La puerta se cerró. Mi madre se había ido. Me senté en el suelo, delante de los armarios de mi habitación. Durante un buen rato me limité a mirar las bases blancas. No me atrevía a examinarlas. ¿Y si estaba equivocado?
El armario de la izquierda estaba en el rincón de la pared del pasillo, lo cual dificultaba retirar el panel frontal. Toqué la base del derecho. Estaba atascada y no se movió. La golpeé. Sí, sonaba hueca, igual que las de los armarios del recibidor.
Me incliné y examiné el lateral de la base. Había un hueco muy estrecho entre el panel y la propia base. Fui a por un cuchillo.
Con cuidado introduje la punta del cuchillo en la ranura. Un milímetro, dos, tres. Empujé el mango con la mano y el panel se movió un poco.
Metí la mitad de la hoja en la ranura ensanchada, retorciéndola a un lado y a otro. Empujé el mango de nuevo y, de pronto, el panel cayó delante de mis rodillas.
Se me paró el corazón.
Me temblaba la mano cuando dejé el cuchillo en el suelo. Acerqué la cara y miré la base abierta. Polvo, muchísimo polvo. Y un par de lepismas huyendo de la luz. Pero detrás del polvo y las lepismas había una caja.
Grité.
Y saqué la caja.
La habían rebajado cortándola unos centímetros. Encajaba perfectamente en la base. Cubrían los laterales las letras de una marca comercial partidas al recortar la caja, pero no acerté a descifrar las palabras. No había letras en la tapa, aunque alguien había dibujado un cráneo y unos
huesos cruzados en la superficie marrón. Acababa de encontrar la caja de tesoros de JungKook.
Sonreí a la caja como si fuese algo vivo, un objeto amado. Limpié el polvo, coloqué provisionalmente el panel en su sitio, y volví a la cama.
Me estremecí de emoción al sentir el peso de la caja. Retiré la tapa. Y allí estaba, el diario. Había además cartas, fotos y otros papeles. La caja había estado esperándome durante casi dieciocho años. El polvo y la suciedad de dieciocho años habían tapiado la estrecha ranura del escondite de JungKook. Pero yo lo había encontrado.
Cogí el diario con mimo. Era el mismo cuaderno que JungKook tenía en la foto que descubrí en el trastero. Al menos se parecía mucho. En la tapa había una etiqueta escrita a mano, pero no por mi madre.
Supuse que sería tu letra, JungKook, y leí:
«Jeon JungKook. Diario n.o 4. 24 de diciembre de 1968».
-Debe de ser tu último diario -susurré. Dejé a un lado el cuaderno y saqué el
resto de lo que contenía la caja. Entre diferentes cosas había dos fotos del otro chico. La primera parecía una foto escolar. El chico miraba a la cámara, con el cuello un poco torcido y una sonrisa en los labios. En la otra, una foto en color de cuerpo entero, estaba en la playa, a la orilla del mar, con un albornoz amarillo. Se reía ante el fotógrafo, con los brazos estirados. Como una cruz, pensé. El albornoz entreabierto dejaba entrever su cuerpo desnudo.
Di la vuelta a la foto y me encontré con la misma caligrafía de la carta del trastero: «Mému malému Princi. Tvůj Milenec».
-¡Milenec! -susurré-. ¡Tu nombre!
¿Qué fue de ti cuando Kook... Princi murió? Saqué las tres cartas. Estaban dirigidas a JungKook. Y la letra era de Milenec.
Me eché en la cama. La habitación daba vueltas y vueltas, sin parar. Me sentí aturdido y confuso.
Por primera vez me asaltaron las dudas sobre mi investigación. ¿Tenía derecho a curiosear en las cosas escondidas de mi hermano? ¿Tenía derecho a descubrir sus secretos? En caso afirmativo, ¿quién o qué me otorgaba ese derecho?
Cerré los ojos y susurré tu nombre, esperando que me hablases de algún modo, que me dieses tu aprobación.
Pero no oí nada.
Me levanté y fui a la cocina. Los restos de mi desayuno seguían allí. Puse la radio y limpié la mesa. Llené el fregadero de agua y lavé los platos.
Media hora después volví a mi habitación y me fijé en que una de las cartas había caído al suelo al levantarme de la cama.
La cogí, y dos palabras me llamaron la
atención: «... significa hermano...».
Se me aceleró el corazón y leí la carta:
Ahoj, můj Bratře!
Me paso los días soñando contigo. Ni te cuento por las noches. Así que he decidido escribirte, Princi. «Bratr» significa hermano en checo. Mi madre me ha hablado de dos tipos (eran amantes) que conoció en Praga. Se llamaban entre sí «bratr». Supongo que podemos decir que al fin ambos tenemos un hermano. Ahoj můj bratře! (¡Hola, hermano!). No olvides pedirles a tus padres que te dejen quedarte en mi casa la Noche de Valborg.
Hasta el viernes. ¡Con cariño!P.
Me reí. Era la señal que estaba esperando. JungKook se había buscado un hermano. Y a un hermano se lo cuentas todo.
Di la vuelta a la carta. No había nada escrito al dorso.
«¿Por qué pusiste P. si no hay post scriptum, Milenec?»
Me tumbé en cama con las otras dos cartas.
Ahoj, JungKook!
Hoy le he hablado de ti a mi madre. Al principio se puso un poquitín triste, pero cuando le conté más cosas de ti y de lo que sentía, se alegró. Aunque cree que no debo contárselo a mi padre. Al menos, de momento. Dijo que me ayudaría a explicárselo más adelante. Y me preguntó cuánto te quiero. «Stává se smrtelně důležitym», respondí. Se rio. (Significa que no puedo vivir sin ti, Princi.) Y entonces me habló de los tipos que conoció en Praga. Pero en Checoslovaquia es duro ser «bratr». Hay demasiados prejuicios. Supongo que ahora aún es peor con el nuevo régimen soviético.
Antes me preocupaba ser «bratr». A veces incluso me ponía triste. Pero desde que te conozco, no me importa nada.
Es todo de momento. Hasta pronto, můj bratře!
Milenec.
Doblé la carta y la guardé. Y cogí la tercera y última carta. Enseguida me di cuenta de que debía de ser la primera carta que Milenec escribió a mi hermano.
¡Hola, JungKook!
Me alegro de que el señor Håkansson me convenciese para posar en tu clase. De lo contrario, nunca nos habríamos conocido. En cuanto entré en el aula me di cuenta de que tenías algo especial. Y noté que me mirabas. Al principio, casi no me atrevía a mirarte. Era difícil estar desnudo delante de toda la clase. No pensé que me pondría tan nervioso. En mi familia nunca dimos mucha importancia a la desnudez. Pero aquello era totalmente distinto, posar desnudo en la mesa del profesor delante de una clase entera. Sobre todo después de que entrases tú. No sé por qué, pero me di cuenta de que eras como yo. ¿Te pasó lo mismo a ti?
Fue una suerte coincidir contigo fuera del colegio. Aquella noche soñé contigo, y ayer
también. Mis padres me dijeron que me veían muy contento. Pero no me atreví a contarles por qué. No lo saben. Se lo diré algún día.
La foto que te mando con la carta es del colegio, del año pasado. Pensé que tal vez quisieses tenerla. Me encantaría tener una foto tuya.
Quiero volver a verte, JungKook. Pronto, a ser posible. Tal vez podamos vernos el sábado en la ciudad. Dar una vuelta o algo así. Podríamos quedar en la calle peatonal que hay junto a los grandes almacenes sobre las diez y media. Llámame si no puedes ir. Aunque ojalá puedas.
Me gustas, JungKook. ¡Con cariño, Jimin!
-¿Jimin? -Al principio estaba confundido-. ¿Jimin? ¡Pero si te llamas Milenec!
Saqué mi caja de tesoros y miré las fotos de Milenec.
-¡Mierda! Las tiene Namjoon.
De pronto, se me aclararon las ideas y recordé la página en la que estaban las fotos.
«Sí, claro.» Había visto el nombre bajo la foto. «Junto a la bahía. Marzo de 1969. Jimin je tady.»
Sonreí, feliz. Así debías de haberte sentido tú al ver los tres cachorros de zorro. Miré el despertador. Las dos menos veinte. ¡Genial! La biblioteca estaba a
punto de abrir.* * *
-¿Tiene un diccionario checo-sueco? -pregunté a la mujer del mostrador.
Se quitó las gafas y me miró.
-No, no creo, pero miraré por si acaso. Revisó las fichas del catálogo.
-No, lo siento, no tenemos, pero hay un
diccionario checo-inglés en la sección de referencia. ¿Te sirve?
-Sí -respondí.
-Me temo que no puedes llevártelo. No prestamos los libros de referencia.
-No importa. Solo quiero mirar unas palabras.
Hojeé el libro.
Látka, lhář, lump, matematika, mimořadny...
«Tiene que estar en algún lado.»
Deslicé los ojos por los renglones. Y lo encontré allí, en medio de la página:milenec [mi-le-nets] amante.
-¡Amante! -exclamé, riéndome. Milenec no era un nombre. Milenec era el apodo que mi hermano daba a su amigo.
-Amante -susurré-. El Príncipe y su amante.
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Mi hermano y su hermano. [JiKook]
FanfictionMi hermano y su hermano es una novela sobre dos hermanos. Nos narra la historia de uno de ellos. Taehyung, de dieciocho años, que ha pasado su adolescencia rastreando en la historia de su hermano fallecido. La necesidad de crear una imagen de su vid...