Rach.

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Es un día normal, aburrido quizás.

Enciende el pequeño televisor que tiene en el salón y sube un poco el volumen.

Rach ordena un poco la habitación, anoche estuvo aquí Mark y como siempre que viene Mark, está todo patas arriba.

Escucha las noticias mientras se agacha para recoger cartones de pizza, latas de refrescos y servilletas sucias.

-Eh, despierta- le da una patada suave en el costado. Mark se retuerce molesto, sus mechones pelirrojos le cubren los ojos mientras se da la vuelta para buscar una posición más cómoda.

-No te duermas- sube las persianas y su amigo gruñe –Y vístete, no quiero ver tu pálido culo a estas horas de la mañana-

Rach escucha una risa apagada.

-Si te encanta- murmura el pelirrojo poniéndose de pie y buscando su camiseta.

El moreno apaga el televisor, no hay nada nuevo.

Mark ya está decentemente vestido pero algo despeinado, se pone su bolsa de tela a la espalda y levanta una mano como despedida antes de salir del pequeño apartamento.

Rach bufa cansado ¿Qué podría hacer hoy? Últimamente sus días se dividían en ir al instituto y pasearse por la tienda de música. Y bueno, ya era la tercera vez que lo echaban de aquella tienda. Tendría que buscarse otro pasatiempo.

Sin una idea en mente, se cambió la camiseta que apestaba a comida basura y se puso unos zapatos de cordoneras.

Podría ir al centro comercial, allí también había un pequeño local donde vendían discos. Pero era algo anticuado y las dependientas demasiado pesadas, las veces que iba allí se marchaba pronto por las innecesarias atenciones de los empleados, solo quería mirar música en paz.

Si, mirar música.

Porque para él la música no solo se escuchaba, se veía. Cuándo una canción llegaba a sus oídos, él cerraba los ojos y se dejaba llevar por las imágenes que su mente asociaba a la melodía, fotos de vidas mejores, imposibles o rutinarias. A veces incluso recordaba algún momento feliz de su infancia. Rostros de personas que no conocía se coordinaban en las notas que redescubría con cada repetición.

Soñaba, era la única manera que tenía para soñar.

Y no es que no estuviera conforme con su actual estilo de vida, no tenía de qué quejarse. Amaba lo que hacia aunque no fuera mucho. Sé auto-convencía de que solo estaba al principio del camino. El inicio del cumplimiento de sus sueños.

'Pregúntate si lo que estás haciendo hoy te llevará a donde quieres estar mañana'

Leyó esa frase de Walt Disney en el cubículo de un baño público.

Tenía razón, él no hacía nada por conseguir ese futuro idílico, solo esperaba paciente a su llegada.

Rach se puso la guitarra a la espalda y cerró la puerta con un portazo.

Las calles estaban vacías a estas horas de la mañana, apenas eran las 9 en un sábado nublado. Toda la ciudad prefería quedarse bajo mantas esperando con ansias la lluvia. Pero no iba a llover, no hoy al menos.

Se ajusto el auricular a la oreja, escuchaba la canción. No una cualquiera, sino La canción.

La única que no podía mirar.

Cuando cerraba los ojos, solo la grave voz del vocalista retumbaba en su interior, hacía eco en sus párpados cerrados y salía con el aire que expulsaba. Pero no podía ver nada. Eso le inquietaba, y le excitaba al mismo tiempo.

~{No Hero}~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora