VII

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Rubén Doblas murió horas después, sus pulmones ya no aguantaron más. Se les avisó a sus amigos y a su amada Hailey Owens. El chico de los ojos marrones verdosos y cabellera marrón dorada, había dejado este mundo. Hailey quedó devastada al enterarse. Al igual que Guillermo, Alex y Mangel.

-Te amo, Rubén.- La castaña susurró.

Una brisa se apoderó de la habitación ocasionándole un escalofrío.-Y yo a ti.- El viento besó su mejilla.

Era Rubén, su espíritu estuvo ahí para besarla una última vez. Pero tenían que entender que Rubén ya no sufriría, ya no sentiría esa presión en el pecho, el no poder respirar. Ya todo estaría bien. Por que no estaría solo. Estaría con su padre. Estaría feliz. Viendo todo desde allá arriba. Admirando la belleza de Hailey. La castaña de la cual se enamoró desde los siete años. Cuando la conoció. Cuando se dio cuenta que sin ella no viviría. Pues era mejor que su tanque. Hailey era su oxígeno. Ella lo hacía sentir vivo. Con tan sólo una sonrisa. Una mirada, una caricia. Un abrazo, un beso. Rubén estaba descansando.

Pero había un problema, Rubén era el oxígeno de Hailey. La chica no estaba del todo bien. Estaba mal. Estaba rota. Perderle a él, era como perderle todo. Pues él le enseñó a vivir. A luchar por lo que quieres.

Pero con ayuda de sus tres mejores amigos, saldría adelante. Pues ellos la mantendrían fuerte.

-Hai...Cuando cierro mis ojos, todas las estrellas se alinean y tú estás a mi lado.

-Tú también estás a mi lado, Rubén.

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Final de esta "short story". Espero que les guste, falta el epílogo



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