IV

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Abrí mis ojos, pestañee continuas veces y me levanté de la cama. Miré el reloj que colgaba de la pared, marcaba las siete en punto, me adentré a la ducha y en cuanto salí, me puse un suéter negro, unos jeans rasgados del mismo color y unos botines cafés.

Bajé las escaleras a paso medio y pude observar a mis cuatro mejores amigos, Alex se veía un poco triste, Guillermo con sueño, Mangel se veía serio y Hailey, ella se veía devastada.

-Buenos días chicos - saludé brindándoles una sonrisa ladina.

-Buenos días amigo - Alex se acercó y me abrazó.

-Te quiero -susurró Mangel

.

-Y yo a ti - caminé hasta mi castaño amigo y le di un abrazo donde intentaba transmitir paz.

- Deben de tener hambre, por que yo sí - Guillermo se encaminó a la cocina.

Reímos y caminamos a la cocina, ahí estaba mi madre, preparando hot cakes, algunas pizzas que calentó en el microondas y unas deliciosas malteadas de fresa.

Desayunamos, reímos y jugamos. También recordábamos las bromas de Mangel, las ocurrencias de Alex y los bailes de Guillermo. Los regaños de Hailey y mis sonrisas. Esas que yo les brindaba cada que se sentían mal.

La mañana se fue volando y ya sólo nos quedaban veinte minutos. Nos adentramos todos al auto y partimos camino al hospital.

[...]

- Llegamos - Mi mamá aparcó el auto.

-Bajen - ordené. Hicieron caso y bajaron del automóvil.

Los abracé a todos y la observé, llorando y esperando por un beso mío.

-Me dejarán despedirme el fin de semana.

-Te vamos a extrañar - habló Alex.

-Y yo a ustedes - sonreí.

Después de una pequeña despedida, entramos mi madre y yo a el hospital.

-Hola Rubén - saludó el doctor Byron.

- Hola.

Realmente no quería hablar, me sentía mal, me sentía solo. Mi madre me miraba con una sonrisa rota.

Después de un recorrido por el hospital, me dijo una enfermera que debía ponerme una bata azul. Sí, una de esas que dejan al descubierto tu trasero. Me acosté en una camilla y esperé al oncólogo Byron.

-Rubén, es necesario que empecemos - asentí.

[...]

El doctor Byron introdujo una aguja en mi vena, la droga (medicamento) se dirigió del recipiente (bolsa IV) hacia mi torrente sanguíneo.

El dolor era insoportable, realmente no soportaba éste. Mi madre me observaba con cara de lástima, fue algo que realmente no me gustó.

Después de una tarde y parte de la noche con tratamiento, me dejaron descansar. Cerré mis ojos y dormí.

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Holaa! ¿Como estan? ¿Les esta gustando la novela? Espero que sí


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