Capítulo 5: El reencuentro en la estación.

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Vi como se giraba la hermosa chica con el único avión de papel que no me envolvía en las manos. El que llevaba la marca carmín de sus labios. Y ella vio a un chico envuelto en aviones de papel como un regalo de navidad debajo del árbol. Me los saqué de encima y me acerqué a ella y esta vez sí que pude decírselo.
-Hola.
-Hola.
Su voz era la más dulce y melodiosa que había oído nunca. Los aviones nos rodearon y nos apretaron hasta que sus labios rozaron los míos. Eran dulces, muy dulces. Fue el mejor beso de toda mi vida. Sentí un vacío en mi interior cuando se apartó ligeramente de mí. Entrelazó sus dedos con los míos y paseamos a la luz del sol por las calles de la gran ciudad. Le compré unas flores bellas como ella y rojas como sus labios. Después fuimos a una cafetería y seguimos hablando hasta que atardeció.

Y aquí estoy yo, cuarenta años después, escribiendo como unos papelitos hicieron realidad la historia de amor entre Elizabeth y yo. Sí, nos casamos. Y sí, tuvimos hijos. Y también, hemos vivido felices desde entonces.

FIN

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