Tarjeta de visita

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Durante toda la clase de historia pensé en Tracy. No habíamos hablado mucho. Como mucho un par de veces para preguntarnos sobre los deberes de lengua. Las chicas como ella no solían hablar con las chicas como yo. Ella era una animadora y yo era por así decirlo, una nerd.
Pero aún así, no podía dejar de sentirlo por ella... Si era cierto lo que decía Trevor, eso de que le habían sacado los ojos estando viva... Dios mío, en serio que Tracy me daba lástima. Decidí que interrogaría a Trevor más a fondo al terminar la clase. Por suerte perdíamos lengua, ya que la profesora conocía bien a los padres de Tracy y había ido al velatorio. Al fin el timbre sonó, sacándome de mis pensamientos y haciéndome volver a la clase de historia del señor Clark. A veces creía que ese hombre era el cuerpo físico de Morfeo... Era peor que un sedante.
Recogí mis cosas y salí de la clase, Encontrándome a Trevor recostado en la puerta con los brazos cruzados, esperándome.

-Mona lisa -Saludó con una mini reverencia.

-Cállate -dije fulminándolo con la mirada. Aún no sabía cómo sentirme con ese apodo.

-Perdón, Nicki. Es que en serio... Tú sabes que me gustas. Es imposible que no lo sepas. Solo sería mas obvio si me lo tatuara en la frente.

Me sonrojé, pero no pude evitar sonreír.

-Vamos un rato al café de la esquina, quería hablar contigo, Trevor -dije seriamente, aún algo roja.

-Claro, ¿De qué quieres hablar?

-Allí. Aquí no.

-Vale... -dijo alargando la palabra, titubeante.

-Vamos, dije agarrándolo del brazo y tirando de él mientras caminaba en dirección a la salida.

Cuando me di cuenta de que lo estaba tocando lo solté, roja de nuevo... Dios santo, me iban a nombrar langostino del año como siguiera así. Una vez fuera, con el aire, pude respirar mejor. Sentía como recuperaba mi color natural.

Trevor iba a mi lado. Demasiado cerca para mi gusto. A ver, que me encantaba su cercanía, pero tan cerca no podía controlar mis reacciones.

Una vez llegamos al café, buscamos una mesa libre y nos sentamos. Él me miró sonriendo, cosa que me incomodaba y él lo sabía.

Por suerte el camarero vino a tomar el pedido.

-¿Qué van a tomar?

-Un café solo -respondió Trevor.

-¿Y la señorita?

-Un chocolate caliente -se me adelantó él.

Sabía mi bebida favorita. Bien, eso era tierno.

-En seguida se lo traigo- se fue.

-Bien, ¿De qué querías hablar?

-De Tracy -dije mirándolo directamente a sus ojos.

-No sé por qué me lo imaginaba -dijo recostándose en su silla.

-Solo quiero saber que le pasó... -dije evitando su mirada. Era una media verdad. Sí, quería saber que le pasó, pero a la vez tenía miedo de que el asesino no fuese hombre de una víctima sino un asesino serial.

-Oye, Mona Lisa. Conozco esa mirada huidiza. Estás asustada.

Joder, ¿por qué me conocía tan bien?

-Es posible -asentí.

Me cogió la mano y ladeando la cabeza, sonrió.

-No seas boba. A ti no te pasará nada, te lo prometo. Yo te protegeré.

Me mordí el labio. Sentía ganas de llorar... Parecía importarle realmente.

-¿Lo prometes? -odié mi voz. Parecía una niña pequeña asustada.

Movió su silla para estar a mi lado y pasó su brazo sobre mi hombro, apretándome contra él. Me quedé inmóvil.

-Lo prometo, Mona Lisa.

-Trevor.

-Dime.

-Deja de llamarme así.

Él río y me acarició la parte superior del brazo de forma amistosa. Pero por muy amistosa que fuera estalló un infierno en mí.

-¿Quieres saber lo de Tracy aún? -dijo seriamente. Me mordí el labio y asentí -Bueno... ¿Cómo empiezo? A ver. Para empezar, según la policía, no hubo testigos. Solo un vecino que oyó gritos y fue a ver que pasaba, pero no vio al asesino, sólo el cadáver.

-¿Al igual no hay testigos? -pregunté atónita.

-Si tú fueras a matar a alguien, ¿lo harías delante de otra persona?

-Yo no mataría a nadie.

-Lo sé. Es una forma de hablar -dijo acariciando mi mejilla con el dorso de su mano. ¿Tenía que hacer eso? -. El caso es que no había testigos. Pasó por la noche, cuando ella volvía del entrenamiento de las animadoras. Su cadáver fue encontrado dos calles más lejos de la escuela. Presentaba contusiones y tres puñaladas en el estómago -Me tapé la boca en shock -¿Quieres que pare? Estás pálida.

-No, no. Continúa, por favor.

-De acuerdo -dijo. El camarero trajo nuestras bebidas y le dimos las gracias. -Bueno -continuó cuando se fue -Su ropa había sido destrozada con algo afilado, posiblemente un cuchillo. Y sí, como debes estar imaginando, fue violada. Y muy a lo bestia.

-Dios... -una lágrima cayó de mi ojo izquierdo. No conocía mucho a esa chica, pero no se merecía eso. Nadie se merecía eso.

-Oye, si quieres paro aquí -me miró preocupado.

-No. Necesito saberlo todo. Por favor -supliqué seriamente. Me miró por un momento en silencio y suspiró antes de seguir.

-Vale, pero en serio... Te pienso acompañar a casa. Igual que a Kate. Para algo estoy yo -Asentí -Sus ojos fueron arrancados con algo afilado. Probablemente el mismo cuchillo. No los sacó del cuerpo sin vida... Sino con vida. Y hay un hecho que hace a la policía sospechar de que podría ser un asesino en serie.

-¿Cual? -pregunte bebiendo un sorbo de mi chocolate, sin apartar mi mirada de la suya.

-Dejó un poema en la escena del crimen. Era algo así como... "La sangre de la virgen. Debe ser destruida. Dando origen. A la hora homicida" Esa es su tarjeta de visita. O eso cree la policía -miró su reloj -deberíamos volver. Ya casi es la hora.

-Sí -asentí confusa, levantándose y dejando el dinero del chocolate sobre el mostrador.

Trevor me cogió de la mano y fuimos juntos hacia la escuela. Tenía biología con Kate. Pensaba contárselo todo. Me despedí de él y entré en la clase de biología. Estaba deseando que el día acabara. Estaba siendo una auténtica mierda.

Crying Mona LisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora