IV.

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Despierta al escuchar pasos y un poco de ajetreo, pero no abre los ojos, sus parpados se sienten pesados y su cuerpo adolorido. No está sobre su cama, está en una más dura, fría. Recapitula los hechos y siente deseos de llorar, llorar luego de dos semanas de haberse estado conteniendo, auto convenciéndose de que sus miedos no tenían mucho fundamento. Que Jongin podría dejar a su novia cuando quisiese, que eso no importaba si seguía sonriéndole y siendo su amigo. Encegueciéndose con lo que quería que pasara, no con lo que en realidad pasaba.

Se siente incluso un poco engañado, pero por sí mismo, por sus pensamientos idiotas. Puede que nunca haya dejado de ser una mancha, después de todo.

Es atormentante el golpe de realidad que viene a Kyungsoo, pero sabe que lo merece, por no escucharse cuando se advertía que no debía acostumbrarse a Jongin, ni dejarse atrapar por esa sensación embriagante que le provocaba.

Jongin no lo necesita, pero Kyungsoo sí.

Sumiéndose en sus pensamientos, no se esfuerza en negar lo innegable, está enamorado. No tenía claro si interpretarlo así, antes, o quizá no tenía el valor suficiente para aceptarlo.

Lágrimas se acumulan bajo sus pestañas cerradas y le cuesta trabajo respirar normalmente, porque la nube es húmeda, asquerosa, y se cuela por todos sus sentidos hasta llegar a su corazón; oscureciéndolo, enfriándolo, ahuyentando el calor que alguna vez Jongin acumuló. Y está ahí, solo en una camilla de sabrá quién qué hospital, atropellado y con algún hueso roto o trozo de piel arrancado, la anestesia no le permite saberlo por ahora.

Es cerca de media hora después, cuando las lágrimas ya se han secado en sus mejillas y el cansancio toma parte de él, que siente una presencia entrar en la habitación y pasos cruzando hasta su lugar. Dedos largos acarician sus mejillas y su labio inferior tiembla porque sabe a quién pertenecen.

-Sé que estás despierto, Soo. -Kyungsoo no abre sus ojos. Su pecho pesa, y es mucho mayor ese dolor que el que sintió cuando retomaba la consciencia en la ambulancia mientras era trasladado.
-Lo siento, de verdad lo siento. Es mi culpa.

La voz de Jongin se quiebra, pero Kyungsoo no quiere que su amigo esté así. No es como si pudiese olvidarse de todo lo que ha hecho Jongin por él.

-La culpa no es de nadie excepto mía -urmura, abriendo los ojos y encontrándose con un Jongin falto de sueño y cansado, muy cansado, observándolo desde una silla junto a su camilla.

No hay sonrisa, no hay brillo en los ojos, no hay nada más que silencio y una nube invisible cubriéndolos a ambos.

Jongin acaricia su cabeza suavemente, y no deja de hacerlo por varios minutos inservibles mientras la luz escasa se hace más oscura tras la ventana.

-No debí dejarte atrás.

Sus labios se juntan en una línea tirante y Kyungsoo se apresura a responder.

-Está bien, tenías que ver a tu novia y esas cosas. No es tu culpa, quiero decir, cualquiera lo haría. Es lo normal. Está... bien.

Curioso es que esas palabras sean más para convencerse a sí mismo que a Jongin.

-No la veía hace un tiempo ya, pero-

-Entiendo.


Kyungsoo aparta la mirada que sin querer había estado manteniendo, y escruta los detalles del techo blanco, sin manchas, con una hilera de tubos fluorescentes.

Un poco de Felicidad; KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora