9. Día uno: quien se pelea se desea.

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Una semana después.

Según Mario, el hecho de que haya aceptado mi destino casi sin volverme loca -o por lo menos no demasiado-, tiene que significar algo bueno; según Georgia, es que soy valiente.

Después de que me dijeran el destino de mi viaje, recordemos que es la sabana de África, decidí que deberíamos coger un avión cuanto antes, hacer las maletas y tomarnos unos días para entrenar en las afueras de la selva, para adaptarnos a ella y saber sobrevivir.

Al principio no sabía quién quería que me acompañara, pero después de pensar mucho me dije que sería lo mejor llevar conmigo un vampiro negro -Georgia-, un vampiro blanco -Mario-, y un hombre lobo. Pero, el problema era que no podía llevar un hombre lobo, porque entonces Mario intentaría matarlo.

Así, tendríamos que apañarnos. Además, vino Álvaro, que se empeñó en no separarse de su colega Mario.

-¡Eh! ¡______! -gritó este último-. ¿Te dan miedo las serpientes?

-No -dije haciéndome la fuerte y aparentando ser dura, cuando en realidad me mataban el alma.

-Mejor, porque estás a punto de pisar una.

Comencé a gritar y a dar saltos, y no sé cómo, acabé en los brazos de Mario, que me abrazó sin poder contener la risa. Cuando me calmé un poco y me di cuenta de que seguía en sus brazos, me sonrojé y me aparté rápidamente.

-Continuemos -dije ya más seria, con la cabeza alta y recuperando mi dignidad.

Pasé la serpiente por arriba con un miedo de mil demonios, y seguimos caminando hacia el Sur. En toda la sabana, es un poco difícil saber hacia dónde vas, pero yendo hacia el Sur todo el rato deberíamos llegar bien. En unas semanas. Quizá meses.

Primero iríamos a la aldea principal de los vampiros negros, para informar a su comandante de nuestros propósitos. Después, iríamos a la aldea de los vampiros blancos, donde seguramente podríamos morir -nada importante, no- y que tardaríamos más tiempo. Y, por último, a la aldea de los hombres lobo, la más peligrosa para Mario y Álvaro.

Hasta ahí parecía relativamente fácil, pero el hecho de tener que juntar a los comandantes de los vampiros blancos y los hombres lobo era lo más difícil.

-¿Cuánto creéis que habremos caminado ya? -pregunté tras unas agotadoras tres primeras horas, sudando cual caminante del desierto.

-20 kilómetros -dijo Georgia encogiéndose de hombros.

-A su ritmo -ironizó Mario-, quizá 17.

-¿Estás sugiriendo que soy lenta? -me enfadé contra Mario.

-Sí -sonrió de lado.

-Vete a la mierda.

-Quien se pelea, se desea -susurró Álvaro, creyéndose muy gracioso.

-Eres muy infantil, ¿sabes? -le grité.

-Qué irritable estás hoy -dijeron a la vez Georgia y Mario.

Se miraron y se empezaron a reír, luego Georgia se sonrojó. Seguimos caminando y no volvimos a hablar hasta después de media hora, cuando sin poderlo evitar me precipité hasta el primer arroyo que encontramos.

-¡Bendito arroyo! ¡Bendito arroyo de mi alma! -grité como una loca mientras me echaba agua sobre la nuca y levantaba mis ojos hacia el cielo.

-No te mojes la ropa, que luego te vas a sentir húmeda y pegajosa -me advirtió Mario.

-Que me dejes, pesado.

Me tumbé boca arriba en el suelo y estiré mis brazos y piernas como quien intenta hacer un ángel de nieve, solo que yo quería romperme los huesos.

-¿Ya estás cansada? -preguntó Álvaro, aparentemente irritado y estresado.

-¿Tú no? -sugerí.

-Con los años -contestó él-, te cansas menos -me guiñó un ojo-.

-¿Montamos el campamento? -sonreí.

-No -dijeron los tres a la vez.

-Si vamos a estar montando el campamento cada tres horas, tardaremos el doble, ______. Tienes que aprender a sobrevivir aquí, tienes que tener más resistencia, no te tienes que cansar tanto. Por si no lo recuerdas, reina, te estás conviertiendo en medio vampiro, lo que significa que tendrás algunas características de vampiros aleatorias y tendrás que saber usarlas.

-Vale -dije cortante a Mario-. Solo quiero terminar con esta misión cuanto antes y poder tener una vida normal.

-Te faltan semanas de caminar para eso -insistió él.

Seguimos con nuestra marcha, y cada vez que veíamos un animal, ya fuera insecto o ave nuevo, Mario me informaba de su nombre y de lo que comía.

Se hacía poco ameno caminar por allí, o por lo menos las siguientes horas. Aunque, pasadas otras tres horas después de nuestro descanso en el arroyo y una después de habernos tomado una barrita de cereales, comenzó a anochecer, y la sabana se tornó amenazadora.

-Montemos en campamento en esa explanada -señaló Álvaro.

-¡Bien! -corrí hacia allí con las pocas fuerzas que me quedaban.

HOLAA WIIII
SÉ QUE ESTÁIS DESEANDO QUE HAYA UN POCO DE AMOR ENTRE MARIO Y ______, PERO TAKE IT EASY!! PRONTO, PRONTO! ALOME EN EL PROX CAP!!
OSK ♡.♡

Vampiros a medianoche [Mario Casas y tú] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora