Capítulo 11

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Me desperté helado, hacia más frío de lo normal e intenté no hacer mucho ruido para no despertar a Draco con la esperanza de poder dormir un rato más.
En esos minutos recordé el año en el conocí a Draco y los momentos que viví con el y me reí en silencio.

Cuando estaba a punto de dormirme, Draco metió su mano helada bajo mi camiseta.

-Buenos días Riddle...- Dijo sonriendo.

Adiós a la idea de volver a dormir...

-Buenos días Draco- Suspiré mientras apartaba su mano.

-Tengo hambre-

-Y yo sueño-

-Pero yo tengo hambre-

-Pues ve a desayunar-

-¡Ven conmigo!-

-No...-

-¿Por qué?-

-Quiero dormir un poco más- Exclamé con un tono inocente.

Draco salió de la cama sin decir nada pero con la intención de ir a desayunar y yo me sentía la persona más feliz del mundo teniendo la cama para mi solo.

-Que te den, Riddle-

-Mmm, quizás hoy si no te enfadas...-

-¿¡De verdad!?- Dijo entusiasmado saltando sobre mi.

-No, guarro- Respondí en tono burlesco.

Draco salió de la habitación dedicándome una de sus queridas miradas de odio. Al rato me quedé dormido.

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Como era de esperar Draco no me despertó y llegaba tarde a clases, así que salí corriendo de la cama y me vestí con lo primero que pude. Al acercarme a la puerta escuche un murmullo, intente poner el oído pero no conseguí entender nada así que abrí la puerta.

Todo el pasillo estaba repleto de alumnos que cuchicheaban entre ellos asustados, pero conseguí entender algo entre la multitud: "Está muerto". Al instante salí corriendo empujando y abriéndome paso entre el resto de alumnos.

Cuando por fin llegué al final del pasillo encontré a Draco tirado junto a un charco de sangre y totalmente blanco.

Comencé a marearme y apenas podía respirar pero saqué fuerzas para coger a Draco entre mis brazos.

-Llamad a alguien por favor...- Les rogué a los pocos alumnos que quedaban pero no me hicieron caso tan solo me miraban.

Comprobé que aun tenia pulso, respiraba y no tenía heridas. Tampoco sabía ningún hechizo para curar hemorragias internas, ni siquiera sabía si era eso lo que le pasaba.

Draco apretó mi brazo con fuerza poniendo una expresión de dolor.

-Vamos Draco, no me dejes...- Le supliqué.

Los demás seguían mirando como si nada.

-¡Largaos de una vez!- Insistí entre sollozos.

Intente ponerme en pié para ir a buscar ayuda pero noté como Draco tiró de mi mano.

-Tom...- Dijo con voz apagada.

-Draco...-

Draco tiró de mi hasta hacer que nuestros labios se juntaran, por un momento dejé de existir.

-Ahora todos lo saben...- Susurró.

-No me importa-

-Antes de irme quería pedirte algo...- Dijo con una voz tan débil que apenas se entendía.

-No me dejes Draco...- Le supliqué llorando.

-¡Quiero hacerlo contigo!- Su expresión cambió totalmente, pasó de estar muriéndose a no parar de reírse.

-¡Si vieras la cara que has puesto!- Exclamó Draco aun riendo.

Mire a mi alrededor y vi las caras de todos riéndose junto a el. Solté a Draco y salí corriendo a mi habitación.

-Vamos Riddle ha sido solo una broma, por favor para...- Gritó Draco mientras corría detrás de mi.

Cerré la puerta de la habitación y me tiré en la cama llorando y tapándome completamente con las mantas. Escuche la puerta abrirse, era Draco y sus disculpas. Cerró la puerta y se metió debajo de las sábanas conmigo.

-Lárgate si no quieres que te parta la cara-

-Hazlo, me lo merezco... Solo quiero pedirte...-

-¿Perdón, verdad? Ya me voy acostumbrando a tus discursos de niño de papá- Lo interrumpí.

-No era mi intención que se fuera de las manos de esta manera, pensaba que te darías cuenta...-

-Ya... Lo mismo es porque me importas, ¿No crees?- Le grité.

Draco empezó a llorar desconsoladamente.

-Sabes que te consiento todo lo que me pides y ahora me lo pagas así...- Le reproché, pero no obtuve respuesta.

-¿No vas a decir nada? Lárgate anda.-

-Por favor para...- Me suplicó mientras me abrazaba y lloraba sobre mi camisa.

-Me das asco Draco...-

Me giré dándole la espalda y rompí a llorar de nuevo.

El continuó abrazándome y así estuvimos el resto del día; no fuimos a clases, no comimos, no nos miramos ni nos dirigimos la palabra hasta que al final del día nos quedamos dormidos...











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