Una historia muy lolicon: Byakuya y Yachiru, (grande valga la aclaración)

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¡Hola! Hola mis estimados lectoras y lectoras lemon. ¿Cómo han estado? Yo, hmm yo súper ocupada gracias a ustedes. Gracias por el apoyo mis amores y espero el fic les esté gustando hasta ahora. Sé que es medio difícil seguir este fic porque, (risa) ¡no tiene un propósito fijo! El único propósito de este fic es ponerlos a ellos a hacer muchas deliciosas maldades y ah, ¿Por qué no admitirlo? ¡Trolearlos un rato! Ay sí, me adoro queridos.

Ok y para darle paso a mi primer lolicon en este fic, ¡awwwwwww! ¡Qué emoción! Quiero mandar un saludo y un abrazo con todo mi corazón al dueño de este shot. Un besito y un abrazo para ti Yuuto y gracias, gracias por decir que eres mi fan, ¡qué lindo! Quiero que sepas y que todos ustedes se enteren, que los verdaderos protagonistas de un fic, son ustedes. Lo he dicho como un millón de veces pero no es más que la verdad: "sin ustedes los lectores que nos leen y nos comentan, nosotros los que escribimos no valemos nada, ¡nada!" Un fic solo cobra vida cuando alguien lo lee y lo disfruta. Cuando alguien se divierte y se ríe con uno de sus ocurrencias. Y bien mis divertidos juguetes sexuales, démosle paso a la pequeña historia.

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Bueno, este shot se sitúa mucho, mucho tiempo adelante porque mis queridos niños, ¡toca! Para la maldad que vamos a hacer con Yachiru Kusajishi y Byakuya Kuchiki, la necesito a ella grande. Lo suficiente madura para entenderlo y más que nada, disfrutarlo. Entonces les diré que todo empezó una tarde en donde las tenientes más bellas del sereitei, estaban reunidas preparando sus informes y en el proceso, platicando un poco.

La primera en decir algo y como cosa rara tomándose buen sake fue ella, Rangiku Matsumoto.

— ¿No puedes estar hablando en serio, verdad Yachiru-san?

— ¿Y por qué no Rangiku-san?—La miró con una gran sonrisa de picardía y malicia mientras las demás reían—Ese tipo puede ser todo lo patán y grosero que quiera pero esta como para chuparse los dedos. ¿No? ¡Divino!

— ¡Yachiru-san!

Todas exclamaron muy sonrientes por las divertidas palabras de una ya algo tomada y sonrojada señorita. De una bella y muy atractiva teniente. Oh si pero, ¿no les he contado verdad? Pues les diré. Yachiru ya no era aquella bella niña, dulce y juguetona que se la pasaba al hombro de un mal encarado Kenpachi, no, ya no era ni la sombra de eso. Ahora era una linda, una bellísima muchacha de ciento diecisiete años (o sea de diecisiete en verdad) muy atractiva y más que nada, peligrosa.

Alta, con el mismo cabello rosa solo que esta vez estaba un poco más largo; le llegaba hasta los hombros, lindas curvas, ojos claros y encantadora sonrisa, era el constante dolor de cabeza de Kenpachi. Desde que había alcanzado la adolescencia y despedía todas esas hormonas, no había tenido un solo día de descanso.

Como se lo estaba haciendo ver la siempre linda y seria Nanao.

— Ay niña por Kami, ¿que no te cansas de hacer enojar a tu capitán? ¿Es que acaso ya se te olvido lo que paso la última vez o qué?

— Uy si, —se sentó, se tomó otro trago, y se soltó a reír con las demás que lo habían recordado— ¡cómo olvidarlo! Que divertido pero pobre Hisagi. Ken-chan se pasa de verdad. ¡Pobrecito! Le dio muy duro y no era justo, que mal. Por culpa de Ken-chan y sus estupideces, yo me quede sin jugar.

En ese momento y sosteniéndose el estómago fuertemente porque no podía de la risa al recordarlo, vino a su mente aquella escena que la hacía reír sin parar.

Bleach: serie de one-shots lemonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora