Vampiros a medianoche [Mario Casas y tú] ©

7. Tanda de verdades.

Al día siguiente me desperté aturdida, sin saber muy bien cómo había llegado a la cama. Me estiré y bostecé, iba a peinarme un poco con las manos cuando me di cuenta de que había una persona a mi lado izquierdo, apoyada en la ventana.

-Hola -saludé a Mario un poco confusa.

-Tenemos que hablar -fue lo único que dijo.

-Déjame peinarme y desayunar primero -pedí.

-No hay tiempo.

Se sentó a mi lado en la cama y entrelazó los dedos de su mano derecha con los dedos de su mano izquierda.

-Ayer sucedió algo que seguramente te tenga bastante confusa ahora mismo. Bueno, más bien, pasaron dos o tres cosas fuera de lo normal dentro de tu realidad, supongo -se peinó su pelo negro-. Lo primero y más destacable, lo de la rata -miré a otro lado-; no te preocupes, tiene su explicación, pero te la diré más tarde. Luego, el hecho de que Álvaro matara a Kevin... Kevin era un hombre lobo, ______. Y Álvaro, como yo, es un vampiro blanco. Eso significa que nuestra civilización, grupo, o como lo quieras llamar tiene declarada la guerra privada a los hombres lobos, mientras que los vampiros negros, como Georgia, están en paz con ellos. ¿Me sigues?

Le seguía, pensaba que me estaba contando un cuento, así que no hice ninguna alusión a su bien preparado discurso. Por lo que dije solamente:

-La rata, explicámelo.

-Eres un vampiro, ______.

-Vete a la mierda.

No me creía, como es normal, el cuento que me había contado así que me levanté, pero me agarró por la muñeca atrayéndome hacia sí. Intenté soltarme, pero su fascinante fuerza -de vampiro, supuestamente- me lo impedía.

-No hemos terminado.

Resoplé y suspiré, y con los dientes apretados me senté a su lado.

-______, ¿sabes qué es un oráculo?

-Sí, ¿y tú? -dije irónicamente.

-Sí, y de hecho una vez me enteré de una de sus profecías. ¿Sabes lo que decía? Hablaba de una chica, llamada ______, que a la edad de 18 años empezaría a mostrar completamente sus cualidades de vampiro, pero que además tendría un deber: establecer la paz entre los hombres lobo y los vampiros.

-¿Blancos o negros? -pregunté interesada de repente.

-Blancos, ya que los negros ya están en paz.

-En fin -resoplé tras un minuto asimilando que me acaban de llamar profecía andante.

-Es la verdad, ______, aunque te parezca increíble. Sino, ¿cómo explicas lo de la rata? ¿O la pelea de Álvaro y Georgia? ¿O que Álvaro (vampiro blanco, recuerda) matara a Kevin (hombre lobo)?

-Pues no lo sé, ¿vale? -me indigné.

De repente se abrió mi puerta, que había estado cerrada durante todo este tiempo, y una cabeza asomó.

-¿______? -preguntó Georgia.

Estaba sonriente en el tiempo que sus ojos se acostrumbraron a la luz deslumbrante de la habitación, pero, cuando vio a Mario, sus ojos destellaron en rojo.

Escalofrío.

-¿Qué estás haciendo tú aquí? -preguntó entrando en la habitación completamente.

-Contándole la verdad -dijo Mario, vampiro blanco, levantando la barbilla con orgullo.

-¿Toda? -preguntó Geor, un poco más calmada, pero notablemente agudizando los sentidos.

-Toda -confirmó mi compañero de la izquierda.

Georgia miró hacia abajo, luego a Mario y por último me miró a mí.

-Bueno -suspiró-. Supongo que ahora todo será más complicado.

-¿Complicado? -salté yo-. ¡Esto es imposible! Se supone que tengo que establecer la paz entre individuos que seguramente puedan matarme en cero coma tres segundos y es solamente complicado, además de que creéis que asimilaré todo esto perfectamente. ¿Qué se supone que tengo que hacer para establecer esa dichosa paz? -mi voz se tornó aguda al final de la pregunta.

-Viajar, liderar, planear, decidir -enumeró Mario-. Y luchar, si es necesario.

-¿Luchar?

-Serás entrenada. Tendrás que aprender, ______ -me miró-. Tendrás que aprender a matar.

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