Dirijo la espada contra el hombro de Bacrurus, pero la hoja no es capaz de cortarle la carne, el filo se quiebra cuando choca con la piel.
—Matar —dice el magnator al mismo tiempo que lanza un gancho.
La fuerza del golpe me parte la mandíbula, la cabeza gira por la inercia y tengo que pisar fuerte para no perder el equilibrio.
«Tu poder no para de crecer» pienso a la vez que le doy un codazo en el costado y le fracturo las costillas.
Lo ojos de Bacrurus se centran en mi rostro; el odio, la ira y la venganza se proyectan a través de ellos.
—¡Matar! —brama antes de darme un cabezazo y partirme la frente.
Lucho para no desequilibrarme, pero Bacrurus me da una patada frontal y me arroja al suelo.
—Bravo, siervo —dice Dheasthe, descendiendo, con una gran sonrisa surcándole la cara—. Vagalat, ¿qué se siente? —Después de posar los pies en el suelo, camina hacia mí con paso lento—. ¿Qué se siente al ser superado por el poder de Los Asfiuhs? —Se detiene a mi lado, contempla cómo se me sanan las heridas y añade con tono hiriente, deseando hacerme sufrir—: ¿Qué sientes al ser odiado por un hermano de armas? —Ríe—. ¿Qué sientes viendo que lo único que desea es matarte?
Inspiro por la nariz, clavo a Dhagul en el suelo rocoso, me apoyo en la empuñadura, me levanto y contesto:
—Siento que he de matarte.
La sonrisa se le vuelve más profunda.
—Aunque me gustaría verte intentándolo, me temo que no hay tiempo de ver cómo fracasas. Tu destino es morir para liberar a Los Asfiuhs. —Alza la mano y unos tentáculos oscuros surgen del suelo y me aprisionan—. Vi cómo te enfrentabas con esos... ¿cómo se llaman? —Chasquea los dedos.
—Conderiums —responde el ser esquelético.
—Eso, Conderiums. Me fascinan esos seres. Tan poderosos, tan capaces de manifestar una oscuridad casi infinita. —Quiero hablar, pero uno de los tentáculos me envuelve parte de la cara y me lo impide—. Lástima que no existieran antes de mi destierro. Me hubiera gustado usarlos. —Hace una breve pausa—. Tal como estoy usando a tu amigo. —Mira a Bacrurus y le dice—: Saluda a Vagalat.
Mi hermano me sacude con fuerza en el pecho. Los nudillos atraviesan los tentáculos como si estos no existieran.
—Traidor —repite un par de veces antes de golpearme la cara con el reverso del puño.
Lo miro a los ojos. Actúa así no solo por el dominio que ejerce la oscuridad en él, el poder de Los Asfiuhs lo ha corrompido y empiezo a dudar de si podré liberar su alma.
Aguantando el dolor, mantengo la mirada centrada en mi amigo y, notando como si me clavaran un puñal en el corazón, le digo mentalmente:
«Siento lo que voy a hacer... siento tener que matarte».
Durante un segundo, parece que es consciente, que brota una pequeña luz dentro de ese cúmulo de maldad que le nubla el juicio... Sin embargo, las palabras de Dheasthe vuelven a anularlo:
—Bien hecho, siervo. —Aplaude y me mira—. ¿De verdad piensas que podrías matarlo? —pregunta, señalándolo—. Ahora mismo su poder está muy por encima del tuyo. Ese inmenso potencial que arde con fuerza en su interior ya no es frenado por una mente débil. —Bacrurus gruñe—. Ahora este humano es capaz de manifestarse al completo.
Las palabras de creador de Ghurakis loco resuenan con fuerza en mi interior. Sé que son ciertas y que ha convertido a Bacrurus en una bestia sin mente capaz de manifestar un poder grandioso, uno que rivaliza con el mío y que quizá lo supera.
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El Mundo en Silencio [La Saga del Silencio parte I]
FantasyNacemos, vivimos y morimos. Los mundos cumplen su ciclo y se convierten en polvo. La ceniza de los soles extintos da vida a entidades, planetas y más estrellas. La creación se extiende infinita por multitud de planos, reinos y realidades. Los dioses...