Capítulo 3: Aviones de papel.

94 7 0
                                    

Doblé la primera hasta hacer un avión de papel y me dispuse a lanzarlo por la ventana. Cayó en la acera sin tan siquiera rozar el otro edificio. Hice lo que se me antojó, como miles de aviones más, pero los que llegaban pasaban inadvertidos y los que no, era porque chocaban contra la ventana, contra una bandada de palomas o llegaban a otra ventana.
Mi jefe cerró la ventana con un golpe seco y me dedicó otra horrible mirada mientras se alejaba. No me importó lo más mínimo. Volví a abrir la ventana, pero todos mis intentos eran inútiles.
Hasta que tiré un lapicero, cerca del lugar en el que antes había un montón de papeles. Mis compañeros se quedaron mirándome y, de reojo, vi como uno se acercaba su montón para protegerlo de mí.
Corrí a la ventana a tiempo de ver cómo la muchacha se levantaba dispuesta a irse de allí. Tan oportuna como las anteriores, otra brisa movió la única hoja que quedaba en la mesa. La que ella había besado por accidente. Me lo pensé antes de doblarla y disponerme a lanzarla. El último intento. Pero esta vez el viento fue inoportuno y me arrebató mi último avión de papel. El más preciado de todos. Y ella se fue.

PapermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora