Hace mucho mucho tiempo en un país muy lejano vivía un príncipe, a pesar de ser muy joven el príncipe era el más sabio y más fuertemente de todos los que existieron alguna vez, las adivinas decían que incluso de los que existirían varias generaciones después, los reyes al escuchar las palabras de las adivinas mandaron a su hijo a entrenarse en el arte de la lucha y a estudiar con los sabios de todo el mundo conocido.
Años después de que sus padres el príncipe volvio y asesino a sus padres, la guardia lo intento apresar pero no pudieron contra el, cuando el último soldado cayó convocó a todo el reino a las puertas del castillo, cuando todos estuvieron reunidos comenzó a hablar.
-Gente del reino que perteneció a mis padres, durante años habéis sufrido en silencio el hambre, la sed e incluso la muerte de quienes queríais por cumplir los caprichos de unos reyes justos solo con aquellos que consideraban sus iguales, hoy empieza una nueva era, hoy morireis todos aquí y yo seré el único en quedar en pie.
El príncipe comenzó asesinando a la persona que estaba más cerca y así siguió y siguió durante días y días asesinando a todas las personas del reino.
Al séptimo día paro y lo único que quedaba con vida fueron los bebés, nadie quedo más que ellos y los llevo al castillo, en cuanto los refugio a todos limpio la muerte de las calles y por cada cadáver que enterraba encima plantaba un árbol.
Pasaron años y los niños crecieron y un gran bosque empezaba a asomar alrededor de la ciudad.
La primera pregunta que hicieron los niños cuando tuvieron edad de hacerlo fue.
-Padre, ¿Por que hay tantos árboles alrededor de la ciudad?
+Es simple hijos míos, antes había maldad en el corazón de las personas, así que un día un ángel vino a salvarlos convirtiendo a cada persona en un árbol, cada árbol representa un alma salvada por ese ángel.
-¿Y que fue de ese ángel padre?
+Vive ahora con vosotros, ya que os enseño a ser justos y quito la maldad de vuestros corazones.
-Padre.
+Sí hijos.
-Tu eres ese ángel.
+Quizás.