VI.

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Kyungsoo no contestó ninguna llamada o mensaje durante esa semana ni la que siguió. Menos salió de su casa o siquiera su habitación. Y entonces era una noche de sábado aburrida en la que había planeado invitar a Jongin a dormir, y luego un mediodía de martes en que hubiesen ido a comer helado. Así pasó como un salto el jueves que debió haber sido lleno de risas en el parque, o un viernes de alguna película en estreno. Nada de eso pasó y los baños de agua fría hicieron su efecto, porque en algún día de la semana -no sabe exactamente cuál- despertó a horas de la madrugada con fiebre. Su cama era trayente, y cada vez que salía del baño ni siquiera tomaba una toalla y se dejaba dormir todo mojado bajo las sábanas.

Su desconexión total del mundo por dos semanas completas también tuvo sus efectos, claro.

Son las siete de la tarde en punto y su madre abre la puerta lo suficiente para dejar entrar su cabeza. Kyungsoo quita sus ojos de la televisión y los posa en ella, quien sospechosamente le sonríe.

-Tienes visita.

La mirada de Kyungsoo vuelve a la televisión, adivinando de quien se trata.

-Puedo contagiarlo, dile que vuelva a su casa.

La mujer suspira pero no se retira.

-No seas así, ya te estás recuperando. Además Jongin incluso te trajo una sorpresa.
-¿Si? Qué lindo de su parte.

Kyungsoo toma el control y apaga la televisión, volteándose en su cama sin tener que seguir mirando hacia la puerta. Hay una pausa breve antes de que su madre vuelva a hablar.

-No sé qué habrá pasado entre ustedes dos, pero no voy a decirle que no al chico cuando solo está preocupado por ti, Kyungsoo.

La puerta es cerrada y Kyungsoo se prepara mentalmente para la explosión de emociones que vendrán. Probablemente de las malas, pero hay una pequeña cabida para la posibilidad de algunas buenas. Esperanzas tontas, otra vez.

Las pisadas en la escalera son claras y rasguñan cada capa de indiferencia que intentó formar en cuanto a todo lo que Jongin refería. No es como si hubiese dado resultados exitosos, era inútil. La puerta es abierta.

-Sé que estas despierto, Soo -habla acercándose a su cama y sentándose en el borde de ella. Las palabras hacen un efecto deja vu, recordándole esa vez que estaba en el hospital por culpa de su accidente.

-Te traje algo que sé que te va a gustar, porque a los dos nos encanta.

No hay respuesta ni movimiento, y Kyungsoo no está seguro de si desea a Jongin cerca o lejos de él. Demasiada ambigüedad que lo confunde; y en un momento quiere ver si ha cambiado algo mínimo en ese periodo de tiempo o sigue exactamente igual, y al otro de inmediato quiere llorar y enviarlo a la mierda. Y los deseos de sentir su cuerpo más grande sosteniéndolo es necesidad, y palabras llenas de sátira e hirientes se acumulan en su garganta también.

-Pero podríamos comerlo solo si te sientas bien, sabes.
-¿Qué es?
-Pastel de fresas con manjar y crema.

Kyungsoo se levanta lentamente, descubriendo la mitad de su cuerpo de las sábanas hasta quedar sentado. Un escalofrío recorre su cuerpo, culpa de la fiebre que aún no se desvanece del todo.

Tímidamente encuentra los ojos de Jongin, y es vergüenza inmediata encontrarlo con el cabello peinado de una forma diferente, hacia un lado dejando ver su frente, usando una camisa clara y pantalones de una tonalidad celeste que le calzan a la perfección. Pero la sonrisa, esa sonrisa que se dirige solamente a él va directo a su corazón, que perdona, que despierta esa conquista por Jongin de nuevo.

Un poco de Felicidad; KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora