Oda al Destripe

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Que soy autodestructivo es un hecho. Como el escorpión que se inmola cuando no ve escapatoria posible, me aguijoneo donde más me duele. No hay muerte, sólo destrucción, hasta que no soy más que un puzle abstracto y distorsionado al que le faltan piezas y algo que no me atrevo ni a nombrar.

El dolor me desgasta y me empuja a partes iguales. Quiero volverme polvo para evitar su azote, y seguir luchando para tornarlo en placer de todas las formas y colores. Los dos extremos de la esperanza manteniendo el quilibrio en el punto exacto para que roce la demencia pero no sea devorado por ella.

Dame una situación que no sepa resolver y me refugiaré en mi escudo. Uno personalizado que más que defender, se vuelve contra su portador y quienes le rodean. Púas por dentro, púas por fuera, y un solo punto débil que nadie se ha atrevido a explotar; debilidad reflejo de un pasado turbulento.

No me detengas, empújame al abismo. El tira y afloja me ha quemado las manos. Abrázame o remátame, pero no me dejes en suspenso.

Tripas dentro o tripas fuera. Serviré de colchón o de alimento

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