respectivamente. Le di dos besos a la mujer y un apretón de manos al hombre.
-¿Cansado por el vuelo?- preguntó el hombre dándome unas palmaditas en la espalda.
-Si- la pareja le dirigió hasta el aparcamiento. Suspiró aliviado cuando se alejaron del revolucionario gentío del edificio. Subió en la parte trasera. Tom conducía.
-¿Algo que quieras preguntarnos, Mateu?- preguntó la mujer girándose sobre su asiento.
Mateu tibuteó.
-¿Las putas son más baratas aquí?- Tom soltó una estruenda carcajada. Linda frunció el ceño y golpeó suavemente su hombro sin poder ocultar una sonrisa.
-No sé chaval, pero eres muy jovencito para eso- exclamó volviendo las manos al volante.
Linda me lanzó una mirada y yo sonreí mostrando todos mis dientes.
Salimos del aparcamientos, Linda no paraba de hablar y hablar. Tom solo asentía con la vista concentrada en la carretera.
-¿Y bueno Mateu?- sus cabellos rojizos y pomposos volvieron a mi campo de visión -¿Por qué has decidido venirte al extranjero a estudiar?- medité un poco la respuesta. No era sencillo, mis padres estaban en proceso de divorcio, mi hermana mayor se había alejado de la situación y se había mudado con su novio yo... bueno, no era el mejor momento, mis tíos me ofrecieron venir al extranjero para terminar el año y darles un respiro a mis padres.
No me importaba mucho, obviamente iba a extrañar a mis amigos y a mis primos que se picaban por cualquier tontería. Pero... ¿Cuándo iba a tener la oportunidad de irme un año a un sitio donde nadie me conocía? La idea era excitante, mucha más gente nueva, un país nuevo, lejos de mis padres...
-Fue un regalo de mis tíos- dije secamente encogiendo los hombros para restarle importancia.
-Creo que en nuestra casa te sentirás a gusto, tenemos una habitación solo para ti y el instituto queda bastante cerca- rió nerviosa –Eres el primer estudiante que tenemos, intentaremos que todo te sea lo más cómodo posible- le dedicó una mirada compasiva. Mateu se la devolvió.
-Y cuéntame Mateu ¿Cómo es eso de que hablas tan bien nuestro idioma?- preguntó Tom girando en una rotonda.
-Ah, mi madre nació aquí y toda mi familia materna también vivió aquí, pero por la empresa de mi abuelo tuvieron que marcharse a Francia. Mi madre me acostumbró a hablar este idioma desde pequeño-
-Ah, mejor, así no tendrás problemas con las clases- Linda se acomodó en su asiento. La pareja comenzó a debatir sobre la galería donde trabajaba Linda.
Mateu los dejó en su intimidad y apoyó la mejilla en el frío cristal.
Estaban llegando a la ciudad, el aeropuerto estaba a las afueras pero sin dejar de estar en la costa. Pudo distinguir los primeros edificios a lo lejos, aunque todavía debían quedar un par de kilómetros, no le era difícil imaginarse el costero ambiente. El aire oliendo a sal, palmeras cerca de la playa, cuerpos desganados por la llegada del invierno.
Las nubes se habían oscurecido y ahora cubría completamente las casas. Le molestaba mucho, era como si el tiempo se estuviera riendo de él.
<<No te lo vamos a poner fácil>> parecía que se burlaban las nubes tras las carcajadas del viento.
No pudo evitar apretar los labios y entrecerrar los ojos. Su reflejo en el cristal le advertía que se relajara. Bufó para si mismo y se sentó correctamente en el asiento de cuero.
Dejaron la autopista pero siguieron en una larga carretera de doble calle. Mateu distinguió a personas paseando sus perros, siempre había querido un perro. Y entonces apareció el mar, gris y extenso, salvaje. Se reía en su cara.
<<Tengo que dejar de tomarla con cosas inertes>> se dijo a si mismo.
Tom chasqueó la lengua, su mujer lo miró interrogante.
-Me he pasado la calle- masculló entre dientes. Linda acarició su hombro. Formaban una bonita pareja, ambos no deberían pasar de los treinta ¿Tendrían hijos? No le habían comentado nada.
Siguieron rectos por la carretera, esperando a la siguiente salida.
Un semáforo a unos metros suyos pasó de rojo a verde. Tom sonriente aceleró la velocidad.
Una sombra desorbitó los ojos del conductor.
Giró violentamente el volante para no chocarse contra la sombra azul que cruzaba la calle descuidadamente. Los cuerpos de los tres se exaltaron. Tom iba demasiado deprisa. El volantazo descontrolado iba hacia un coche que no se había puesto en marcha tras el semáforo verde.
-¡Joder...!- gritó Mateu antes de que su cuerpo se agitara bruscamente hacia delante. El impacto fue seco y violento. Perdió la noción del tiempo. Su vista se nubló. La boca le sabia a sangre.
Una chica de gorra azul.
Le miraba con los ojos abiertos; visiblemente culpable y preocupada.
<<la sombra>> fue su último pensamiento antes de perder la conciencia.
ESTÁS LEYENDO
~{No Hero}~
Teen FictionRach ama la música. Pero no siempre puede permitirse envolverse en su burbuja musical. Eso le molesta. Mateu es un estudiante de intercambio desvergonzado y con impulsos cínicos. Paula o como la llaman, Pau la zorra; que solo busca algo de atención...