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-¡Zaynie!

Abro mis ojos.

-¡¡Zaynie!!

Me doy la vuelta en mi almohada y miro el reloj en mi mesita de luz.

-¡Zaynie! ¡Es hora de levantarse! Llegarás tarde a la escuela.

Registro la hora y me siento, la adrenalina bombeando a través de mi sistema. Odio llegar tarde por cualquier cosa. Estoy a punto de saltar de la cama pero en cambio dejo salir un gemido. Mi cabeza se siente como si estuviera llena de lodo y alguien estuviera usando mi cerebro como un bombo.

-¿Zaynie? – Mi madre abre la puerta sin golpearla y se asoma.

Odio cuando lo hace.

Le lanzo una mirada fría.

-Mamá, te he pedido que me llames Zayn. Es lo que pusiste en mi acta de nacimiento, ¿recuerdas?

Mamá me mira sobre la cama y entorna la mirada. A la vez que sacude la cabeza se dirige a al puerta sin decirme una palabra.

Típico.

Quiero gritarle que regrese y por lo menos responder, pero no puedo. Quiero gritarle por ignorar todos los problemas, pero nunca lo haré. Esta es mi vida. Me recuerdo, una vez más, que me acostumbraré... ¿no?

Incapaz de ignorar mi dolor de cabeza, lentamente me pongo de pie, intentando recordar lo que hice anoche. Creo que estuve con Penny y Niall. ¿Louis también estuvo ahí? Debió haber estado. ¿Qué día es?

Vuelvo a mirar mi reloj.

MIÉRCOLES, 18 DE SEPTIEMBRE

Escuela.

Tengo escuela... para la cual voy a llegar realmente tarde.

Bajando la mirada, noto que ya estoy vestido. ¿Dormí con la ropa puesta? Eso es muy raro. Nunca hago esa clase de cosas. ¿A qué hora llegué a casa? ¿Cómo llegué?

Agarro mi mochila, la que ha dormido en la cama junto a mí, y rebusco en ella. Sacando mi pequeño espejo de mano, reviso mi aspecto. Mi cabello parece un poco sin vida. Agarro mi cepillo y lo ordeno. Me miro y el hecho de tener el pelo más o menos arreglado no me hace ver mejor.

Mirando el reloj de la cabecera, decido que no tengo tiempo para mucho más. El tiempo no me permitirá la perfección esta mañana.

Realmente odio eso, pero prefiero parecer un poco desaliñado que llegar tarde.

Creo.

Frunciendo el ceño, me vuelvo a sumergir en mi mochila. ¿Dónde demonios está mi teléfono?

Tengo que llamar a Perrie para que venga a recogerme. Miro el reloj y hago una mueca. Ella probablemente ya está en la escuela de todos modos. Si no escucha nada de mí para las siete treinta, siempre asume que voy a faltar ese día. No lo he hecho en un par de semanas, pero como sea.

Hombre, si piensa que voy a faltar a la escuela sin ella, se enfadará. No puedo imaginar los mensajes que tendré cuando encuentre mi teléfono. Mis labios se curvan en un puchero.

Volviendo a meter mis cosas en la mochila, la engancho en mi hombro y salgo por la puerta.

Supongo que tendré que pedirle a mamá un aventón.

Qué horror.

Bajo las escaleras hacia la cocina me detengo en el rellano. Como hago cada mañana, miro la gran puerta de vidrio corrediza de la sala. El alto árbol de pino en nuestro patio trasero está allí de pie burlándose de mí. Al principio cuando nos mudamos aquí, papá nos prohibió escalarlo. Era muy alto y peligroso, pero eso nunca nos detuvo. Estudio sus ramas nudosas con un ceño.

BETWIXT [ziam au] [book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora