Desatando Nudos

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Los chicos veían como aparecía aquel dibujo en el pergamino de su abuelo, a Orión se le cerró la garganta, sabía que él dibujaba por angustia. Cuando Abraxas leyó las primeras palabras se le llenaron los ojos de lágrimas sin saber por qué.

Cuando Jean empezó a leer el texto más abajo, reaccionó como toda una Granger aunque ella llevara solo el nombre de su abuela y su bisabuela era tanto o más lista que ambas juntas.

_Se está despidiendo, va a morir. _Gritó espantada, mientras su cerebro buscaba una salida.

Nadie se movió, los Malfoy no hablaban, y el resto lloraba.

Tardó un segundo en darse con una solución.

_Ella.

_¿Qué?_ increpó el resto, pero Jean ya escribía en el pergamino de su abuela, lanzó otro hechizo en latín al pergamino y soltó la pluma, esperando respuesta.

Respuesta que no se hizo esperar.

Escucharon la voz de Hermione Granger salir del pergamino

_Voy, ya les aviso ni bien pueda. Recen

_¿Recen?_ preguntaron los Malfoy y Hanna.

_No importa, repitan conmigo pensando en que nada malo le pasará a su abuelo.

Y así empezaron a rezar guiados por Jean, la imagen era insólita para el mundo mágico, un puñados de jóvenes brujas y magos rezándole a un Dios que la mayoría no conocía pero si servía para salvar al Malfoy mayor gustosos lo adorarían, lloraban en silencio, a medida que la oración avanzaba también la sensación de estar siendo abrazados, contenidos, abrigados y queridos aumentaba.

En otra parte de Londres Mágico, una castaña tomaba su maletín y se internaba en la chimenea de su casa recitando la contraseña de Malfoy's Manor.

Llegó, miró a su alrededor, no lo vio, por la hora capaz estaba en su dormitorio, cual sería, dónde, ¿porqué no traje ese bendito pergamino parlante?, por que salí corriendo, no se me va a escapar este hurón albino, arrogante, orgulloso, ladino, taimado, cascarrabias, sabelotodo, ratón camuflado de biblioteca, pesadilla sangre pura, adorable traidor de Voldemort, ni un segundo más, si se salva de esta es mío y no lo suelto, mientras pensaba su cara iba acompañando las palabras hasta terminar en una ligera sonrisa, apocada por la ansiedad de encontrarlo y la necesidad de saber que estaba bien. 

_¡Malfoy!, _decía sin respuesta que escuchar.

Repetía el llamado como letanía sin parar de revisar cada puerta del primer piso, se decidió por el segundo piso, a la tercera que abrió abajo sin resultado alguno, ¿dónde?, ¿dónde? se preguntaba, y la vio una puerta majestuosa delante de ella, madera de roble labrada, muy parecida a la de su orfanato, _¡Esa!, y se lanzó como si tuviese veinte años, no golpeó solo entró, y respiró ese olor a menta y hierba recién cortada que caracterizaba al rubio, y el frío olor de su oponente, que parecía tímida entre terminar o no su trabajo.

_Muerte, no te atrevas a llevártelo, no vivió aún, aún no vivió.

En su cabeza apareció una respuesta como brisa,

_Él me llamó, no vine sola, tu pedido tomaré en cuenta, ya sabrás el precio. 

En que me habré metido ahora, pensaba cuando a la muerte volvía a suplicarle;

_Muerte, no te lo lleves, te lo suplico, lo he amado años sin acercarme, deja que viva, desoye su pedido, oye el mío, tu eres sabia, sabes que te pido con el corazón, sabes que no ha llegado su hora y lo dejo en tus manos.

_Luego diré mi precio, porque sé que me divertiré más, haciéndolos vivir. 

El silencio continuó en su cabeza, se acercó, se veía tan bien con lentes, le quedaban muy sexys, Hermione contrólate pensaba, que haces con lo sexy si se te muere el Hurón, lo revisó a lo muggle primero, había latidos, débiles pero los había, pasó su varita y notó las manos impregnadas en Emoticum y Veritaserum, una poción muy fuerte que revive y libera tus emociones más profundas, rozó su otra mano con la varita y reveló que ella también la tenía, ¿cómo si no lo había tocado más que con dos dedos en la yugular?, ¡será posible!.

Amor en OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora