Epílogo

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Rubén se había ido al cielo hace dos meses. Hailey lloraba todas las noches. Pero sonreía de vez en cuando. Guillermo estaba un poco mejor. Pues, pensó que estaba cuidando bien de Hailey. Pero no era del todo cierto. Hailey sonreía, pero no estaba muy bien. Cubría sus muñecas, pues no quería que nadie las viera. Pasaba una pequeña navaja por sus brazos haciendo cortes profundos. El dolor ya no era nada nuevo para ella. Hace tanto que no lo hacía, pues Rubén la ayudó a superar eso. Pero ahora él ya no estaba ahí. Para abrazarla, besarla o brindarle una pequeña sonrisa.

Hoy era un día nublado, el cielo se veía triste, hacía un poco de frío y Hailey decidió ir a la cocina por un café.

-Hai, uno de...- La castaña fulminó con la mirada a su hermano mayor. Dylan. -Te he dicho que no me digas así- Dylan asintió, realmente no lo hacía por molestar, pues era costumbre que la llamaran así, pero a Hailey no le gustaba. Por que Rubén, le había puesto ese apodo.

-Lo siento, pero Albert te está esperando en la sala.

-Es Guillermo, dile que suba a mi habitación, voy para allá.- Dio un sorbo a su café. Dylan asintió y salió de la vieja cocina.

La ojicafé salió a paso lento y subió las escaleras con su taza de café en manos. No estaba de humor, pero adoraba demasiado a Guillermo y no podría tratarlo mal. Por fin entró a su habitación y ahí estaba uno de sus mejores amigos. Guillermo.

-Hola pequeña- Se acercó y besó su mejilla.

-Hola Guille- Lo abrazó.

-Los chicos están en casa de Alex, vine a ver sí querías acompañarnos.

-Cuando dices los chicos, sólo te refieres a Mangel.- Guillermo hizo una mueca.

-Debes parar con ese tipo de comentarios.- El castaño se quejó.

-No, tú debes parar.

-Hai, por favor..- Nuevamente Hailey interrumpió. -¡Que no me digas así! Sólo él podía decirme así. Ya no está aquí, así que no tiene sentido. Paren con esto, ya.. No lo soporto.- Lágrimas saladas corrían por su rostro.

-¡Hai..ley por favor, para!.- La abrazó fuertemente.

-Realmente no sé como he podido aguantar dos meses- Secó sus lágrimas bruscamente.

-Por que eres fuerte- Susurró cerca de su oído.

-No soy fuerte, si realmente lo fuera no lloraría.

-El que llores no significa que no seas fuerte.- Protestó.

-Guillermo, realmente no me siento bien, no saldré, dile a los chicos- La castaña se deshizo del abrazo.

-De acuerdo, sólo algo más..

-¿Qué?.

-No hagas algo de lo que te puedas arrepentir.- Hailey asintió cabreada.

-De acuerdo.

Hailey sabía exactamente a que se refería el castaño ojicafe . Cuando Guillermo salió por aquella vieja y maltratada puerta, la chica dejó el café en el tocador. Se recostó en su cama y se quedó dormida.

[...]

Unas horas después, Hailey salió de su casa. A paso lento caminaba hacia aquel cementerio, donde se encontraba su amado. Rubén Doblas. Paró a comprar unas flores y cuando las tuvo se adentró a ese ¿Tenebroso lugar?. El lugar estaba solitario y callado.

Caminó entre las tumbas y encontró aquella que tanto buscaba. Esa, que estaba debajo de aquél enorme árbol.

-Rubén, aquí estoy- Susurró, esperando respuesta del chico, se sentó en la tumba y observó los detalles de esta.-¿Me escuchas?.

-Sí.- Una brisa se apoderó de ella.

Estaba allí, él estaba allí. Tocó suavemente su hombro.

-R-Rubén..- Le costaba articular palabra.

-Hailey.

-Estás aquí.

-Estoy aquí.

-No me dejes- Soltó al borde del llanto.

-Nunca lo he hecho.

La chica volteó, en efecto, era él. Sólo que ahora su rostro se veía más pálido y sus ojos brillaban más de lo normal. Hailey estaba feliz. Pues Rubén ya no cargaba con el tanque de oxígeno. Se veía bien, se veía mejor, se veía sano.

-Rubén te extrañé demasiado.

-Y yo a ti, pero sólo vengo a pedirte una cosa- La abrazó fuertemente.

Hailey se aferró al torso de Rubén. Besó su pecho, cerraba y abría los ojos constantemente. No creía que esto fuera cierto.

-¿Qué pasa?.

-Mírame a los ojos- Ordenó el chico de pelo marrón dorado. De inmediato, Hai alzó la mirada. -Prométeme que no volverás a cortarte, tira las cuchillas, por favor. Todo estará bien. Quiero que seas fuerte, no quiero que te hagas más daño, por que es doloroso no poder ayudarte desde allá arriba.- Su voz tembló.

-Lo prometo.

-Te amo demasiado, Hai.

- Y yo a ti, Rubén.

El chico extendió los brazos y la castaña gustosamente los aceptó. Se fundieron en un tierno, cálido y largo abrazo.

-Tengo que irme- Susurró cerca de su oído.

-Sólo te pediré algo antes de que te vayas.

-¿Qué cosa?- Preguntó él.

-Cúbreme, Rubén.- Tomó la mano del chico y la entrelazó con la de ella. -Bésame, Rubén.

Y así lo hizo, la tomó de la cintura y la besó con miedo y gravedad. La besó lentamente, hasta que a ambos les faltara el aire. Ahora más que nada, Hailey sabía que estaría bien. Tal vez no es un final feliz. Rubén no reencarnaría o algo así. Él simplemente vino a despedirse. No se sabe que pasó con Hai, pues eso lo dejo a criterio tuyo. El futuro le traerá un nuevo comienzo, tal vez. No lo sé. Tal vez tú lo sepas.

-Te cubriré, Hai.

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Espero que les hayas gustado

- A



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